El sur de Lima estuvo bajo amenaza ante la presencia de Los Piratas de Aragua, una organización criminal calificada como feroz por su modo de operar y su capacidad de planificación.
Según información de Panorama, la banda criminal de origen venezolano preparaba secuestros y extorsiones en balnearios exclusivos, con el objetivo de controlar a empresarios y desatar el miedo en zonas turísticas justo antes de la temporada alta del verano 2026.
El citado medio informó que los integrantes de Los piratas de Aragua empleaban métodos calculados para intimidar a sus víctimas. El grupo seleccionaba a personas con poder adquisitivo, principalmente empresarios, a quienes interceptaban para solicitar sumas elevadas de dinero a cambio de sus vidas.
Las acciones de la banda criminal incluían videos de tortura enviados a familiares para quebrar el temple de los afectados. Una víctima sufría golpes y amenazas mientras sus captores ordenaban: “Súbele el volumen” del parlante de música con el fin de ocultar los gritos de dolor y hacer más angustiante la extorsión, en palabras difundidas por el reportaje.
Las comunicaciones de los delincuentes presentaban una mezcla de amenazas directas y cortesía fingida. Uno de los líderes decía en una grabación: “Discúlpame la atribución, mi viejo. Si tienes niños ahí al lado, discúlpame la atribución. Escúchame. Esta (granada) la tengo para la licorería, ¿está claro?”, según extractos proporcionados por Panorama.
Además, los criminales no dudaban en detallar:“Tenemos pura explosiva, las que traspasan el chaleco. ¿Oíste? No hay manera de que policía ni nada. No copiamos”.
Alcance del grupo
El informe de Panorama precisó que la organización tenía su base de operaciones en el distrito de Cañete, y desde ese punto atacaba a sus objetivos.
Una de las metas principales era expandirse a los exclusivos balnearios de Asia, Punta Hermosa y Cerro Azul. El reporte indicó que la policía identificó una casa de playa alquilada en Cerro Azul que servía como centro logístico para ejecutar extorsiones y secuestros al paso contra veraneantes y empresarios.
Uno de los testimonios recogidos durante la investigación reveló: “Ya venían vigilando la zona y tenemos información, inclusive, que ya habían alquilado un inmueble en el balneario de Cerro Azul para de ahí también ser su centro de operaciones”. El plan del grupo consistía en presionar a sus víctimas mediante cartas, pintas en paredes y llamadas amenazantes para forzar pagos sistemáticos de cuotas de ingreso o de protección.
Amenazas y estructura
Los piratas de Aragua mostraban un desprecio total por la autoridad y no distinguían entre civiles o policías. En un audio difundido por Panorama, uno de los miembros expresó: “Mira, policía marico, yo habl claro. A ustedes yo no le tengo miedo, ¿oíste, mamaguevo? Ya yo he matado a varios policías aquí en Perú y todavía sigo vivo”.
Las amenazas se dirigían tanto a empresarios como a trabajadores de los locales identificados como potenciales blancos, según la fuente periodística.
La investigación señaló que cada integrante cumplía funciones específicas para capturar o extorsionar. El alias “El Orejas”, identificado como Jefferson José Contrera Flores, de 27 años, fue catalogado como uno de los responsables de la tortura de un empresario con el fin de exigir 100 mil soles a su familia.
Red de violencia y extorsiones
De acuerdo con Panorama, la organización extendía sus intimidaciones a través de múltiples métodos: disparos a propiedades, amenazas físicas y mensajes intimidantes.
“Cincuenta mil soles le pedían como cuota de ingreso o la famosa primera cuota. Alinearse era la única opción que le ofrecían”, recogió el reportaje, sustentado en la voz de un afectado. En algunos casos, los delincuentes indicaban a los propietarios de discotecas y casas que “te tenemos ubicado. O te alineas o te matamos”.
Durante la intervención policial, los agentes hallaron armas de fuego, explosivos, municiones, granadas y drogas escondidas tanto en vehículos como en inmuebles relacionados con la banda. Entre los detenidos se encontraba Anthony Daniel Maraima Carillo, de nacionalidad venezolana.
El operativo para desarticular la banda requirió el despliegue de fuerzas especiales, equipadas con fusiles y chalecos antibalas ante la peligrosidad de los delincuentes.