Tres maneras en que el miedo puede ser un aliado, según la neurociencia

Se trata de la emoción que más rechazo provoca. Sin embargo, los especialistas explican cómo puede ser también beneficioso para afrontar diversas situaciones de la vida

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El miedo puede ser generado por amenazas del entorno o por amenazas potenciales (Freepik)
El miedo puede ser generado por amenazas del entorno o por amenazas potenciales (Freepik)

Es normal experimentar miedo en algún momento de nuestras vidas. Aunque los motivos que provocan temor no sean los mismos para todos, esta emoción es una respuesta fisiológica que ningún ser humano puede evitar.

Las sensaciones corporales que se activan con el miedo como la tensión muscular o la agitación al respirar no son nada agradables, por eso esta emoción es indeseable. Sin embargo, según la neurociencia, el miedo puede ser tu aliado en diversas situaciones de la vida cotidiana como signo de advertencia, estímulo que te motiva e incluso como parte de experiencias divertidas.

¿Qué es el miedo y para qué sirve?

La amígdala activa el modo lucha o huida que provoca cambios notorios en el cuerpo como la respiración agitada (Freepik)
La amígdala activa el modo lucha o huida que provoca cambios notorios en el cuerpo como la respiración agitada (Freepik)

El miedo es una emoción esencial para la supervivencia humana porque es la respuesta a una amenaza. Un estudio publicado en Neuroscience & Biobehavioral Reviews, una revista sobre la neurociencia del comportamiento, explica que dicha amenaza puede presentarse de dos maneras: un miedo generado por elementos del entorno que pueden poner en riesgo nuestra integridad física e incluso nuestra vida, como animales venenoso; y un miedo debido a fuentes potenciales de daño como una herida.

El mecanismo de defensa del miedo involucra complejas redes neuronales del cerebro, entre las que se destacan algunas regiones cerebrales por su rol en la experiencia del miedo. Entre las áreas fundamentales del cerebro que intervienen en el procesamiento del miedo se encuentra la amígdala, una estructura con forma de almendra localizada en el lóbulo temporal. Su función consiste en que, al identificar la presencia de un peligro, activa el sistema nervioso simpático desencadenando el modo de lucha o huida, que se caracteriza por sensaciones corporales como la aceleración del ritmo cardíaco, la respiración agitada, las pupilas dilatadas y los músculos tensos.

Junto a la amígdala se sitúa el hipocampo, el cual es responsable del aprendizaje y la memoria de aquello que resulta peligroso y a su vez, sitúa al miedo en un contexto adecuado. Por ejemplo, la percepción de un león en la sabana africana hará que el hipocampo confirme la necesidad de huir, pero si observamos al león detrás de barras de hierro y un letrero indicando que estamos en un zoológico, el hipocampo atenuará la respuesta de miedo.

La amígdala, el lóbulo frontal y la ínsula son las regiones del cerebro que participan en el mecanismo del miedo (Freepik)
La amígdala, el lóbulo frontal y la ínsula son las regiones del cerebro que participan en el mecanismo del miedo (Freepik)

Otra área que participa en el procesamiento del miedo, pero de una manera más sofisticada, es la parte frontal del cerebro, situada justo encima de nuestros ojos. Si nos encontramos con una serpiente y estamos listos para correr, pero un amigo nos indica que se trata de su mascota, entonces el lóbulo frontal del cerebro calmará la reacción de miedo.

La ínsula es otra región cerebral implicada en la consciencia de nuestro propio miedo y las reacciones corporales asociadas a dicha emoción, tales como opresión en el pecho, las palpitaciones y las sensaciones incómodas en el estómago. La ínsula se convierte, por tanto, en un elemento crítico para la autopercepción del miedo.

Lo que no suele decirse acerca del miedo es que existe el miedo saludable, tal como explica el psiquiatra y neurocientífico Arash Javanbakht, director de la Clínica de Investigación sobre Estrés, Trauma y Ansiedad (STARC) de Wayne State University. Según Javanbakht, el miedo saludable es aquel que puede sernos de ayuda en distintas situaciones. En especial, él describe 3 momentos en que el miedo saludable es un aliado para el ser humano.

