Frente a los rumores que han comenzado a girar con fuerza en torno a una posible regreso en la relación con Mario Irivarren, Onelia Molina, con voz serena y palabras escogidas, decidió dar su versión sin dramatismos. La joven modelo y estudiante de psicología eligió no dejarse arrastrar por la especulación y optó por sincerarse, desde un lugar de equilibrio.
Asegura estar centrada en sus estudios, en su trabajo con pacientes y en su familia, mientras comparte momentos con Mario “desde lo natural”. Su respuesta revela un proceso personal de sanación y una apertura emocional sin etiquetas impuestas ni escenarios anticipados.
Una calma conquistada tras el ruido mediático
Con la atención mediática girando en torno a su vínculo con el ex chico reality Mario Irivarren, Onelia Molina ha preferido no dramatizar ni alimentar teorías. En lugar de caer en titulares escandalosos, la joven decidió hablar desde la calma: “Estoy tranquila, estoy sanando”, dijo a América Hoy, marcando distancia del vértigo emocional que suelen provocar este tipo de situaciones.
La también odontóloga explicó que su energía está volcada a su formación profesional, al acompañamiento de sus pacientes y a su entorno más íntimo. El resto, parece decir con su tono pausado, irá tomando forma por sí solo.
Sin confirmar una relación ni negarla, Onelia reconoce que con Mario “todo está fluyendo”, una expresión que repitió con intención, como si se tratara más de una consigna que de una excusa. Ella y él comparten tiempo juntos, coinciden diariamente, pero sin prisas ni afán por definir lo que podría estar germinando entre ambos.
Un vínculo sin etiquetas ni guiones anticipados
Consultada sobre la frecuencia con la que ve a Mario Irivarren, Onelia no lo esquivó: “Todos los días nos vemos aquí”, afirmó, en alusión al espacio que comparten en ‘Esto es Guerra’. Sin embargo, se cuidó de encasillar lo que los une, y dejó claro que lo que sucede entre ellos no responde a una lógica de urgencias.
“Estamos compartiendo las cosas”, expresó, una frase que abre un abanico de interpretaciones, pero que en su esencia transmite complicidad sin compromiso forzado. “Se están dando, está fluyendo”, repitió, como quien descubre una conexión sin necesidad de rotularla ni explicarla con premura.
En una época donde las relaciones suelen definirse entre el “sí” o el “no”, Onelia se permite el “quizás”, el “vamos viendo”. Su sinceridad no niega, pero tampoco promete. Hay una apertura que respira autenticidad, lejos de las máscaras que suelen encender los focos de la farándula.
La sanación como prioridad y el presente como único plan
Para Onelia, todo parece partir de un espacio interior que ha venido cultivando. “Estoy enfocada en mis estudios, en mi profesión, en mis pacientes y en mi familia”, confesó, como quien ha aprendido a colocar las prioridades en el orden correcto. Su bienestar emocional, más que un discurso, suena a decisión.
No se muestra ansiosa por anticipar un futuro con Mario Irivarren, ni se siente presionada por las expectativas del público o la prensa del espectáculo. Más bien, se aferra al presente como el único terreno fértil para que las cosas —si deben darse— crezcan con raíz sólida.
Hay en su discurso una madurez poco frecuente en los círculos mediáticos. No evade el tema, pero tampoco se deja devorar por él. Elige la prudencia sin cerrarse, la sinceridad sin exhibicionismo. Y aunque la curiosidad de muchos por “la telenovela del año” sigue en aumento, ella prefiere ser autora de su propio guion.
En un medio que acostumbra a convertir cada encuentro en una historia de amor fulminante y cada silencio en un escándalo latente, Onelia Molina rompe el molde. No grita ni esconde, solo cuenta lo que quiere contar, a su manera. “Que todo fluya. No sabes qué pueda pasar más adelante”, dejó caer, como quien no se ata a predicciones ni a finales escritos de antemano.