Pancho Provenzano, mi amigo desde los 14 años, y el levantamiento carapintada que no existió

El mes anterior al intento de copamiento de La Tablada tuve dos encuentros con Provenzano porque me resultaba inverosímil un pacto como el que denunciaba el MTP. Pero él no me escuchó

Compartir
Compartir articulo
Pancho Provenzano, rodeado por Jorge Baños y Fray Antonio Puigjané del Movimiento Todos por la Patria
Pancho Provenzano, rodeado por Jorge Baños y Fray Antonio Puigjané del Movimiento Todos por la Patria

En diciembre de 1988 tuve un par de encuentros en bares céntricos con Francisco "Pancho" Provenzano. Lo busqué yo después de un tiempo en que no nos veíamos a raíz de que mucha gente estaba convencida de que había, en ciernes, un nuevo levantamiento carapintada.

Por supuesto, yo mismo creía más que probable algún otro intento de desestabilizar la democracia, pese a que Raúl Alfonsín había cedido ante las presiones militares con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida (sancionadas por el Congreso Nacional en diciembre de 1986 y junio de 1987).

El Movimiento Todos por la Patria (MTP) agregaba a esos rumores que había una connivencia entre tres personajes fuertes de aquel entonces: el líder metalúrgico Lorenzo Miguel, el líder carapintada y ex combatiente de Malvinas Mohamed Alí Seineldín y el candidato presidencial del peronismo, Carlos Menem.

El MTP denunció en varios medios que se trataba de un acuerdo para torcer el rumbo político y darle más impunidad a los crímenes cometidos en la última dictadura.

En mi primer encuentro le dije a Pancho Provenzano que no tenía asidero lo que sostenían. En primer lugar porque parecía poco razonable que Menem, tras haber ganado la interna con Antonio Cafiero y proyectado para ganar las elecciones de mayo de 1989, se embarrara en maniobras conspirativas. Le insistí que había hablado con varios periodistas bien informados y descreían de esas denuncias.

Nos conocíamos mucho desde muy chicos: habíamos ido al mismo colegio, hecho deportes juntos y, lo más importante, habíamos decidido juntos sumarnos a las filas del PRT-ERP a principios de 1971, cuando yo tenía 17 años y él 18.

Antes de meternos de lleno en la militancia hicimos juntos un viaje a Montevideo para comprar libros de marxismo, ya que era imposible conseguirlos en Buenos Aires. Nos ingeniamos para cambiar los bolsos al pasar la Aduana tras desembarcar del vapor de la carrera.

Las explicaciones que me daba Pancho resultaban inconsistentes y le sugerí que hablara con algunos de sus amigos del radicalismo. Pancho era hijo de Sergio Provenzano, un médico que había estado en el Ministerio de Salud nada menos que con Arturo Oñativia durante el gobierno de Arturo Illia. Sergio Provenzano había sido vicerrector del Colegio Nacional de Buenos Aires hasta que lo desalojó el dictador Juan Carlos Onganía. Pancho tenía amistad de años con varios de los dirigentes de la Coordinadora. "No me dan pelota", me dijo.

Mi impresión era que, si el MTP decía que se venía un levantamiento carapintada, no era ilógico pensar que se preparan para hacerles frente, preparar autodefensas armadas o armar grupos de resistencia. Pancho no me negó esa posibilidad. Me dijo que iba a transmitir a la dirección del MTP mis advertencias y quedamos en vernos nuevamente.

Esa segunda vez me llevó a un local del MTP donde estaban algunos cuadros de esa organización, entre ellos Claudia Lareu, su compañera desde que cursaban los últimos años del secundario. Mi recuerdo es que me escucharon por la historia en común que teníamos pero que no tenían interés en recibir aportes de información que fuera en contra de lo que denunciaban.

Pasaron unas semanas y, como tantos, me enteré por la radio del operativo del MTP. Con el correr de las horas pude tomar contacto con gente que me confirmaba el grado de brutalidad con que había sido reprimido el intento de toma del Regimiento de Infantería 3 de La Tablada. Supe que Claudia había muerto y que Pancho estaba "desaparecido". La versión, fidedigna, fue que los sobrevivientes de ese intento se habían rendido y que, mientras estaban tirados en el piso boca abajo, una voz de mando preguntó "¿Quién es Pancho?" y que, pasados unos segundos, Pancho contestó a viva voz "Yo soy Pancho".

Tiempo después, Sergio, el hermano mayor de Pancho, médico como su padre, creyó reconocer los restos de Pancho pero luego se supo que esos huesos correspondían a otro de los muertos en La Tablada. Sergio llegó a ser decano de Medicina y murió ejerciendo el cargo el 10 de febrero de 2018.

Pancho es un desaparecido de la democracia: fue detenido en un operativo al mando del general Alfredo Arrillaga y supervisado por el propio Alfonsín.

A juicio de quien escribe estas líneas, eso no empaña el error de concepción que llevó al MTP a intentar copar un cuartel en tiempos en los que rige la Constitución.