De acuerdo con el último informe “América Latina y el Caribe - Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024″, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 7% de la población en Perú enfrenta problemas de subalimentación. Este porcentaje equivale a aproximadamente 2.4 millones de personas que no logran consumir la cantidad mínima de energía alimentaria necesaria para llevar una vida activa y saludable.
El informe detalla que la subalimentación se mide a partir de datos oficiales proporcionados por los países, los cuales incluyen información sobre el suministro y consumo de alimentos, así como las necesidades energéticas de la población. Estos cálculos consideran factores demográficos como la edad, el sexo y los niveles de actividad física. Según la FAO, este indicador es clave para evaluar el progreso hacia la meta 2.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que busca erradicar el hambre y garantizar el acceso a alimentos suficientes para todas las personas.
La subalimentación, tal como se define en el documento, ocurre cuando una persona no consume alimentos suficientes para satisfacer sus necesidades energéticas durante al menos un año. Esto implica que no solo se trata de la cantidad de alimentos, sino también de su calidad nutricional, lo que afecta directamente el desarrollo físico y mental de quienes la padecen.
La inseguridad alimentaria afecta más a las mujeres peruanas
Otro aspecto destacado en el informe de la FAO es la prevalencia de la inseguridad alimentaria en Perú, que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Según los datos presentados, el 57.7% de las mujeres en el país enfrenta inseguridad alimentaria, en comparación con el 45.8% de los hombres. Esta brecha de género refleja desigualdades estructurales que agravan la vulnerabilidad de las mujeres frente a la falta de acceso a alimentos adecuados.
El documento señala que las mujeres suelen priorizar la alimentación de otros miembros de la familia, especialmente de los niños, lo que las deja en una posición de mayor riesgo de malnutrición. Además, enfrentan barreras como menor acceso a recursos económicos y responsabilidades desproporcionadas en el cuidado del hogar, factores que limitan su capacidad para garantizar una dieta suficiente y balanceada.
La inseguridad alimentaria, según la FAO, no solo implica la falta de alimentos, sino también la incertidumbre sobre su disponibilidad futura. Esto puede generar estrés y afectar la calidad de vida de quienes la padecen, especialmente en contextos de desigualdad como el que enfrentan muchas mujeres peruanas.
Un desafío para el desarrollo sostenible
Los datos presentados por la FAO subrayan la urgencia de abordar la subalimentación y la inseguridad alimentaria en Perú como parte de los esfuerzos globales para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La meta 2.1 de los ODS busca garantizar el acceso a alimentos suficientes para todas las personas, especialmente las más vulnerables, como las mujeres y los niños.
El informe también destaca la importancia de implementar políticas públicas que promuevan la igualdad de género y mejoren el acceso a recursos económicos y educativos para las mujeres. Estas medidas son esenciales para reducir las brechas de género en la seguridad alimentaria y garantizar que todas las personas puedan llevar una vida activa y saludable.
En un contexto donde millones de peruanos enfrentan dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas, los datos de la FAO son un llamado a la acción para gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad en general. La lucha contra el hambre y la malnutrición no solo es un imperativo moral, sino también una condición indispensable para el desarrollo sostenible del país.