El valor de las palabras y sus efectos

La lengua española distingue entre los errores privados y los públicos. Los políticos no cometen “errores” sino “furcios”. Y el furcio verdadero es la incapacidad de acordar

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En los últimos tiempos, la política nos ha estado distrayendo de los temas centrales, aquellos que le deberían preocupar, a consecuencia de los furcios reiterados a uno y otro lado de la grieta (Reuters)
En los últimos tiempos, la política nos ha estado distrayendo de los temas centrales, aquellos que le deberían preocupar, a consecuencia de los furcios reiterados a uno y otro lado de la grieta (Reuters)

Lamentablemente, en los últimos tiempos, la política nos ha estado distrayendo de los temas centrales, aquellos que le deberían preocupar, a consecuencia de los furcios reiterados a uno y otro lado de la grieta.

El presidente Alberto Fernández nos agobió con furcios nacionales e internacionales. Dicen que se llamará a silencio. Salud para todos. La mano amiga de Eduardo Duhalde considera que duerme poco y no está bien. Aprovechando ese espacio que brindó el silencio mediático Mauricio Macri se reincorporó a la vida pública con uno de esos furcios que merecen ser calificados como “atómicos”, de alto riesgo e insuperables.

En estos días la oposición ha estado cargada de furcios. Una de sus espadas más elocuentes, el ex jefe del bloque de senadores kirchneristas, Miguel Ángel Pichetto regresó al territorio literario de Carlos Ruckauf y Fernando de la Rúa. ¿Por qué? Dijo: “A veces de los laberintos se sale para arriba, es una metáfora borgeana”. Para un peronista confundir a Jorge Luis Borges, un antiperonista de ley, con Leopoldo Marechal “el escritor” peronista (que fuera amigo de Borges antes de ser peronista) y al comentar la metáfora más socorrida en el discurso político argentino desde hace 40 años, espetó un furcio de tamaño mayor. Borges, admirable, no es lo mismo que Marechal, admirable también, pero en otra vena.

Pero, en el marco de sus habituales referencias críticas a los curas villeros, al Papa Francisco, a la Iglesia Católica -de la que no comparte la Doctrina y es su opinión legítima y respetable- don Miguel Ángel dijo “Yo lo respeto mucho (al Papa) como jefe ecuménico, como autoridad religiosa, pero no creo en las coincidencias. Cada vez que habla hay un mensaje político para Argentina”. “Justo cuando en Avellaneda quieren quedarse con los terrenos ociosos, cuando Grabois sale a tomar tierras, él dice esto”, sobre que la propiedad de los bienes es un derecho natural, pero un derecho natural secundario, sometido al “bien común”.

MIguel Ángel Pichetto asoció el mensaje del Papa sobre el derecho a la propiedad privada al pensamiento de Juan Grabois
MIguel Ángel Pichetto asoció el mensaje del Papa sobre el derecho a la propiedad privada al pensamiento de Juan Grabois

Doctrina tan vieja como lo es la mirada social de la Iglesia, cuyos primeros mensajes se encuentran en el Evangelio y en las Cartas de los Apóstoles, particularmente en San Pablo. Francisco no ha inventado nada. No es un “revolucionario” de la Doctrina, diría todo lo contrario es, como debe ser la Cátedra de Pedro, un “conservador” que transmite en palabras contemporáneas, sencillas, audibles, un mensaje que está dentro de lo más valioso de la cultura occidental.

El rechazo de Pichetto tiene que ver con una lectura “a histórica” y “a geográfica”, si cabe, de las palabras de -como él mismo reconoce- de un líder ecuménico. Una lectura “ombliguista”: todo tiene que ver conmigo.

Asociar de uno u otro lado de la grieta, la palabra de Francisco a los “partidos”, el aquí y ahora, es una estupidez. Y es lo que hizo y hace don Miguel Ángel en forma continuada: se cuelga de la sotana para impactar en los medios.

Asociar de uno u otro lado de la grieta, la palabra de Francisco a los “partidos”, el aquí y ahora, es una estupidez (Reuters)
Asociar de uno u otro lado de la grieta, la palabra de Francisco a los “partidos”, el aquí y ahora, es una estupidez (Reuters)

Imagínese Pichetto si esas asociaciones le caben a San Juan Pablo II, que terminó con el comunismo de Polonia, cuando Eric Hobsbawm -el eminente historiador marxista- reflexionó diciendo “el Papa es el único contemporáneo de peso que condena la inmoralidad del sistema capitalista”. Guau!!

El bien común

Me pregunto ¿qué otro fundamento ético tendrían todas las políticas de bien común que hoy se discuten en el planeta sobre el medio ambiente si no estuviéramos hablando de derecho natural primario y secundario?

