En el marco del Día del Terapeuta de Lenguaje, que se celebra cada 19 de junio, especialistas advierten sobre un alarmante déficit de profesionales en el Perú capaces de atender las necesidades comunicativas de miles de ciudadanos.
Según cifras oficiales de la Encuesta Nacional de Hogares (ENDES) del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el país existen más de 532 mil personas con limitación permanente para oír, lo que impacta directamente en el desarrollo del lenguaje y la comunicación. Sin embargo, apenas hay unos 500 terapeutas de lenguaje colegiados para atender a esta población en todo el territorio nacional.
Una brecha que afecta el desarrollo y la inclusión
La escasez de terapeutas de lenguaje en Perú representa una seria barrera para la integración y el bienestar de personas que presentan dificultades auditivas o del habla. Cristian Mejía, Jefe de la Carrera de Terapia de Lenguaje de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, señala que esta brecha en la atención se ve agravada por un fenómeno reciente: el creciente uso intensivo de la tecnología en menores, que estaría afectando negativamente su desarrollo lingüístico.
“El uso excesivo de pantallas durante los primeros años de vida puede interferir en la adquisición natural del lenguaje, y eso genera más demanda de terapia especializada. Sin embargo, la disponibilidad de profesionales no crece al mismo ritmo, intensificando la crisis en un sector clave para el desarrollo humano y la inclusión social”, advierte Mejía.
Impacto social y educativo de la falta de atención
Las consecuencias de este déficit no son únicamente clínicas. Cuando no se atienden a tiempo los trastornos del lenguaje y la comunicación, se generan impactos a largo plazo en la educación, la autoestima, las relaciones sociales e incluso la empleabilidad de las personas afectadas. Para Mejía, el acceso a estos servicios no puede seguir siendo un privilegio para unos pocos, ya que el lenguaje es la herramienta básica para aprender, socializar y participar en la vida comunitaria.
“La falta de acceso a la terapia de lenguaje condena a miles de peruanos a vivir con una barrera invisible pero poderosa. No se trata solo de hablar bien o mal, se trata de ser comprendidos, de tener voz en el aula, en el trabajo, en la sociedad”, puntualiza el especialista.
¿Qué hace un terapeuta de lenguaje?
El rol del terapeuta de lenguaje es integral y va mucho más allá de corregir problemas de pronunciación. Estos profesionales están capacitados para prevenir, evaluar, diagnosticar e intervenir en trastornos de la comunicación humana. Según explica Mejía, las áreas que abarcan incluyen:
- Trastornos del habla: dificultades en la articulación, la fluidez (como la tartamudez) y la voz.
- Trastornos del lenguaje: problemas en la comprensión o expresión verbal.
- Trastornos de audición: tratamiento y rehabilitación de personas con hipoacusia.
- Funciones orales no verbales: como la deglución, es decir, el proceso fisiológico que permite tragar alimentos, líquidos o saliva.
El campo de acción de estos profesionales es amplio. Intervienen en hospitales, clínicas, centros de rehabilitación, colegios y consultas privadas. También trabajan con niños pequeños que presentan retrasos en el desarrollo del lenguaje, con adultos que han sufrido accidentes cerebrovasculares, o con personas que padecen enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer.
Más allá de la clínica: docencia, investigación y emprendimiento
La carrera de Terapia de Lenguaje ofrece múltiples oportunidades de desarrollo profesional. Además de la atención directa a pacientes, los terapeutas pueden dedicarse a la docencia, la investigación científica y la gestión administrativa de servicios de salud. Muchos también optan por el emprendimiento, estableciendo consultorios privados, centros de rehabilitación o empresas especializadas en servicios terapéuticos.
Este potencial de crecimiento, sin embargo, no está siendo aprovechado debido a la baja oferta formativa y a la escasa visibilidad de la profesión en la agenda pública. “Necesitamos políticas públicas que incentiven la formación de más terapeutas, así como campañas de sensibilización para que las familias reconozcan los signos de alerta en el desarrollo del lenguaje y busquen ayuda profesional a tiempo”, propone Mejía.
Urge una respuesta nacional
La solución al grave déficit de terapeutas de lenguaje en Perú no puede seguir postergándose. La atención a los trastornos de comunicación no es un lujo ni un complemento, sino una necesidad básica que impacta la calidad de vida de miles de ciudadanos y, en consecuencia, el desarrollo del país.
“Abordar este déficit no solo mejorará la calidad de vida de quienes viven con estas dificultades, sino que también fortalecerá el capital humano nacional. Una sociedad que comunica mejor, se entiende mejor. Y una sociedad que se entiende, crece unida”, concluye el especialista de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.