El perro sin pelo del Perú: así fue como pasó de ser un ‘animal maligno’ a convertirse en Patrimonio cultural

Conocido por su aspecto inusual y sus características especiales, este can ha sido parte fundamental de la cultura peruana desde hace siglos.

A pesar de su historia rica, el perro sin pelo del Perú enfrentó momentos difíciles, especialmente durante la colonización. Sin embargo, la tenacidad de algunos ayudó a mantener viva la raza. (Paradais Sphynx)

El perro sin pelo del Perú es uno de los símbolos de la diversidad y la riqueza cultural del país. Esta raza exótica, también conocida como “viringo”, es famosa por su apariencia inusual y su agilidad.

A lo largo de la historia, ha desempeñado un papel importante en la vida cotidiana de los peruanos, siendo considerado un compañero leal y un ser lleno de misticismo.

Orígenes Ancestrales

Conocido como viringo, el perro sin pelo del Perú tiene raíces que se remontan a civilizaciones preincaicas. Su presencia se documenta en artefactos antiguos que atestiguan su rol en la sociedad. (Miguel Vera)

La historia del viringo se remonta a las civilizaciones preincaicas, donde su presencia se documentó en cerámicas y otras manifestaciones artísticas. Estos caninos han estado presentes en la región desde aproximadamente 300 a 500 años a.C. Su imagen, inmortalizada en artefactos de épocas antiguas, nos brinda un vistazo a su rol como mascotas y guardianes de las comunidades.

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En tiempos de los Incas, se creía que este animal poseía cualidades curativas, convirtiéndose en un aliado de chamanes y curanderos durante rituales espirituales.

La conexión entre el viringo y el mundo espiritual ha dejado una huella profunda en la cultura peruana, simbolizando la intersección entre lo físico y lo místico.

Resiliencia y supervivencia

La historia del perro peruano sin pelo está marcada por momentos difíciles. A pesar de ser considerado un "animal maligno" por colonizadores, su legado ha sobrevivido gracias a sus defensores. (Andina)

A pesar de su historia rica y simbólica, el viringo enfrentó periodos difíciles, especialmente durante la colonización española en el siglo XVI.

Los colonizadores, al encontrarse con esta raza peculiar, la catalogaron como un “animal maligno”, lo que contribuyó a su declive.

Sin embargo, la tenacidad de algunos pobladores ayudó a mantener viva la especie. Aquellos que conocían las leyendas sobre sus propiedades terapéuticas se convirtieron en sus defensores, cuidando de los pocos ejemplares que quedaban.

Esta lucha por la supervivencia culminó en la creación de organizaciones dedicadas a la protección y promoción del perro sin pelo.

Reconocimiento y Patrimonio Cultural

Gracias a esfuerzos de conservación, el perro sin pelo del Perú ha logrado un estatus oficial como patrimonio cultural. Su relevancia en la historia del país se ha reafirmado a lo largo del tiempo. (Andina)

La importancia del viringo no pasó desapercibida. Con el tiempo, el Comité Nacional para la Protección del Perro Peruano sin Pelo formalizó su estatus como raza oficial, reconociéndolo como un Patrimonio Cultural de la Nación.

Además, el Instituto Nacional de Cultura se comprometió a garantizar que ejemplares de viringo estuvieran presentes en museos y sitios arqueológicos a lo largo del país, asegurando así su visibilidad y continuidad.

Este respaldo oficial ha contribuido a elevar la raza a un nuevo nivel de respeto y aprecio dentro y fuera de las fronteras peruanas.

En el mundo

El viringo también ha ganado reconocimiento en el ámbito internacional. En 1985, la Federación Cinológica Internacional (FCI) lo registró oficialmente como perro sin pelo del Perú, categorizándolo en el grupo de razas primitivas. Este estatus reafirma su pureza y la falta de variaciones morfológicas desde sus orígenes.

A nivel mundial, el viringo ha comenzado a recibir la atención que merece. Iniciativas como “Incas’ Gold” reflejan el creciente interés por esta raza única, evidenciando su valor cultural. (Andina)

En lo que se refiera al Perú, es el Kennel Club Peruano el que juega un papel fundamental en la preservación de la raza, registrando a los perros y promoviendo la cría responsable.

La historia del perro sin pelo del Perú es un testimonio de la rica herencia cultural del país. A través de los esfuerzos colectivos de aquellos que valoran su singularidad, la raza ha logrado resurgir de las sombras de la extinción.

Su presencia en la vida diaria de muchos peruanos es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, hay una belleza inherente en la diversidad que puede ser celebrada y preservada para las generaciones futuras.

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