Para tener una red de contención política hace falta ir tejiendo muchos puntos

En este año electoral hay una buena noticia para el oficialismo: la economía, de no mediar un accidente, crecerá a una tasa “china”, según la jerga periodística de los últimos años. Prerrequisitos

Compartir
Compartir articulo
La convocatoria al Consejo Económico y Social es un buen punto de partida, si se aspira al consenso real para poder transformar la reactivación en desarrollo (Adrián Escandar)

El rebote, si bien no es más que eso, es una muy buena noticia en un páramo de estancamiento que, si continúa, se haría muy difícil la elección para el gobierno y la vida para los argentinos. En 2021 podremos crecer hasta 8% en el cómputo del PBI. La cifra es una mezcla de algunos cálculos de lo que está pasando y de la presencia del viento de cola del alza del precio de la soja y de la ampliación de la cuota de DEG´s del Fondo Monetario Internacional. Todas buenas, pero como vemos, dos al menos dependen de otros, no de nosotros. Es suerte, no mérito.

Imaginemos que la pandemia, gracias al necesario avance de la vacunación, no se convierte en un agente de una catástrofe nacional y, consecuentemente, en la electoral para el gobierno. Es muy probable que la catástrofe no ocurra y es lo que todos deseamos. Conviene tener en cuenta que de no avanzar con el acuerdo con el FMI y además pegarle patadas al acreedor, puede hacer que, en el cimbronazo, la estantería, amarrada con alfileres, se desplome. ¿Sería un accidente?

El encargado de evitarlo es el ministro Martín Guzmán. En los próximos meses veremos qué decisiones de política económica, para la cancelación de la deuda gigantesca con el FMI, se adoptan. El acuerdo es para ver cómo y cuándo pagamos.

En los próximos meses veremos qué decisiones de política económica, para la cancelación de la deuda gigantesca con el FMI, se adoptan

Guzmán, como es lógico, quiere pagar lejos y posponer -hasta una cierta normalización- las medidas destinadas a generar ahorros para ese menester. Todo indica que podrá lograrlo si lo dejan. Perturban los aliados no los de afuera.

El desplome de la estantería comienza con el salto del dólar libre. Ese es el principio, no el final. Un infarto del dólar, antes de las elecciones, mandaría a la campaña oficialista al quirófano.

Fuente: Secretaría de Finanzas

El ministro de Economía cuenta con el favor de Kristalina Giorgieva, que entre Joseph Stiglitz y el Papa Francisco, la han hecho amiga de la Argentina. Una especial consideración, es un punto a favor. Sólo un punto. Para tener una red de contención hacen faltan muchos puntos para unir tejiendo.

Algunos puntos son la difícil gestión económica, la compleja situación social, las relaciones internacionales y la articulación política interna. Unirlos en positivo no es fácil. Arar para sembrar el acuerdo con el FMI puede hacer más compleja la realidad social. La política internacional, que marcha aproximándose a la emergencia pro china, puede alejarnos del cariño occidental; y la política nacional está más cerca de la desarticulación que de lo contrario.

Nada hay en el escenario que nos augure un escenario sin contratiempos. Pero podremos crecer a esa tasa. Hay que materializarlo y tratar de no impedirlo. Los fundamentos de este rebote de crecimiento son frágiles. No nos empuja una fuerza arrolladora de progreso. En esta condición sofocante, una brisa leve se convierte en un refresco aliviador.

Ese número del 8% de aumento del PBI, posible y satisfactorio, resultará luego de haber caído 10% en 2020 y de vivir en una economía que permanece estancada hace décadas. En ese marco crecer es una mejora evidente, pero la situación dista de ser estimulante.

Una situación económica es estimulante cuando el sector privado expresa pasión inversora. Eso no está. El Gobierno no parece ocuparse de eso. O porque no cree que mejorar la dieta de los que invierten los atrae, o porque tiene tal fe en los resultados de corto plazo que cree que ellos serán suficientemente estimulantes.

Una situación económica es estimulante cuando el sector privado expresa pasión inversora. Eso no está

Cualquiera sea la razón, el Gobierno no tiene como ocupación promover la inversión.

Raramente ocurre en un escenario que no es estimulado por los gobiernos. No ha ocurrido en toda la historia del capitalismo y tampoco ocurre ahora en el Planeta Tierra.

Pero, a pesar de ello y que algunos funcionarios del gobierno, los más leídos, no pueden ignorar que es así, el gobierno no ha expuesto hasta ahora, puede que lo tenga en un baúl, un programa de desarrollo que es un conjunto de objetivos concretos e instrumentos más concretos aún que exponen los incentivos. Eso no está.

Sin vocación por la inversión para el desarrollo

La convocatoria al Consejo Económico y Social va en dirección a llenar ese casillero vacío. Pero, como reza el convite, es un producto que madurará en 1.000 días. ¿Un desierto de inversiones hasta entonces? Ese programa de desarrollo no estuvo en el primer discurso del Presidente al Congreso en 2020 y tampoco en el discurso del primero de marzo de 2021.

