La caída de las ideas progresistas

Tan preocupados estuvieron en estos años en no hacerle el juego a la derecha, que acabaron haciéndoselo

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Más allá de los resultados, las PASO 2023 marcaron la caída de las ideas progresistas (EFE/David Fernández/Archivo)
Más allá de los resultados, las PASO 2023 marcaron la caída de las ideas progresistas (EFE/David Fernández/Archivo)

En las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), celebradas el 13 de agosto, el peronismo salió tercero por primera vez en su historia. A su vez, está perdiendo la cuarta de las últimas cinco elecciones nacionales.

La que supo ser la fuerza política más importante de nuestro país se degrada a la vista de todos y nadie puede predecir dónde está su piso.

En paralelo a esta debacle, hay otra caída que no hace tanto ruido, pero que también es estructuralmente muy importante. Es la caída de las ideas progresistas.

Según el diccionario Larousse de la Lengua Española, el progresismo es “la doctrina política y social que defiende las ideas avanzadas, en especial aquellas que propugnan el estado del bienestar, el desarrollo cultural, la defensa de los derechos civiles y un cierto reparto de la riqueza”.

En Argentina, esa doctrina estuvo representada en los últimos tiempos por el peronismo del siglo XXI y algunos satélites de supuesta izquierda, teniendo su auge en el inicio de la presidencia de Néstor Kirchner.

En este 2023, las ideas del progresismo cayeron en desgracia, dentro del propio peronismo, cuando eligió como su principal candidato a presidente a Sergio Massa, su opción más conservadora.

En el plano general, si analizamos los resultados finales de las PASO, vemos que los candidatos a presidente progresistas (Juan Grabois más todas las alternativas de izquierda) sumaron sólo 10% de los votos.

Más allá de tendencias internacionales, donde el progresismo tiene algunas crisis, en Argentina ese magro resultado tiene nombre: “Gestión Fernández Fernández”.

Alberto Fernández y Cristina Fernandez de Kirchner en la apertura de sesiones del Congreso el 1° de marzo de 2023 (REUTERS/Tomas Cuesta)
Alberto Fernández y Cristina Fernandez de Kirchner en la apertura de sesiones del Congreso el 1° de marzo de 2023 (REUTERS/Tomas Cuesta)

La gestión de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, a quienes se les sumó luego como superministro Sergio Massa, fue definitivamente mala.

Vacunas estadounidenses que llegaron al país seis meses tarde, una inflación sólo superada por Venezuela y Zimbabue y una inseguridad muy alarmante son sólo tres de las múltiples calamidades que nos aquejaron desde el 10 de diciembre de 2019.

Pero no es sólo una mala gestión lo que provoca la caída del progresismo. En paralelo, hubo un horrendo programa de comunicación y relaciones públicas que convirió a un montón de causas muy nobles en una caricatura de sí mismas.

Vemos algunos ejemplos.

El presidente Alberto Fernández fue el rey del dislate. Quien antes de ser candidato se había despachado con declaraciones como “peronismo patético” y “Cristina sostiene a un encubridor de desapariciones”, cuando llegó al poder las olvidó y prefirió otras igual de tristes como “lo que nos hace evolucionar no es el mérito”, “no es delito adelantarse en la fila”, “los mexicanos salieron de los indios y los brasileros de la selva” y “prefiero tener 10% más de pobres y no 100 mil muertos”, entre otras.

La vicepresidente Cristina Fernández hizo pocas declaraciones en público y casi siempre ligadas a su micromundo (sus causas judiciales, el intento de atentado que sufrió, etc.). Si bien siempre fue mucho más coherente que Alberto Fernández, sus largos silencios acompañaron su ausencia en la gestión. Todo un mensaje.

La portavoz del presidente, Gabriela Cerruti, no se quedó atrás. Entre las múltiples perlas que dejó, es muy recordado su diálogo con la ministra española Irene Montero, a quien le dijo que las piedras que estaban en Plaza de Mayo, en homenaje a los muertos por Covid, eran “piedras de la derecha”.

Irene Montero, Gabriela Cerruti y "las piedras de la derecha"
Irene Montero, Gabriela Cerruti y "las piedras de la derecha"

Montero tampoco se inmutó ante tamaña barbaridad. ¿Qué se puede esperar de quien se escandaliza públicamente por un beso “robado”, pero no por la excarcelación de violadores producto de una ley que ella misma promovió? Sí amigos, la zoncera del progresismo argentino también tiene a su “madre patria”.

Volviendo a Argentina, fuimos testigos de ministras de la Mujer más preocupadas por apoyar causas políticamente correctas que por reducir la violencia de género. Interventoras del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) muy indignadas por discriminaciones que provocan ajenos pero nunca por las propias. Referentes de derechos humanos que sólo militan “los derechos humanos de los 70″. La Cámpora convertida en un grupo de influencers. Líderes de opinión (periodistas, artistas, feministas extremas, etc,) que no se salen del manual “progre”. Y una larga lista de etcéteras…

En off y en on, muchos han llegado a decir que aunque correspondería hacer tal o cual cosa, no lo harían para “no hacerle el juego a derecha”. Tan preocupados estuvieron en eso los progres argentinos durante estos cuatro años, que convirtieron su relato en una bufonada que… ¡le hizo el juego a la derecha!

Hoy, algunas conquistas reales corren el riesgo de quedar sepultadas por la ley del péndulo.

Stop.

Blockbuster supo ser una cadena norteamericana líder de videoclubes que, con 10.000 negocios, llegó a controlar el 25% del mercado mundial. Ante nuevas formas de consumo electrónico como Netflix, la cadena no supo redefinir su misión a tiempo, perdió gran parte de su negocio y en 2010 se declaró en bancarrota.

Si sigue así, el progresismo argentino va a terminar como Blockbuster.

[El autor es consultor y profesor universitario de Relaciones Públicas (UP, UNLZ, UCES, UAI), autor del libro “Píldoras de relaciones públicas”, orador TEDx]

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