En la zona de Pañamarca, ubicada en el valle de Nepeña, se ha registrado un nuevo hallazgo arqueológico que enriquece aún más la cultura mochica. Los profesionales peruanos detrás del hallazgo encontraron unos finos murales, de dos metros de largo y un metro ochenta de alto, en la provincia de Santa, Áncash.
Una publicación de la agencia Andina, la arqueóloga peruana Jessica Ortiz Zevallos, indicó que el trazo forma parte de la línea finas de características de la cerámica mochica. Expreso que, por acontecimientos afortunados, se ha logrado conservar la pintura en un mural de estado intacto.
Hallazgo arqueológico
Lo que se ha descubierto han sido estructuras revestidas con mortero de barro y pintados con una capa blanca. Sobre esta superficie se han realizado las líneas de dibujos.
Un legado de los mochicas
Se estima que los antiguos mochicas clausuraron estos espacos para su conserbación. Las entradas se taparon con adobe, un material frágil. Ortiz señala que, para el siglo XIX, hay descubrimientos de otras figuras y que con el paso del tiempo han desaparecido.
Otro factor que se va a considerar para su conservación son las condiciones climáticas a la que esta zona se encuentra expuesta. Con las medidas adecuadas, se evitará que las estructuras se vean dañadas, así como su decorado.
Aunque el diseño en su gran tamaño llamó la atención de los arqueólogos, hay ciertos puntos que se han mantenido tapados para evitar su erosión.
Otro alcance a precisar es que el tamaño de los muros y su ubicación darían señales de ser un recinto sagrado al que no cualquier persona podría ingresar. Por ejemplo, este escenario pudo albergar a los sabios ancianos o los líderes de las comunidades.
Descubriendo los diseños mochica
Entre los murales que quedaron expuestso se encuentra el de un personaje de dos rostros que tiene un abanico de plumas en una mano, y en la otra una copa de la que beben cuatro colibríes. Esta forma podría aludir a algún tipo de ritual de sacrificio y a los “reinos cósmicos” de la cosmovisión mochica.
Un hecho que llama la atención es que los dibujos no representarían deidades, sino humanos, ya que no lucen colmillos, colas y otras características de su simbología.