Estaba baldeando y se electrocutó: la nueva vida de la joven a la que todos creyeron muerta

"Para mi ella falleció y resucitó" dice su mamá. Es que su hija entró en paro cardíaco, dejó de respirar y se puso morada. La salvó un bombero que estaba en el momento justo y en el lugar preciso. Infobae los reunió y esta es su historia

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Paola Medina en su casa de San Miguel, donde se electrocutó (Colin Boyle)
Paola Medina en su casa de San Miguel, donde se electrocutó (Colin Boyle)

"Fue acá mismo", dice Paola, y señala el piso de material de la habitación de su mamá. Estaba terminando octubre y ya hacía calor por eso el ventilador de pie, que tenía base de metal, estaba encendido. Fue acá mismo donde Paola llegó con un balde colmado de agua y un secador de piso. Fue acá mismo que el ventilador la "chupó" y se quedó pegada. De esta casa en San Miguel en la que ahora conversa con Infobae la sacaron desplomada.

—Yo sigo creyendo que de acá la sacamos muerta— interrumpe Carmen, su mamá.

"Apenas tiré el agua, el ventilador me chupó. Me arrastró varios metros y quedé como abrazada", cuenta Paola Medina, que en ese entonces tenía 17 años. Era lunes y su mamá, que estaba cerca de la puerta preparando a sus otros hijos para ir al colegio, la escuchó gritar: "Mami, me quedé pegada".

Está embarazada y esperando a Olivia, su primera hija (Colin Boyle)
Está embarazada y esperando a Olivia, su primera hija (Colin Boyle)

"Me habló", sostiene Carmen. "Algunos no lo creen porque dicen que alguien que se electrocuta no puede hablar, pero ella me habló". Fue la propia Paola, tiempo después, quien le contó lo único que se acordaba del momento del accidente.

"Sentí que la corriente subía -cuenta-. Subía por los pies, por las piernas, el torso, y en el momento en que me estaba tragando la lengua escuché una voz que me decía 'gritá'. Grité como pude, como en cámara lenta". Inmediatamente después, Paola se vio tranquila en un lugar blanco: piso blanco, fondo blanco, luz plena.

"Me vi a mi misma corriendo con unos nenitos. En ese lugar también estaba mi abuelo, que hacía poco había muerto. Se ve que mi mamá me llamaba porque mi abuelo le gritaba: 'Ahí va, está jugando con los chicos'".

Lo que su mamá vio, cuando logró entrar a la habitación, no fue una imagen tan pacífica: "Estaba pegada al ventilador y se sacudía para todos lados. De la misma desesperación agarré el escobillón y le empecé a pegar, a empujar para tratar de soltarla". Tuvo suerte de no haberse quedado pegada también porque el piso estaba empapado y el ventilador seguía enchufado.

Fue uno de los hermanos de Paola, que vivía en la parte trasera de esta casa, quien escuchó los gritos, saltó una pared y en vez de usar el palo para tratar de despegarla, lo usó para cortar la luz. "Paola cayó al suelo con los ojos para atrás y en blanco. Para mí en ese momento ella falleció", sostiene Carmen.

Un vecino que escuchó los gritos sacó su auto para salir a buscar ayuda: "Tenía peso muerto, éramos tres y no podíamos hacerla entrar. Estaba morada, no respiraba", sigue Carmen. El hombre atinó a ir al hospital pero Carmen, todavía no sabe bien por qué, dijo con firmeza: "No, vamos a los Bomberos".

Entre los 120 bomberos voluntarios que usualmente rotan en el Cuartel de General Sarmiento, en San Miguel, justo estaba de turno Jorge Ramírez. No era un bombero que sabía de oído cómo reanimar a alguien: tenía 20 años de experiencia como instructor de RCP (reanimación cardiopulmonar) en la Fundación Cardiológica Argentina. Uno de sus tres hijos tenía en ese entonces la misma edad que Paola.

Junto a Jorge, el bombero e instructor de RCP que le salcó la vida (Colin Boyle)
Junto a Jorge, el bombero e instructor de RCP que le salcó la vida (Colin Boyle)

Durante el recorrido, Carmen rezó: "Le pedí a mi papá, a mi hermano, los dos habían muerto, que me la devolvieran. Yo rezaba, pedía, pero bueno, ella no tenía signos vitales". Jorge estaba con sus compañeros cocinando milanesas dentro del cuartel y corrió cuando escuchó que alguien gritó: "¡Trajeron a una chica en paro!".