El programa de desarrollo no estuvo en el primer discurso del Presidente al Congreso en 2020 y tampoco en el discurso del primero de marzo de 2021 (Comunicación Senado)

Alberto Fernández mencionó, además de la habitual apelación al litio y seguramente a Vaca Muerta, la explotación del cannabis medicinal como un eje de desarrollo, junto a la electromovilidad. Está bien.

En un país sin ferrocarriles, que los tuvo y que muchos de los que hoy gobiernan o los liquidaron o lo aprobaron sin chistar, no pareciera que la electromovilidad sea “la prioridad” para resolver el drama de la logística nacional o para recuperar la cadena de la industria automotriz absolutamente perforada. Tampoco es imaginable que el cannabis medicinal sea la “nueva soja” ni que transforme la dependencia de la industria farmacéutica Argentina. Es cierto que es al menos una idea. Pero en crudo parece pobre como fundamento del desarrollo.

Este año habrá reactivación. Pero acompañada por una fuerte tasa de inflación. Esa enfermedad también tiene que ver con la ausencia de expectativas de desarrollo.

El ministro Martín Guzmán, que tiene el poder de regulación de muchos precios y que lo hace en el marco de una administración que tiende a controlar muchos de ellos, cree que podrá cumplir su meta de 30% de inflación o menos. No es ese tampoco un objetivo a destacar como ambicioso. Él ha manifestado que, siendo un problema multicausal, no es posible avanzar en la desinflación sin generar impactos aún más dolorosos en el conjunto de la economía, lo que es bien cierto.

El ministro Martín Guzmán fijo que no es posible avanzar en la desinflación sin generar impactos aún más dolorosos en el conjunto de la economía, lo que es bien cierto

Pero el número del ministro para muchos, y sobre todo para los que deciden en los mercados de precios no regulados, es extremadamente optimista. Los desajustes generales de la economía, heredados y multiplicados, inducen a pensar que en realidad es difícil, de no mediar algún hecho extraordinario, que la marcha de los precios se desacelere drásticamente en los próximos 10 meses.

Lo más probable, dado algunos ostensibles atrasos, es que muchos precios vayan por arriba de la meta ministerial llevando los promedios 10 o 20 puntos porcentuales por encima. De ser así -aun aproximándonos a las metas ministeriales- habremos superado el corto plazo de la estanflación. Habremos tenido un año de inflación alta, pero con recuperación de la economía, lo que no está mal.

Este año no presenta, para abordar las elecciones de medio término, un mal escenario económico. Pero este crecimiento, alto en la tasa, pero modesto en el impacto real, habrá de convivir con altas tasas de desempleo y enorme pobreza.

¿Qué tenemos hacia adelante?

Una deuda externa difícil de abordar cualquiera sea la condición en la que se negocie. Un aparato productivo (equipo reproductivo, sistema logístico, etc.) frágil por donde se mire. Consecuencia de décadas de desinversión. La pobreza es el prólogo de la disminución del potencial de recursos humanos. La arrastramos en vigoroso crecimiento desde hace décadas.

Lograr el desarrollo implica encontrar, diseñar, un punto de ruptura. El desarrollo no se produce por la mera aceleración del modo y ritmo de crecimiento dominante. Implica un cambio cualitativo. Ninguna fuerza política ha anunciado la comprensión de la necesidad de ese punto de ruptura y mucho menos pareciera que se acumula la voluntad política para realizarlo.

La opinión pública sufre de esa ausencia propositiva y de ahí, además de las muestras de la realidad cotidiana (inseguridad, pérdida de las condiciones de vida) -UTDT-

La opinión pública sufre de esa ausencia propositiva y de ahí, además de las muestras de la realidad cotidiana (inseguridad, pérdida de las condiciones de vida) surge la ausencia de optimismo colectivo que sólo vislumbramos cuando se anuncia un futuro deseable y posible.

El Presidente, en su mensaje a la Asamblea Legislativa, solo mencionó una vez a la reciente constitución del Consejo Económico y Social. Es decir, pensar el futuro, diseñar sus alternativas, programar sus realizaciones no fue, claramente, una prioridad para convocar al trabajo de la legislatura.

Alberto Fernández no parece estar pensando en eso. El mensaje revela que otras son sus preocupaciones. Más que señalar que “tuvo un sueño” su discurso da pistas que sufre de pesadillas. El Presidente desaprovechó la oportunidad de referirse a sus expectativas estratégicas respecto del demorado Consejo Económico y Social que -claramente- no es un instrumento de campaña.

Es cierto que el crecimiento 2021, el precio de la soja, los DEGs, la buena relación con Kristalina Georgieva, el protagonismo de dureza inútil de Patricia Bullrich, todo sumaría -y sin que ocurra “un accidente”- para que a Alberto Fernández le vaya electoralmente bien. Pero el clima y la expansión de la grieta, el cortoplacismo, la obstinada negación de urgir el pensar el consenso del futuro, harán del rebote sólo una breve interrupción en la continuidad de la decadencia.

SEGUIR LEYENDO: