Por una Justicia honrada y eficiente

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(Foto: Gustavo Gavotti)
(Foto: Gustavo Gavotti)

El 28 de febrero, en vez de trabajar, descansar, ir al cine, leer o sencillamente hacer lo que cada cual tenga ganas, quienes queremos un Poder Judicial del siglo XXI tenemos que reclamarlo en una plaza: a las 18:30 nos reuniremos en Libertad y Viamonte para pedir Justicia.

Escucharemos a los infatigables Diana Cohen Agrest, Santiago Kovadloff, Daniel Sabsay y Ricardo Monner Sans, que tratarán de catalizar lo que tantos pensamos y sentimos.

Ya lo hicimos antes —más de una vez—, sin que hubiese resultados concretos.

Digámoslo claro: el problema es que el Poder Judicial no quiere cambiar nada o casi nada. De vez en cuando habla de mejorar, se agita y revuelve sobre sí mismo pero a los pocos días todo sigue igual, o sea, mal.

Siguen sin pagar impuesto a las ganancias sobre todo su sueldo, no aceleran su ritmo de trabajo… ni siquiera la mayoría de los magistrados —que son buenos y decentes— se preocupan de que algunos corruptos se escondan entre ellos. La prueba de eso es que pese a lo ordenado por el artículo 14 de la ley 24937, hay poquísimos casos de denuncias efectuadas por jueces contra jueces.

La ley dice: "Cuando sean los tribunales superiores los que advirtieran la presunta comisión de ilícitos o la existencia manifiesta de desconocimiento del derecho aplicable por parte de jueces … remitirán en forma inmediata la denuncia o una información sumaria al Consejo de la Magistratura, a los fines contemplados en el artículo 114, inciso 5 de la Constitución Nacional". Más claro, imposible.

Pero, salvo raras excepciones, predomina el espíritu de cuerpo, que se degrada a complicidad cuando protege con inacción y silencio a jueces que han cometido o se sospecha que han cometido delitos.

Porque ¿quién mejor que los propios jueces y fiscales para saber quién es quién? ¿O tampoco vieron nada, como algunos ex ministros que se ríen de nosotros argumentando que estuvieron ciegos durante 12 años? Parece que no hay ningún centinela Marcelo que huela algo malo, como escribió Shakespeare.

Es inocultable que los que están en mejor situación, por conocimiento de personas y circunstancias, para luchar contra la corrupción en el Poder Judicial son los propios jueces y fiscales, pero hemos caído tan abajo en nuestro sistema institucional que es necesario marchar y reclamar para que el Consejo de la Magistratura derive con rapidez razonable alguna consecuencia concreta de las auditorías del Fuero Federal, haciendo algo contra los jueces que hayan violado las leyes o los reglamentos aplicables.

También tenemos que pedir —¡pedir!— que se avance con rapidez y eficiencia en los casos de jueces involucrados por varias denuncias y hechos concordantes, en casos de corrupción que, por su gravedad, podrían ser calificables como delitos de lesa humanidad.

Según los encuestadores, el 80% de la gente no confía en el Poder Judicial. La responsabilidad, dicen algunos en Tribunales, es del periodismo. No lo creo: la responsabilidad es del propio Poder Judicial, que desde la Corte Suprema, el Consejo de la Magistratura y cada Cámara, Tribunal y juez, tienen absolutamente todo a su alcance para ser mejores.

Invocar cortedades presupuestarias, pese al régimen de garantías salariales, horarias, vacacionales, jubilatorias y de estabilidad que tienen es ofender al 99,9% de los argentinos que ni de lejos gozan de ventajas comparables.

Si quieren mejorar, pueden hacerlo hoy mismo.

El autor es abogado, ex consejero de la Magistratura.