Los ex presos de Guantánamo no logran adaptarse a Uruguay

Según un semanario local, a dos meses de su llegada, no mantienen una buena relación entre ellos y, desmotivados, habrían dejado las clases de español

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 AP 163
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A dos meses de su llegada a Uruguay, la vida de los seis ex presos de Guantánamo no es tan sencilla como lo esperaban. De acuerdo con un artículo publicado hoy por el semanario Búsqueda, los ex reclusos debieron separarse de la vivienda que compartían en Montevideo por problemas de convivencia. Dos de ellos -el tunecino Abdul Bin Mohammed Ourgy y el palestino Mohammed Tahamatan- debieron mudarse a un hotel.

La mayoría, además, abandonó las clases de español, a pesar de que era una de sus prioridades para poder insertarse en el país y conseguir trabajo. De hecho, según Búsqueda, ninguno ha respondido las propuestas laborales hechas por empresas locales mediante el sindicato PIT-CNT.

El motivo es la difícil adaptación. Por un lado, les pesa el trauma de haber estado encerrados por casi una década en la prisión de Guantánamo, alejados de sus familias, que todavía están en Medio Oriente. Por el otro, estar en un país con costumbres distintas tampoco es fácil para ellos.

Eso también se refleja en la convivencia. Ourgy y Tahamatan se habrían ido, por decisión del Ministerio del Interior, del hogar compartido por su mala relación con los otros cuatro ex reclusos. Además, Búsqueda señala -sin dar nombres- que uno de ellos incluso está enfrentando importantes problemas en el aparato digestivo, por lo que los médicos analizan someterlo a una cirugía.

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En tanto, el sirio Jihad Ahmad Diyab viajó a la Argentina y solicitó asilo para sus ex compañeros de la base de detención estadounidense. "Los presos en Guantánamo sufren mucho", denunció Diyab en diálogo con cuatro medios argentinos, ante los que proclamó su inocencia. Este ciudadano sirio, de 43 años, fue detenido en Pakistán en 2002 como sospechoso de integrar células terroristas de Al Qaeda.

"Antes de salir de Guantánamo, estaba en un lugar donde tenía la comida forzada. Es un tubo que pasaba por la nariz para forzarme a comer. Ahí hablé con un compañero de Yemen que me dijo: 'Cuando salgas no nos olvides'", recordó. "Y bueno, yo me emocioné mucho, nunca voy a olvidar a los compañeros que están allá y por eso es que vine para acá para luchar. Por ejemplo, el gobierno argentino puede recibir presos de Guantánamo acá de forma humanitaria", agregó.