El “bien común” es lo que -en definitiva- rige todas las Constituciones, más allá que -en la práctica- el “bien común” no sea el rumbo que rige todas las actividades públicas.

Esta afirmación, el bien común como “el derecho primario”, es más vieja y tan noble como el ideal de la democracia que, desde la Revolución Francesa, establece la necesidad idéntica de libertad e igualdad, solo armonizables por la dominancia de la fraternidad que aquí, como vemos, no se predica. Entre furcios y por qué no liviandad en los juicios se va tejiendo una maraña inimaginable de increíbles contradicciones.

Entre furcios y por qué no liviandad en los juicios se va tejiendo una maraña inimaginable de increíbles contradicciones

La grieta política nacional ha llevado a que el líder de la Iglesia Católica sea objeto de amores y odios partidarios. No por los hechos o los dichos, sino por la abundancia de interpretaciones fuera de contexto histórico y geográfico. En el planeta sigue siendo un líder indiscutido y de alto registro moral. ¿En las Pampas Chatas se “crece” tirando para abajo?

Camino a las elecciones

El éxito en la vacunación y la inmunidad de rebaño antes de las elecciones de medio término; el acuerdo o conversaciones confirmatorias de esa posibilidad con el Club de París y el FMI; la desaceleración consistente de la inflación en los próximos cuatro meses; la recuperación de la actividad con aumento del empleo; el aumento en el nivel de consumo; la acumulación de reservas, serían todos impactos positivos que Alberto Fernández podría sostener como propios. Naturalmente, es muy difícil que todos y cada uno se presenten a escena.

Pero, el Presidente no sólo no tiene territorio sino que tampoco tiene liderazgo. Esos éxitos (improbables) que acabo de señalar no son cosechables para una eventual candidatura a la reelección. Llegó a la presidencia y no pudo construir un liderazgo. Sin discurso articulador, los éxitos -si los hubiera- no son computables para sumar voluntades: la política no funciona así.

El Presidente no sólo no tiene territorio sino que tampoco tiene liderazgo
El Presidente no sólo no tiene territorio sino que tampoco tiene liderazgo

¿Y si hubiera una derrota electoral del oficialismo? ¿Habría un giro de política económica? ¿Cristina Fernández de Kirchner leería una derrota electoral como un mensaje destinado a rectificar el rumbo o, por el contrario, pensaría que debe redoblar la marcha en la misma dirección?

En la naturaleza revelada de Cristina Fernández de Kirchner y en la de Axel Kicillof, está la idea de la imposición y no hay derrota, mientras conserven el timón, que les induzca a reflexionar sobre el rumbo. No cambiará, está en su naturaleza.

¿Cuál es entonces la consecuencia posible en la economía a partir de los resultados electorales? ¿Es decir los resultados electorales tienen potencialidad para que logremos los objetivos que urgentemente necesitamos tratar de alcanzar? Todos deseamos en lo económico lograr el pleno empleo productivo y extinguir la pobreza.

Ese objetivo combinado, para ser sostenido en el tiempo, requiere de otras condiciones: que las cuentas externas estén y den señales de estar en equilibrio a futuro; que las cuentas públicas puedan cerrar con financiamiento cuyo costo vaya por detrás de la tasa de crecimiento esperada; que las expectativas sean de estabilidad de precios. No son todos los objetivos. Pero sin duda son imprescindibles para todos los demás.

Las condiciones de partida están alejadas de los objetivos. No habría demasiada discusión acerca de los objetivos. Pero si respecto de los instrumentos para lograrlos

Las condiciones de partida están alejadas de los objetivos. No habría demasiada discusión acerca de los objetivos. Pero si respecto de los instrumentos para lograrlos.

En este campo, el de la economía, las elecciones, cualquiera sea el resultado, no nos van a aproximar a consensuar los instrumentos. Menos aún si recordamos cuestiones tan lejanas a la política cotidiana como la imagen del Papa, el Jefe Universal de la Iglesia Católica, que señalan lo hondo que están calando estas broncas. Las elecciones no borran la grieta.

Por otra parte, el futuro electoral es incierto. Si ante la incertidumbre del resultado en las bancas, quienes conducen, en uno y otro lado de la grieta, entienden que antes de que se dirima ese impasse hay una oportunidad para acordar en los instrumentos para lograr esos objetivos que todos deseamos, estos meses son una oportunidad.

Elisa Carrió ha advertido de lo difícil que es, para la oposición, acordar. Los hechos de gobierno nos señalan lo difícil que es el entendimiento para conducir el Estado atomizado en fracciones. Se está haciendo tarde. Nadie ilumina.

El furcio mayúsculo no es el de esas pequeñas pedanterías culturales, el furcio verdadero es la incapacidad de acordar como alcanzar los objetivos. Tal vez después de las elecciones sea demasiado tarde.

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