"Yo también creí que estaba muerta cuando la vi", confiesa él a Infobae. "La veo ahora así, tan bien, y siento una emoción enorme". Pasaron 4 años y medio de ese mediodía y si Jorge (57) está hoy acá, en este barrio humilde de San Miguel, es porque aceptó la invitación de Infobae a reencontrarse con la joven a la que le salvó la vida.

Apenas lograron sacarla del auto, la acostaron en el piso y Jorge empezó las maniobras manuales de resucitación. Un minuto después, le alcanzaron un desfibrilador (un aparato de resucitación pensado para ser usado por alguien que no es médico). Una grabación confirmó que el corazón estaba fibrilando y recomendó darle la primera descarga eléctrica. No funcionó: los minutos, vitales, seguían corriendo.

La ropa que ya tiene para la niña que nacerá en mayo (Colin Boyle)
La ropa que ya tiene para la niña que nacerá en mayo (Colin Boyle)

"Estaba en paro cardíaco, tiene sentido que pareciera muerta: no tenía pulso, no respiraba", explica el cardiólogo Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación cardiológica argentina. "Al electrocutarse, el corazón se fibrila: empieza a trabajar de forma anárquica y no tiene posibilidad de bombear sangre al exterior".

La segunda descarga tampoco funcionó. Fue recién en la tercera, ocho minutos después de haberle colocado el aparato, que el pecho de Paola empezó a moverse.

"Pienso que ella murió y resucitó, pienso que dios le dio otra oportunidad a través de Don Jorge -dice la madre-. Por más que me den una explicación médica, yo siento eso".

La llevaron al hospital en un estado de excitación tal (pateaba, gritaba) que un médico dijo :"Trajeron a una endemoniada". "No la querían atender, pensaron que era una loca o que estaba drogada", recuerda Carmen. Le habían sacado el oxígeno y su cerebro había empezado a entrar en hipoxia y al bombero le dolió el comentario: "¿Tanto esfuerzo para salvarla y lo primero que dice es eso?".

Ocho días después le dieron el alta sin ninguna secuela.

“Sentí mucha emoción cuando supe que iba a ser mamá”, ice Jorge (Colin Boyle)
“Sentí mucha emoción cuando supe que iba a ser mamá”, ice Jorge (Colin Boyle)

Tartaglione explica: "Los seres humanos tenemos la posibilidad de estar 45 días sin comer, 7 días sin tomar agua y 3 o 4 minutos sin respirar. Por cada minuto sin respirar se pierde un 10% de la capacidad de recuperación y 1 millón de neuronas. Que ella esté así, sin ninguna secuela, es un caso extremadamente excepcional. Yo no creo en dios pero hay ciertas situaciones en la vida que te hacen pensar un montón".

"Para mí fue un antes y un después", dice el hombre que la salvó. "Yo me había entrenado toda la vida para ese momento, había tenido otros casos pero habían terminado mal. Lo que pasó con Paola me mostró que iba por el camino correcto, que lo que hacía efectivamente podía ser la diferencia entre la vida y la muerte".

Tartaglione, que además es Coordinador Nacional de la Campaña de Reanimación Cardiovascular en las escuelas, coincide en que Jorge, su entrenamiento y un desfibrilador marcaron la diferencia: "El desfibrilador debería tener la misma importancia que un matafuego. En Argentina, el 90% de las muertes súbitas son de origen cardíaco, si hubiera en todos lados y todos estuviéramos entrenados muchas de esas vidas podrían salvarse".

Hasta 2015, cuenta, capacitaron a más de 1 millón de alumnos de secundaria. "Con este gobierno prácticamente no se hizo más. No podemos abandonar esto, tenemos que luchar para que cada vez más gente sepa hacer lo que hizo Jorge".

El después
No es habitual que alguien como el bombero -ahora jubilado- sepa qué fue de la vida de alguien a quien trató de salvar. A Paola, sin embargo, fue a visitarla mientras estaba internada.

"La había visto llegar en ese estado y la encontré en el hospital sentada, peinándose". Paola no recordaba nada y tuvieron que explicarle quién era ese señor al que su abuela le agarraba la mano y le decía "gracias".

Después, se perdieron el rastro. Por eso la emoción de estar hoy acá y ver qué fue de la vida de esa adolescente. Paola ya tiene 22 años, hace 2 que está en pareja y está embarazada de Olivia, su primera hija, que nacerá a mediados de mayo. La despedida no tiene palabras: es un abrazo silencioso sobre la calle de tierra.

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