En una nueva edición de El Puente, el ciclo de entrevistas de Infobae conducido por Julieta Puente, el eje estuvo en los vínculos de amistad y su lado menos visible: las amistades tóxicas. El invitado fue el psicólogo Alejandro Schujman (MN 13486), quien desmitificó el concepto y brindó herramientas para identificar y afrontar relaciones dañinas que, en muchos casos, se mantienen por miedo o costumbre.
“En todos los vínculos puede haber algún componente de toxicidad y existen las amistades tóxicas, que se sufren tanto como las relaciones de pareja tóxicas, porque generan una sensación de displacer”, aseguró Schujman al comenzar la charla.
“Un vínculo sano es llegar a casa, sentarse y sentir felicidad, cuidado y contención. Un vínculo tóxico aparece cuando se percibe extrañeza, pero no se puede poner un límite suficiente para alejarse”, añadió.
El psicólogo remarcó el impacto de este tipo de relaciones: “Son relaciones intermitentes que se padecen y son motivo de consulta mucho más de lo que imaginamos”.
Señales y definiciones de una amistad tóxica
Para Schujman, identificar una amistad tóxica resulta clave para la salud emocional. “Una relación tóxica es aquella en la que no se cumplen los cánones básicos de simetría y cuidado; cuando quien no puede irse siente que el problema es propio. Ese es el problema”, explicó.
Además, profundizó en la raíz del fenómeno: “Surge una sensación de no merecimiento, relacionada con heridas emocionales no resueltas. Duele porque le damos a ese vínculo una importancia vinculada con nuestra autoafirmación”.
Entre las señales más evidentes, Schujman indicó: “Es muy fácil y doloroso notar que, tras un encuentro, uno vuelve a casa peor de lo que se fue. Es una mala señal quedarse pensando en si el otro se enojó, si estaba distante, y en qué se hizo mal. La confianza existe, pero no lo suficiente para preguntar”.
Las amistades sanas, por contraste, se experimentan de otra manera desde el primer momento: “Si el malestar aparece al recordar un encuentro y la sensación es amarga en lugar de satisfacción y alegría, ahí hay que prestar atención. Con las amistades auténticas se disfruta, incluso hasta reírse hasta que duela la panza”.
El dolor y la dificultad de soltar amistades tóxicas
El sufrimiento que provoca una amistad tóxica puede ser intenso. Schujman remarcó: “En quienes construyen relaciones tóxicas, el amor propio presenta una vulnerabilidad alta, lo que genera un intento constante de ser aceptado y querido. Eso es lo que duele”.
Volvió sobre la historia personal de cada individuo: “Surge el no merecimiento, con raíces en viejas heridas no sanadas. Duele porque ese vínculo afecta nuestra autoafirmación”.
También advirtió sobre el miedo a la soledad, que puede atar a vínculos dañinos: “Tenemos miedo de quedarnos solos y, por ese temor, sostenemos relaciones. El autoconocimiento y la terapia permiten trabajar esa soledad”.
Schujman lo sintetizó con una cita de Sabina: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.
Cómo identificar una amistad tóxica: autotest e intuición
Para quienes dudan sobre la naturaleza de su amistad, Schujman propuso una guía simple: “Si al recibir un mensaje de ese amigo o amiga la sensación es de alegría, es positivo. Si aparece malestar, es negativo”.
También sugirió observar la propia energía y deseos: “Si uno tiene ganas de reorganizar la agenda para encontrarse con esa persona y eso genera felicidad, es saludable. Como decía Marie Kondo, hay que preguntarse si ese vínculo da felicidad. Escuchar la intuición y analizar cómo nos sentimos después de cada encuentro es fundamental”.
El test básico es directo: “Si requiere demasiado esfuerzo, ahí no es. Los vínculos de amistad deben fluir y permitir expresar lo que nos molesta”.
Conversaciones incómodas y límites: estrategias para la salud emocional
La incomodidad puede ser una alarma, pero también una oportunidad. Schujman fue claro: “Las conversaciones incómodas resultan imprescindibles en toda relación. Lo que ocurre en ese diálogo es un termómetro de cuánto se puede dar en ese vínculo”.
Cuando hay temas que no pueden decirse, la relación se resiente. “Debemos poder recibir lo que nos dicen y también expresarlo”, afirmó el psicólogo. Sobre cómo encarar esas charlas, recomendó: “Primero algo bueno, luego lo incómodo y cerrar con otro aspecto positivo. Por ejemplo: ‘Me encanta que estés en mi vida, pero a veces siento que no disfrutás conmigo mis logros. Igual, gracias por estar en mi vida’. Así, lo negativo se digiere mejor”.
Respecto de los límites, Schujman fue enfático: “Elegir el momento y la manera adecuada, evitando los audios de WhatsApp para cuestiones importantes. Las cosas importantes se conversan cara a cara, mirándose a los ojos”.
Propuso un modelo concreto: “La comunicación no violenta consiste en decir qué se observa, qué se siente, qué se necesita y pedirlo amorosamente. En la práctica es complicado, pero ayuda a evitar enojos innecesarios. Si el otro se enoja, tendrá que resolverlo, pero al menos lo habremos dicho con empatía, sin guardar conversaciones incómodas”.
El daño de una amistad tóxica trasciende lo emocional. Schujman advirtió: “No solo lastima, también enferma. Las conversaciones incómodas no resueltas nos perjudican, el cuerpo termina manifestando lo que no se puede expresar. Somos seres que somatizan”.
Describe cómo el malestar puede volverse crónico: “Si una relación tóxica ocupa mucho espacio en la vida y genera autoincriminación, ese es el detector. ¿Cuánto ocupa esa relación en mi cabeza en términos negativos? Si interfiere en el disfrute cotidiano, es señal de que hace daño y es necesario actuar. El autocuidado es esencial para el amor propio”.
La importancia de la amistad real y los vínculos sanos
Schujman reivindicó el valor de la amistad genuina: “La amistad es una base esencial. Alguien puede no estar en pareja y estar bien, pero quien no tiene amigos y se encierra, se pierde algo valioso. La amistad es complicidad”.
Se emocionó al hablar de lazos duraderos: “Tengo una amiga que vive en Israel y viene cada dos o tres años. Hablamos poco, pero cuando nos encontramos, es como si no hubiera pasado el tiempo. Ese abrazo y ponerse al día es fantástico”.
“Cuando la amistad es genuina, existe una conexión de corazón a corazón que supera el tiempo y la distancia. Sé que estoy para vos y vos para mí. Es un lazo invisible, mucho más fuerte que muchos vínculos de pareja”, sostuvo sobre amistades a distancia.
¿Se puede transformar una amistad tóxica en sana?
La pregunta final resulta inevitable: ¿es posible revertir una amistad dañina? Schujman respondió: “Se puede transformar una amistad que no funciona bien si hay temas no resueltos. Si la amistad es genuinamente tóxica por la actitud de una de las partes, es difícil”.
Fue tajante con ciertos perfiles: “Quienes tienen un trastorno narcisista no pueden construir vínculos, porque el único lazo es consigo mismo y carecen de empatía. Ante rasgos narcisistas intensos, lo mejor es hacer el duelo, cerrar la puerta y alejarse”.
Sobre las personas tóxicas y su tendencia a cambiar de círculo, advierte: “Quienes son tóxicos en distintos ámbitos van rotando su entorno, pero no cambian porque no reconocen la necesidad de hacerlo. En mi experiencia profesional, he visto muy pocos narcisistas en terapia; no sienten que deban modificar nada y la culpa siempre es del otro. Así, lamentablemente, van dañando a muchas personas, pero no cambian”.