Qué pasa por la cabeza de aquellos que difunden imágenes íntimas de otras personas sin su consentimiento

Una joven descubrió que un grupo de rugbiers compartió fotos suyas y de otras mujeres. Lamentablemente, estos tipos de abusos son frecuentes. Infobae consultó a expertos para entender cómo opera el pensamiento de una personas que siente satisfacción al vulnerar la intimidad del otro

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Una joven denunció en redes sociales la difusión de imágenes en un grupo de Whatsapp (Shutterstock)

Las redes sociales son un arma de doble filo: si bien son una herramienta de comunicación valiosa, muchas veces operan como un tablero de exposición sin autorización de contenidos que violan los derechos de sus protagonistas.

Recientemente, una joven expuso a un grupo de rugbiers del Club Universitario de La Plata por “violación a la intimidad” tras descubrir que compartían imágenes sexuales que habían sido obtenidas sin su consentimiento. A través de sus redes sociales, la denunciante advirtió a todas las “chicas de La Plata” que los integrantes de las categorías 93 y 94 filman a sus parejas ocasionales sin consentimiento y luego difunden las imágenes a través de aplicaciones de chat. Infobae entrevistó este miércoles a la denunciante.

El Club Universitario de rugby de La Plata (Google Street View)

“Lamentablemente, esta es una práctica sumamente frecuente y forma parte de lo que es la violencia de género. Habla del machismo, la violencia y el odio que tienen algunos hombres con respecto a las mujeres”, detalló a Infobae Enrique Stola, médico psiquiatra y referente nacional en materia de violencia de género, miembro de Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA).

Para el psiquiatra, esto se equipara a una violación en manada: “Esto es muy parecido a cuando un grupo de ‘machos’ viola a una mujer. Aquí lo que se viola es la intimidad de una mujer. Ellos circulan la foto de una mujer sabiendo que eso la perjudica, que la daña. Pero lo que a ellos los estimula no es mirar la foto, sino los comentarios machistas de los integrantes del grupo. Esperan el el reconocimiento a partir de la complicidad de los comentarios descalificatorios de la mujer en ese grupo de Whatsapp”.

De acuerdo al médico psicoanalista Juan Eduardo Tesone (MN 44190), miembro de APA, ya en Psicología de las Masas Freud sostenía que en algunos grupos se desdibuja la subjetividad, se liberan las pulsiones reprimidas y se licúa la noción de ética: “Este tipo de grupos indiferenciados funciona como una masa ‘impulsiva, voluble y excitable’. Se produce una liberación de los aspectos más horrendos del ser humano, en donde no existe empatía ni compasión sino crueldad y sadismo. No existe el otro como persona, sino como un objeto fetiche para evacuar las pulsiones al estado bruto. En particular la pulsión de dominio sobre otro ser viviente”.

La persona busca un reconocimiento de los integrantes del grupo al enviar las imágenes (Shutterstock)

La médica psiquiatra infantil (MN 44478), miembro de Apsa, Nora Leal Marchena aseguró que es una conducta que busca alimentar el ego de la persona: “Estas personas sienten que viralizando una imagen íntima de una mujer les da identidad y valor al ‘yo’. Por eso buscan publicarlo y se sienten importantes”.

“La persona que lo hace viral tiene que sentir y creer que lo que pone en las pantallas lo hace más importante, que le da algún nivel de jerarquía. También ejerce acoso y bullying, sobre la víctima en este caso mujer y no deja de ser un caso de maltrato y acoso en contra de la mujer”, enfatizó Marchena.

La falta de culpa

La denunciante decidió recurrir a las redes sociales porque “el patriarcado está en todos lados”. Incluso lamentó que su propio padre no la haya apoyado en la denuncia. “Su respuesta fue reprocharme qué hacía otra persona ahí”, publicó. Además, a modo de prueba compartió capturas de una conversación en la que se puede ver una de las imágenes que obtuvieron sin su consentimiento. “El que me sacó la foto hace una hora se reía del sticker, yo estoy llorando hace 2 días”, dijo.

Las imágenes de la víctima se replicaron en un grupo de rugbiers (Shutterstock)

“Ellos no pueden reconocer las consecuencias que reconoce la víctima porque a ellos no les interesa lo que puede llegar a sentir la víctima. Es terrible, ya que denota un nivel de egoísmo muy grande. No les interesa. Lo único que les importa es gozar con otros hombres lo que logran entre sí. Para este grupo la víctima es un mero objeto en donde ellos expresan y reafirman el poder que tienen sobre ella haciendo lo que se les antoja”, concluyó Stola.

Ante la denuncia de la joven, la Comisión Directiva y la Comisión de Género del club decidió suspender preventivamente a los deportistas.

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