El papa Francisco cerró su gira por el continente africano con una masiva misa en Bangui, la capital de la República Centroafricana, en la que pidió detener el odio étnico y religioso, la guerra y la violencia en general. Durante la ceremonia y ante unas 30.000 personas, pidió a los centroafricanos que se perdonaran mutuamente y trabajaran juntos por la paz.
"Todo bautizado ha de romper continuamente con lo que aún tiene del hombre viejo, del hombre pecador, siempre inclinado a ceder a la tentación del demonio (y cuánto actúa en nuestro mundo y en estos momentos de conflicto, de odio y de guerra), que lo lleva al egoísmo, a encerrarse en sí mismo y a la desconfianza, a la violencia y al instinto de destrucción, a la venganza, al abandono y a la explotación de los más débiles", manifestó en el Estadio Deportivo Barthélémy Boganda ante miles de personas antes de partir por la mañana hacia Roma, a donde llegará por la tarde.
El último servicio religioso que ofició el Papa antes de partir de vuelta al Vaticano estuvo salpicado, como en sus anteriores etapas, de bailes y cánticos envueltos en los colores de la bandera nacional, que añade el verde y azul a la simbología vaticana. Durante el oficio, el Papa reiteró el mensaje central de su visita: "Dialogar con el que es diferente".
Es necesario, predicó, "perdonar al que nos ha hecho daño, comprometernos a construir una sociedad más justa y fraterna en la que ninguno se sienta abandonado".
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