La OEA necesita recuperar vitalidad diplomática

El organismo debería reflexionar sobre los diversos factores que han reducido la eficacia del organismo hemisférico

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El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro (EFE/ Lenin Nolly)
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro (EFE/ Lenin Nolly)

La Organización de los Estados Americanos (OEA) necesita recuperar vitalidad diplomática. Ningún otro órgano regional tiene el cuerpo jurídico, la estructura y los programas de cooperación y asistencia técnica de la OEA. Tampoco existe un organismo regional o subregional comparable en la defensa de los derechos humanos y la democracia. La Carta Democrática Interamericana, el sistema interamericano de los derechos humanos, integrado por la Comisión (CIDH) y la Corte de San José, han demostrado ser de vital importancia en la historia política de América Latina. Las misiones de observación electoral son otro pilar.

Los intentos de dar prelación a organismos subregionales o regionales sobre la OEA no están demostrando mayor eficacia que la ella en la defensa de la estabilidad democrática, las libertades individuales y los derechos humanos. Los Estados miembros de organismos regionales, principalmente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), deberían evitar ejercicios para reemplazar o desplazar a la OEA y, en cambio, procurar mayor armonía a través de una redistribución de responsabilidades para una más provechosa concertación diplomática tendiente a aumentar la efectividad en el fortalecimiento de la democracia y la tutela de derechos y libertades fundamentales.

La OEA, a su vez, debería reflexionar sobre los diversos factores que han reducido la eficacia del organismo hemisférico. Uno, dado por la sobre exposición del Secretario General que ha afectado el papel de facilitador creíble ante regímenes no democráticos y otras crisis regionales. Otro, de carácter financiero: Estados Unidos aporta alrededor del 60% de los fondos regulares del organismo, es decir que es casi superior a la suma de las contribuciones de los restantes miembros. Esta anomalía repercute en la confianza en la OEA.

América Latina y el Caribe necesitan replantear los proyectos de integración y dar nuevo impulso a las relaciones intrarregionales y hemisféricas. En las actuales circunstancias globales, la fragmentación y la debilidad del multilateralismo regional atentan de manera sensible con los desafíos de fijar estrategias de interacción regional y de inserción global.

Es hora de impulsar un enfoque renovado para que la OEA recupere vigor diplomático. Hacerlo redundará en beneficio de todos los Estados Americanos. La Argentina, como en otros momentos críticos de la historia interamericana, tiene la oportunidad de contribuir en ese sentido en particular ante la perspectiva de que asuma la próxima presidencia pro tempore de la CELAC.

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