Festejos en el búnker de Cambiemos: una victoria que consolida a Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta en la cima del poder

Si en el último año Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal habían consolidado su poderío en la cúpula de Cambiemos, el resultado electoral de ayer, con un notable avance en el interior del país, en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires, los vuelve a revalidar en la cima del poder.

Sin la presencia de la gobernadora y del jefe de Gobierno, que pasaron gran parte de las primeras horas del día con sus familias, los equipos de campaña de Nación, Ciudad y Provincia almorzaron ayer milanesas con abundante ajo en la quinta de Olivos. Desde allí siguieron la jornada –Jaime Durán Barba y su socio Santiago Nieto, piezas fundamentales de la estrategia electoral, fueron de la partida-, encabezados por Peña, hasta que partieron hacia el búnker de Costa Salguero, a media tarde. Macri hizo lo propio pero en su quinta familiar Los Abrojos junto a Elisa Carrió y un puñado de funcionarios-amigos.

Los días previos a los festejos de anoche, que el macrismo no mesuró a pesar de las especulaciones previas en relación al hallazgo del cuerpo de Santiago Maldonado, se sucedieron entre almuerzos de campaña en torno a los tres dirigentes más relevantes del PRO, aún cuando Cambiemos nació y se consolidó como un experimento exitoso entre el macrismo, el radicalismo y la Coalición Cívica. En el universo de Cambiemos solo "Lilita" sobresale entre los dirigentes de su partido y los de la Unión Cívica Radical por fuera del PRO.

El viernes, Peña recibió en Casa Rosada, junto a Fernando de Andreis, a Diego Santilli, Federico Salvai -los cuatro, además de Vidal y del jefe porteño, integran el chat grupal del PRO de Telegram-, Durán Barba y su socio Nieto. A esa hora, Rodríguez Larreta comía con Carrió.

La líder de la Coalición Cívica se había recluido en su chacra de Exaltación de la Cruz tras su destinada frase sobre "Walt Disney" y la comparación con el cuerpo del joven tatuador hallado en el Río Chubut. El discurso de ayer de la líder de la Coalición Cívica, pasadas las 21, no evidenció sin embargo rastros de esa debacle. Tampoco los de Macri y Vidal. Carrió entró al escenario principal de Costa Salguero ovacionada y se fue en medio de una lluvia de papeles, al grito de "no vuelven más" que le ofrendaron los militantes de Cambiemos.

Peña, Rodríguez Larreta y Vidal se habían consolidado desde hace largos meses como la única mesa chica política de relevancia en torno al Presidente. El aplastante triunfo de Carrió en la ciudad de Buenos Aires -a su lado reconocen incluso que pudo haber perdido unos dos puntos en los últimos días-, el monumental avance de Cambiemos a nivel nacional, incluso en provincias eminentemente peronistas como Chaco y Salta, y la victoria en territorio bonaerense sobre Cristina Kirchner fortalecen definitivamente a los tres dirigentes más relevantes del macrismo detrás de Macri.

Peña es, como lo definen a su lado, "el corazón" del jefe de Estado. "Mi mayor verdugo", como lo definió el propio Presidente en un libro. El jefe de Gabinete fue el estratega principal de la campaña nacional. Visitó varias de las provincias en las que el oficialismo sorprendió con triunfos, como Chaco y Salta. Su inocultable ascenso político llegó a causar recelos hasta en el entorno más próximo de Macri. Lo sufrió Nicolás Caputo, el más íntimo de los amigos del Presidente.

Rodríguez Larreta fue insistente con Carrió. La convenció y la apuntaló. Le mostró lo que en el Gobierno porteño exhiben como principales logros de gestión. Santilli, jefe de campaña municipal, también hizo lo suyo. Ayer, el vicejefe la fue a buscar para ir a votar y la acompañó buena parte del día. Una relación que hasta a su lado llegaron a calificar durante la campaña de "surrealista".

En territorio bonaerense, los triunfos de Esteban Bullrich y Graciela Ocaña como cabeza de listas quedan solo para la estadística. La derrota de la ex presidenta es casi exclusivamente de Vidal. Fue, junto a Carrió y sin contar a Macri, la más ovacionada de la noche de ayer. Había, detrás del escenario, significativos festejos por la elección en municipios propios que habían sido adversos en las PASO, como Lanús o Pilar, y en otros gobernados por la oposición, como Tigre, San Martín o San Fernando. La estrategia bonaerense, comandada por Salvai, jefe de campaña, también logró acortar distancias en distritos adversos de la tercera sección, como La Matanza y Avellaneda.

La oleada triunfal de Cambiemos revitalizó ayer al Gobierno. Se palpó en los festejos. En los discursos. Le da mucho más oxígeno a Macri. Y empieza a adelantar, inevitablemente, la discusión futura por la sucesión, aún cuando la reelección de Macri, de no mediar imprevistos, es casi un hecho.

En ese sentido, el "especial" agradecimiento de la gobernadora a Peña durante su discurso no fue casual. A escasos metros se regodeaba Durán Barba, flanqueado por los candidatos bonaerenses y un puñado de funcionarios, como Fabián Perechodnik, Gustavo Ferrari, Federico Suárez o Mariano Mohadeb. Es la primera vez que el asesor ecuatoriano, cobijado desde hace años por el jefe de Gabinete, sube al escenario durante los festejos del PRO. En el 2015 estuvo a punto de hacerlo, pero sus dichos sobre el Papa Francisco durante el último tramo de la campaña presidencial obligaron a bajarlo.

Hace dos semanas, tanto Vidal en Infobae como Peña en los micrófonos de Luis Novaresio, en radio La Red, tuvieron que descartar sus deseos de suceder a Macri. "No tengo puesta mi libido en ser presidente", fue la frase que eligió el jefe de Gabinete. "No tengo ganas de ser presidente", lo imitó la gobernadora. "No creo que se dé la oportunidad", le dijo a este medio.

Hábil, Rodríguez Larreta, que nunca ocultó sus ambiciones presidenciales, suele decir entre sus íntimos que en la mesa chica del poder, en la que se sientan tres, hay solo dos cabeceras. "Con María Eugenia somos una sola persona", explica, según sus colaboradores.

Con excepción de Emilio Monzó, que no tuvo reparos en plantear públicamente sus diferencias estratégicas con el núcleo duro del oficialismo y que ayer solo estuvo entre bambalinas, detrás del escenario, la primera plana del PRO nunca va a ventilar tensiones en público y a dirimir proyecciones políticas a futuro. Mucho menos ahora, en medio de la resaca por la fiesta electoral de las elecciones legislativas. Se disimulan. Para eso hay cientos de horas despilfarradas en el taller de teatro y coaching de la calle Arenales de la actriz Cecilia Maresca, tan imprescindible para el macrismo de Durán Barba.

Fotos: Nicolás Stuberg