Hoy más que nunca la Constitución es nuestro faro

Compartir
Compartir articulo
La Constitución Nacional de 1853
La Constitución Nacional de 1853

En el día de hoy se conmemora el día de la sanción de la Constitución Nacional y, a 167 años de su aprobación, la historia nos obliga a recordar a unos de sus principales inspiradores, Juan Bautista Alberdi, quien decía que ella era “nuestra carta de navegación", el contrato social por el cual se limita al poder, se lo ordena y le pone límites, y en donde el pueblo deposita sus esperanzas e ideas de bienestar.

La Constitución es también un instrumento de progreso y una herramienta de desarrollo para la conformación de una verdadera república, para enseñarnos que “la democracia es la libertad constituida en gobierno, pues el verdadero gobierno no es más ni menos que la libertad organizada”.

La Constitución es el conjunto de reglas de competencia donde se organiza el poder y se fijan las libertades de las personas para que funcionen en equilibrio, en una relación armoniosa entre ambas partes y para poner un freno a cualquier intento de alterar dicho contrato social. Allí están expresadas las reglas de juego que harán vivir con certidumbre y seguridad al cuerpo social.

Conmemorar la sanción de nuestra carta fundamental significa además estar alertas sobre las consecuencias políticas e institucionales que puede traer consigo episodios inéditos como la pandemia del coronavirus (SARS COV-2). Los efectos institucionales ante una situación inesperada como esta deben ser tenidos en cuenta por todos los actores de nuestra sociedad y nos obligan a abrir el debate sobre los desafíos que enfrenta una sociedad democrática, republicana, y los riesgos que corre nuestro Estado Constitucional de Derecho.

Hoy tener en claro que, como sostiene la Corte Suprema, en la emergencia se “...presupone, pues, el sometimiento de la misma a la Constitución...”, y esta situación debe robustecer a nuestra Carta Fundamental, la cual debe adquirir mucha más fuerza y obliga al pleno funcionamiento de todos los poderes del Estado por lo cual, cada decisión tomada desde el Poder Ejecutivo, debe estar bajo el control de los otros poderes de la República (Legislativo y Judicial).

La Constitución fue el resultado de años de lucha, conflictos internos y el sacrificio de varias generaciones de argentinos, y como bien lo definía el gran prócer tucumano: “El hombre no elige discrecionalmente su constitución gruesa o delgada, nerviosa o sanguínea; así tampoco el pueblo se da por su voluntad una constitución monárquica o republicana, federal o unitaria. Él recibe estas disposiciones al nacer: las recibe del suelo que le toca por morada, del número y de la condición de los pobladores con que empieza, de las instituciones anteriores y de los hechos que constituyen su historia”.

Los argentinos seguimos teniendo por delante, lamentablemente, que resolver los mismos y grandes desafíos de nuestros inicios, porque hemos sido incapaces de entender, como decía Ortega y Gasset, que “solo es posible avanzar cuando se mira lejos. Solo cabe progresar cuando se piensa en grande” y esto debemos pensar cuando miramos la Constitución, nuestro faro y guía de libertad.

El autor es docente de Derecho Constitucional en la UBA y de Derechos Humanos en la UP