Con una pasión insaciable por la cultura prehispánica, documentó tradiciones, preservó antigüedades y grabó la música andina. Hans Heinrich Brüning dejó huella en la historia del Perú como investigador y fundador de un museo icónico.
Brüning, ingeniero y lingüista nacido en Alemania en 1848, emprendió un viaje transformador al Perú en 1875. Llegó inicialmente como mecánico, pero su curiosidad lo llevó a adentrarse en las raíces culturales y arqueológicas del país.
Establecido en Lambayeque, comenzó a explorar haciendas y a relacionarse con comunidades locales. Desde temprano mostró interés por el patrimonio peruano, recopilando objetos y fotografiando paisajes y costumbres.
Su vocación por la arqueología nació tras conocer al especialista Adolph Bandelier. Inspirado por este encuentro, Brüning documentó edificaciones antiguas y recolectó piezas arqueológicas. Su mirada meticulosa y habilidades como dibujante le permitieron crear registros detallados que hoy son referencia para investigadores.
Un viajero con sed de conocimiento
En 1875, con apenas 27 años, Brüning dejó su natal Alemania para arribar al puerto del Callao. Cinco días después, desembarcó en Eten, Chiclayo, donde trabajó como mecánico en una hacienda azucarera. Su llegada al Perú marcó el inicio de una travesía intelectual y cultural que lo llevaría a convertirse en uno de los investigadores más respetados del país.
En 1883, su pasión por la arqueología se encendió tras conocer al experto Adolph Bandelier. Inspirado por su mentor, Brüning utilizó su cámara fotográfica para capturar imágenes de estructuras precolombinas y objetos cotidianos, al tiempo que adquiría piezas arqueológicas, entre ellas ceramios, herramientas y adornos. Así nació su colección personal, destinada a convertirse en un museo.
Un pionero en la etnografía y la música
Brüning no solo se dedicó a la arqueología. Su interés por la cultura viva lo llevó a registrar la música tradicional peruana. En 1910, con un fonógrafo de Edison, logró grabar el primer huaino documentado en audio en Perú. Este hito se realizó en Eten, donde capturó la interpretación de Manuel Quesñay y sus hermanos, considerados virtuosos de la flauta y la cajita.
Su capacidad para integrarse con las comunidades locales fue clave en su trabajo. En Lambayeque, se ganó el respeto de los pobladores y estableció relaciones estrechas con más de cien compadres. Esta cercanía le permitió recopilar historias orales, costumbres y rituales que plasmó en escritos etnográficos y artículos publicados en revistas internacionales.
El museo que guarda la historia de Lambayeque
En 1916, tras acumular una vasta colección arqueológica, Brüning decidió vender parte de sus piezas al gobierno peruano. Su casa en Chiclayo se transformó en el Primer Museo Regional del Perú, albergando cerámicas, ornamentos de metales preciosos y tallados en madera pertenecientes a las culturas Lambayeque, Moche y Vicús.
El museo fue trasladado a un nuevo edificio en 1966, con una estructura moderna que incluye cuatro pisos de exposiciones. Entre sus salas destacan la dedicada a los orfebres, que exhibe piezas de oro y plata, y la sección multimedia, que ilustra la historia y las tradiciones del norte peruano.
Un adiós en silencio
Brüning dedicó 50 años de su vida a Perú. Sin embargo, en 1925, aquejado por problemas de salud y con 77 años, decidió regresar a Alemania. Su despedida fue discreta. Partió del puerto de Eten en una tarde lluviosa, sin ceremonias ni despedidas
El Museo Nacional Brüning, en Lambayeque, sigue siendo un faro de conocimiento. Sus exposiciones resaltan la evolución cultural de la región y rinden homenaje al hombre que dedicó su vida a documentar y proteger el alma histórica del Perú.