Qué se esconde detrás de la responsabilidad extrema

Especialistas aseguran que las personas con un fuerte compromiso con todo lo que hacen pueden sufrir, en realidad, un trastorno de ansiedad. Cuál es la diferencia entre ser responsable y vivir siempre preocupado

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Seguramente alguna vez le causó sorpresa y admiración un amigo, familiar o conocido que es "muy responsable": siempre corriendo para cumplir con todo, siempre pensando en los demás, siempre preocupado por resolver todo lo mejor posible. Es más, hasta tal vez le generó envidia, ya que en el mundo actual está social y culturalmente aceptado y muy valorado el ser una persona responsable.

No obstante, muchas veces esa responsabilidad llega a los límites extremos de estar todo el tiempo preocupado, y genera en su portador problemas para conciliar el sueño y sensación de vivir con una demanda interna que le exige seguir sin parar. Este tipo de conductas, en general, encubre personalidades ansiosas que, si no son tratadas a tiempo, pueden derivar en trastornos de ansiedad, síntomas obsesivo-compulsivos e inclusive ataques de pánico.

En ese sentido, Marina Sinaí, psicóloga del Centro de Estudios del Estrés y la Ansiedad Hémera, señaló que una de las características de estos trastornos es que cuando el paciente llega al consultorio suele presentar síntomas de ansiedad ya bastante avanzados, e incluso puede estar al borde del ataque de pánico, ya que las señales tienden a pasar desapercibidas bajo el manto de una personalidad responsable absolutamente aceptada y sin ningún tipo de conflicto social. Es lo que en psicología se llama "un signo o síntoma egosintónico", es decir, que está en sintonía con nuestro yo, con nuestra vida y con el contexto, explicó la especialista.

Frente al experto, los afectados comienzan a pensar en una serie de aristas de su personalidad no cuestionadas hasta entonces. "¿Está bien estar preocupado todo el tiempo por todo?, ¿a qué se debe la imperiosa necesidad de responder sí o sí a las demandas o necesidades de los demás en el momento que los demás quieren y como ellos quieren?, ¿es lógico que todas las preocupaciones tengan el mismo nivel de importancia, así sea algo trivial o algo muy importante que uno podría postergar para más adelante?, ¿por qué mi autoexigencia necesita el 100% de efectividad en absolutamente todo lo que haga?" son algunas de las preguntas que se hacen los "responsables compulsivos".

Los rasgos que caracterizan a las personas con ansiedad excesiva o trastorno de ansiedad son la autoexigencia al extremo, la nula posibilidad de error, las "eternas preocupaciones" que suelen convertirse en preocupaciones improductivas, y las cuestiones dilemáticas que a veces los ponen entre la espada y la pared cuando en realidad deberían ser "temas a resolver". "Es que el ansioso tiene cierta dificultad para pensar en término medio. '¿Sigo siendo corredor de Bolsa en Wall Street o me convierto en monje budista?'. En el mundo del ansioso no hay término medio, vive tironeado por los extremos y muchas veces termina sin resolver nada", señaló Sinaí.

Tener una lógica de pensamiento que vive entre los extremos y un nivel de exigencia tan alto sube los niveles básicos de ansiedad del organismo, ya que este tipo de situaciones o pensamientos se convierte en peligros que infunden miedo y a veces confusión.

Por otra parte, el ansioso es una persona que necesita tener el control de todo su medio ambiente, y esto incluye a su familia, su trabajo y su vida social; necesita sentir que "controla", ya que por su gran inseguridad interna siente que si algo se sale de su sitio se convierte en un "descontrol".

Cómo hacer frente a esta situación
Sinaí recomendó, ante una situación de estas características, "buscar ayuda profesional psicoterapéutica". "Hoy en día hay tratamientos exclusivamente diseñados para este tipo de trastornos; utilizando técnicas psicoterapéuticas focalizadas se logra que el paciente, a lo largo del tratamiento, pueda incorporar nuevas herramientas y desarrollar nuevos recursos internos para poder mirar la vida de otra manera", explicó la experta.

"A grandes rasgos ?agregó-, la clave está en la modificación de los esquemas de pensamiento, basados en sistemas de creencias muy arraigadas, y en el manejo más saludable de las emociones, que son los principales motores de nuestra conducta, aspectos que cuando se rigidizan sin permitir posibilidad de cambio comprometen el normal funcionamiento de la persona dentro de su contexto y su medio ambiente".

Es posible tener una forma de vida más saludable: sólo hay que poder elegir la opción más conveniente, la que se puede tomar si se observa con atención el abanico de posibilidades, finalizó Sinaí.