La majestuosidad de la cordillera de Pariacaca, una de las joyas de los Andes peruanos, ha sido captada en alta resolución desde el espacio por la misión Copernicus Sentinel-2. La imagen, tomada el 7 de diciembre tras el Día Internacional de las Montañas, permite apreciar tanto el imponente nevado como las transformaciones que ha sufrido este entorno a más de 5.700 metros sobre el nivel del mar, en el límite entre las regiones de Lima y Junín.
Un ecosistema extremo visto desde el espacio
El registro espacial muestra la cadena montañosa cubierta de nieve, con cumbres que superan los 5.000 metros de altitud. Para destacar las características del entorno, se utilizó el canal infrarrojo cercano del satélite, lo que resalta la vegetación en intensos tonos rojos. El resultado ofrece una visión única de los pastizales y arbustos resistentes al clima árido y a las condiciones extremas de altura; en los valles y zonas más bajas, el color se intensifica, indicando áreas de vegetación más densa.
El nevado Pariacaca se distingue como el pico blanco más prominente, un referente visual rodeado de otros colosos de la Cordillera Central. El terreno, agreste y accidentado, conforma un paisaje de excepcional belleza y relevancia ecológica para el centro del Perú.
Lagos de origen glaciar y la huella del cambio climático
La imagen revela además la presencia de numerosos cuerpos de agua, la mayoría de origen glaciar. En las zonas más elevadas, los lagos más jóvenes se ubican cerca de los glaciares, exhibiendo tonalidades esmeralda que se deben a diminutas partículas minerales suspendidas en el agua. Estos lagos actúan como espejos del estado actual de los glaciares, al reflejar tanto su belleza como su retroceso.
Uno de los datos más relevantes que arroja la observación aérea es la significativa reducción de la superficie glaciar. Calculan que aproximadamente el 50% de estos hielos ha desaparecido desde 1970, una transformación que se refleja en las zonas más bajas de las montañas, donde el terreno aparece gris, sin vegetación y con marcas evidentes del retroceso del hielo. Este fenómeno visualiza de manera impactante la magnitud del cambio climático en la región.
Glaciares: reguladores vitales del agua
El sistema glaciar del nevado Pariacaca desempeña una función esencial al actuar como “torres de agua”. Durante la temporada de lluvias, los glaciares almacenan agua helada, que luego va siendo liberada gradualmente en la época seca. Este mecanismo natural es clave para garantizar el suministro hídrico a las poblaciones de Lima y Junín, que dependen de estos ríos regulados por el deshielo.
El retroceso acelerado de los glaciares, sin embargo, representa un desafío de gran magnitud para la seguridad hídrica local. La alteración en los ciclos naturales de almacenamiento y liberación de agua puede derivar en un suministro menos predecible, afectando tanto la agricultura como la vida cotidiana de miles de personas.
Más allá del agua: riesgos y vigilancia científica
Además de su papel en la regulación del agua, los glaciares tienen influencia directa sobre la seguridad frente a desastres naturales. La reducción o desaparición del hielo incrementa la posibilidad de aluviones y avalanchas, fenómenos que han ocasionado importantes daños y víctimas en años recientes. La vigilancia espacial de estas zonas es crucial para anticipar riesgos y proteger a las comunidades vulnerables.
El difícil acceso a muchas áreas de la cordillera limita los estudios en terreno, por lo que misiones de observación terrestre como Copernicus Sentinel-2 son indispensables para monitorear y mapear el retroceso glaciar. El avance tecnológico facilita un seguimiento detallado de la crisis climática en uno de los paisajes más emblemáticos del Perú, ayudando a comprender y documentar la transformación constante de estas montañas.