El espíritu de Francisco

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¿Qué es Espíritu Santo? Es una de las tres personas como se manifiesta el Dios Único Cristiano que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una naturaleza, una sustancia, en tres personas diversas y unidas, sin confundirse. "El Padre se complace y ordena, el Hijo obra y forma, el Espíritu nutre e incrementa" (I. de Lyon).

En mis tiempos de estudiante no faltaban los profesores en la facultad de Derecho de la UBA más interesados en hacernos pasar las de Caín que en educarnos. Eran autorreferenciales y autosuficientes, igual que muchos políticos actuales. Cuando me tocaba dar examen, decía para mis adentros una frase que me enseñó mi madre: "Celestiales poderes, hablen por mi boca". Yo sabía que Él sabía que había estudiado. Y desaparecía el temor y era como si hablara Él por mi intermedio. Claro que no desaparecía por arte de magia mi ignorancia, pero podía tratarla de otra manera. Cuando fui secuestrado en la Semana Santa de 1977, al cabo de un tiempo interminable de recibir preguntas y descargas eléctricas, comencé a asfixiarme y desde no sé dónde supliqué: "¡Señor, llevame!". Uno de los tres o cuatro que me interrogaban preguntó: "¿Señor qué?" y otro dijo: "Señor Dios dice" y en ese instante cesó la tortura. Todavía hoy siento que el Espíritu Santo acudió a mi llamado.

Dios y la armonía

Cuando mi mismidad no es vivida como existencia de un individuo aislado, egoísta, ensimismado, sino como coexistencia amorosa con los otros, mi campo está preparado para recibir la nutriente del Espíritu Santo. Este completa la armonía espiritual conmigo, con los otros y con Dios. Estará en nuestro espíritu si, como decimos, nos aceptamos como seres en relación y abrimos nuestro corazón para recibirlo. Esto socialmente se proyecta en la cultura del encuentro y políticamente se expresa en una ética comunional y de participación como la ética cristiana. Pero como Dios nos hizo libres, también puedo elegir el espíritu de las tinieblas, optar por la cultura de la muerte, del descarte del otro, del mal. Esta opción responde a la ética del individualismo liberal. Claro que lo diverso se suele con-fundir cuando priman los intereses particulares sobre el bien común.

La fiesta de Pentecostés y el Espíritu Santo

Dijo Francisco en esta celebración: "Después de cincuenta días de incertidumbre para los discípulos, llegó Pentecostés". Cincuenta días después de la Pascua de resurrección durante los cuales los seguidores de Jesús no tenían certeza de que hubiera ascendido al reino y vivían inquietos y con miedo. Fue entonces cuando ocurrieron fenómenos climáticos que sacudieron a todos en Jerusalén. La gente oía hablar en diversas lenguas extrañas y comprendían en la propia. Y fueron sorprendidos por la llegada del Espíritu Santo. Entonces se re hizo la armonía espiritual, el equilibrio interior de cada uno de los creyentes y de los convertidos. Y nos dice Francisco: "Llegado el Espíritu Santo, las preocupaciones se desvanecen, los apóstoles ya no tienen miedo ni siquiera ante quien los arresta… ahora ya no tienen miedo de morir; antes permanecían encerrados en el Cenáculo, ahora salen a anunciar a todas las gentes. Hasta la Ascensión de Jesús, esperaban un Reino de Dios para ellos…, ahora están ansiosos por llegar hasta los confines desconocidos. El Espíritu no les facilitó la vida, no realizó milagros espectaculares… trajo a la vida de los discípulos una armonía que les faltaba, porque Él es armonía. Los discípulos necesitaban ser cambiados… en sus corazones… La paz no consiste en solucionar los problemas externos, sino en recibir el Espíritu Santo (y con Él)… esa paz que no libera de los problemas sino en los problemas… Es una paz que asemeja el corazón al mar profundo, que siempre está tranquilo, aun cuando la superficie esté agitada… transforma las persecuciones en bienaventuranzas. En cambio, en lugar de buscar el Espíritu, tratamos de mantenernos a flote… eso es permanecer en la superficie: (pero) una vez que termina un problema, vendrá otro y la inquietud volverá" dice Francisco.

El Papa no se inquieta por las calumnias

Un ejemplo de lo que llevamos dicho sucede en nuestra tierra argentina con las críticas provenientes del Espíritu del Mal dirigidas a banalizar y rebajar a Francisco. Como cuando Jesucristo, en el Templo de Nazaret, declaró que Él era el Mesías y anunció cuál era la misión para la cual había sido ungido por el Padre. Entonces suscitó la ira de sacerdotes y fariseos —que no estaban en armonía con el Espíritu Santo— y estos, que no disponían de programas de televisión u otros medios de prensa, agitaron a la gente en su contra.

En esa ocasión dijo: "De cierto os digo que ningún profeta es aceptado en su propia tierra" (Lucas, 4: 18 y 24). Y apaciblemente se abrió paso entre la multitud.

Tampoco el Papa se inquieta ni tiene miedo por eso, porque a Jesús en todo momento y a los discípulos después de Pentecostés siempre lo asiste el Espíritu Santo.

La paz de Jesús y la unidad en la diversidad

"El camino para tener tranquilidad no está en alejarnos de los que piensan distinto a nosotros, no es resolviendo el problema del momento", dice Francisco.

Las relaciones con los otros no se modifican sino aceptando la propia identidad y la diversidad personal y cultural con el otro, sin excluirlo. Unidad en la diversidad, como en el poliedro.