Los hábitos comienzan sin que uno se dé cuenta. El cerebro sigilosamente se la pasa buscando y tratando de detectar rutinas para rápidamente cazarlas y convertirlas en hábitos.
"A partir de ese momento, se pierde la posibilidad de elección: la persona es comandada por un circuito cerebral que se establece fuera de la conciencia", explica en diálogo con Infobae la psicóloga y escritora Celia Antonini. "Esa es su tarea. Tomar rutinas y repetirlas, de esa manera ahorra energía".
Según Ann Graybiel, investigadora del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts): "Los hábitos nunca llegan a desaparecer. Quedan grabados en las estructuras de nuestro cerebro, lo cual es una gran ventaja para nosotros, porque sería terrible que después de cada vacación tuviéramos que aprender a conducir de nuevo. El problema radica en que el cerebro no diferencia entre los buenos y los malos hábitos; por eso, si tienes uno malo, siempre te estará acechando, esperando la señal y la recompensa".
Charles Duhigg, en su libro El poder de los hábitos, asegura que el proceso de formación y consolidación de un hábito en nuestro cerebro tiene 3 pasos:
–La señal es el detonante que le da la orden a nuestro cerebro para realizar una acción determinada.
–La rutina corresponde a la realización de la acción; puede ser física, mental o emocional.
–La recompensa, que es la que le informa a nuestro cerebro si vale la pena recordar este circuito para las próximas ocasiones.
"Con el correr del tiempo este bucle, como lo llama Duhigg, se vuelve automático y de esa forma se acaba formando un hábito", afirmó Antonini.
Una vez que creamos un patrón lo repetimos sin cesar. "Si queremos cambiarlo tenemos que generar un nuevo patrón y repetirlo durante al menos 4 semanas. Se ha comprobado que la modificación de un hábito tarda entre 21 y 66 días, dependiendo de la personalidad, frecuencia y características de cada uno de nosotros -aclara la psicóloga-. De esa manera formamos un nuevo hábito pero sin que desaparezca de nuestro cerebro al viejo hábito. Esto quiere decir que los hábitos no se erradican sino que se sustituyen".
Eso explica por qué si volvemos a reactivar un viejo hábito, no tenemos ningún inconveniente en volver a repetirlo. "El único camino para modificar un hábito es cambiar la rutina y mantenerla de manera constante entre 4 semanas y dos meses. Muchas veces el cambio suele ser difícil, arduo y un cuesta arriba, pero intentarlo vale la pena, ya que los hábitos, sean buenos o malos, marcan nuestras costumbres y definen nuestras vidas", concluyó Antonini.
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