1. El miedo es un signo de advertencia

El primer miedo saludable es el que advierte a las personas sobre situaciones peligrosas con el fin de protegerlas de los posibles daños que pueden sufrir, de acuerdo a una investigación de neurociencia sobre los mecanismos del miedo.

El miedo nos alerta de los peligros para que podamos protegernos de cualquier posible daño (Freepik)
El miedo nos alerta de los peligros para que podamos protegernos de cualquier posible daño (Freepik)

Este tipo de miedo juega un papel crucial, por ejemplo, en la prevención de robos o asaltos, así como en la toma de decisiones cotidianas importantes sobre trabajos, relaciones afectivas e incluso compras diarias que realizamos. Esta sensación actúa como un mecanismo de advertencia que puede evitar que las personas permanezcan en empleos que consumen su bienestar, sostengan relaciones abusivas o sean víctimas de engaños.

La importancia del miedo radica en su capacidad para alertarnos sobre los riesgos que podrían afectar negativamente nuestras vidas. En la ausencia de miedo, las probabilidades de mantenerse en posiciones laborales perjudiciales para la salud mental, tolerar situaciones de maltrato en relaciones personales o caer en estafas sería considerablemente mayor. En resumen, el miedo es un buen consejero en contextos cotidianos.

2. El miedo como estímulo que motiva

El segundo miedo saludable es aquel que sirve como motor de productividad y cambio. El miedo, lejos de ser siempre un obstáculo, puede convertirse en un impulso para mejorar la concentración y eficacia mental. Un nivel adecuado de nerviosismo previo a actividades como hablar en público puede incrementar la energía mental y ayudarnos a rendir al máximo.

Ver películas de terror es un ejemplo de miedo controlado que sirve para divertirnos (Imagen ilustrativa Infobae)
Ver películas de terror es un ejemplo de miedo controlado que sirve para divertirnos (Imagen ilustrativa Infobae)

En ocasiones, el miedo que sentimos hacia algo nos impulsa a superar otros temores que tienen un impacto más negativo en nuestra vida. Por ejemplo, el miedo a una relación insatisfactoria o abusiva puede empujar a alguien a enfrentarse al temor de la soledad o de una ruptura sentimental. En el ámbito psicológico, esta dinámica de transformación del miedo ya ha sido aplicada en terapias de exposición gradual para ayudar a personas a superar fobias y ampliar sus horizontes personales y profesionales.

La terapia de exposición gradual se lleva a cabo de tal manera que la persona va enfrentando situaciones temidas de forma paulatina, comenzando por las menos intimidantes, lo que demuestra la capacidad del miedo para transformarse en una herramienta de superación y crecimiento.

3. El miedo puede ser divertido

El tercer miedo saludable es el que se manifiesta en la búsqueda de emociones fuertes que muchos encuentran placenteras: desde ver películas de terror hasta vivir experiencias llenas de adrenalina como el paracaidismo u otros deportes extremos.

Chucky, el icónico muñeco diabólico. Ver películas de terror puede darnos un miedo divertido - (Imagen ilustrativa Infobae)
Chucky, el icónico muñeco diabólico. Ver películas de terror puede darnos un miedo divertido - (Imagen ilustrativa Infobae)

A esto se le conoce como miedo controlado, se experimenta a través de actividades que no sólo proporcionan entretenimiento sino que también ofrecen una oportunidad para ayudar a las personas a olvidarse de las preocupaciones cotidianas y recargar energías.

El fenómeno de disfrutar del miedo, que puede parecer contradictorio a primera vista. De acuerdo a un estudio sobre la neurociencia del miedo, esta emoción está vinculada no sólo a los estímulos externos sino también al contexto en el que ocurren. Esto explica por qué al activarse el miedo en el cerebro dentro de un entorno seguro, las personas pueden poner en perspectiva sus miedos imaginarios o cotidianos, enfrentándose a niveles razonables de miedo real.