El ocaso de los europeos que pelearon para el Estado Islámico

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Beatles, combatientes de ISIS (AP)
Beatles, combatientes de ISIS (AP)

Gran parte de Europa y el Medio Oriente siguen siendo un hervidero de contradicciones y nuevos problemas. Acorralado el ISIS, o Daesh, o el "Estado Islámico", o el "Califato" en un rincón en el este de Siria, reducido a su mínima expresión, comienzan a descubrirse entre los soldados capturados a gran cantidad de ex combatientes (belgas, franceses, alemanes, ingleses), nacidos como europeos, con documentos de identidad europea. Los vencedores, entre los que se cuentan el Ejército Oficial Sirio, (armado por Moscú y Pekín), Rusia (dueña de una base marítima en el Mediterráneo), Estados Unidos y las tribus kurdas armadas por Washington, están haciendo gestiones para mandarlos de vuelta a casa. O fijarles un destino negro.

¿Se podrán readaptar en Europa? ¿Los 10 mil europeos que fueron a servir al ISIS en los últimos años defendían ideales, recibieron un ciego adoctrinamiento, eran jóvenes marginales y sin destino, o estaban decididos a terminar con Occidente, levantando las banderas del islam? ¿O eran tan solo asesinos que buscaron un pretexto para matar?

Cualquiera haya sido el origen de su brote insurgente, lo único cierto es que se vistieron de soldados previa preparación militar, obedecían a pie juntillas las órdenes de los mandos, en su mayoría ex oficiales iraquíes derrotados tras las invasiones norteamericanas, y mataron individualmente o en masa a todo el que se enfrentara. A partir de aquí, ¿el retorno no será doloroso para unos y otros? ¿Creen algunos que todo se reduciría a un tratamiento psiquiátrico por sus comportamientos? ¿No estarán faltando líderes que se preocupen más en las causas que fomentaron el traslado a la guerra y la erigieron como panacea? En el fondo, ¿los aceptarán acaso en sus países de nacimiento? ¿No existe el peligro de que vuelvan a la pelea terrorista enceguecida? Todavía no hay un pronunciamiento serio sobre lo que hay que hacer en estos casos.

En el norte de Siria hay, en estos momentos, 900 prisioneros —terroristas, ex combatientes del ISIS, originarios de 46 nacionalidades, la gran mayoría europeas. Las esposas y los hijos de estos (casi dos mil personas), que los seguían por las rutas del crimen, están recluidas en cárceles y nadie sabe qué será de su futuro. Están separados los nacidos en Inglaterra: eran los verdugos, los que degollaban a los que capturaban, tal como se advirtió en un video que circuló por el mundo, donde hablaron tras una ejecución. Esos británicos eran conocidos como "Los Beatles" y no se sabe en dónde terminarán sus vidas porque Londres les ha retirado la ciudadanía y ya no les interesa ni juzgarlos.

En esencia, el ISIS fue o es un grupo terrorista paramilitar, aliado a Al Queda, fundamentalista, de la rama wahabita, que siguen una doctrina heterodoxa de la rama suni. Eran los sunitas los que dominaban Irak antes de la entrada marcial de los Estados Unidos, los que pusieron en el poder a otro grupo, los chiitas. Es un odio incesante entre musulmanes.

Originalmente el ISIS fue conocido como una "Yihad" terrorista, un levantamiento masivo contra los que para ellos eran infieles. Pareciera que están acabados en el drenaje de sangre en Siria, que ya se llevó 250 mil muertos en el país, pero siguen en pie en la península egipcia de Sinaí, el este de Libia (hoy una nación desintegrada) y en Pakistán. Es el ISIS el que determina quién es o no es musulmán.

El condicionante que pesa es que los captores se quieren deshacer de ellos. Todo es muy costoso, la alimentación, la atención médica, los guardias que se van turnando. Los kurdos han apresado a unos cuantos pero ahora tienen que disponer de la mayor cantidad de hombres para hacer frente a los turcos, una vez que se serenen definitivamente los ánimos en Siria. Estambul tiene una tirria histórica contra las distintas ramas o pueblos que integran el Kurdistán, cuyas fronteras son lábiles y, a veces, imaginarias.

La gran pregunta es cómo chicos criados y enseñados en Europa, de segunda o tercera generación de inmigrantes, o protestantes convertidos al islam han caído en ese abismo lleno de odio y sangre, sin miramientos. El paso que dieron no fue un problema de "desorientación" semiadolescente. Tampoco querían jugar a la guerra porque sabían su destino de combatientes aguerridos. ¿Fueron adoctrinados pacientemente? ¿Fue suficiente ese adoctrinamiento para que dejaran atrás todo lo vivido por ellos y sus padres o abuelos?

El gran dilema para Europa es ahora rescatarlos, porque son ciudadanos de distintos países del continente, o no hacer nada y dejar que sus carceleros decidan sobre sus vidas, o, en el futuro, cumplir con algún mandato de las Naciones Unidas para facilitarles el retorno. Suponiendo que regresen, se afinquen otra vez en sus hogares y sean vigilados, ¿quién garantizará su comportamiento futuro ante otra llamada de la Yihad? ¿Volverán a acercarse a las células existentes para cometer atentados en Europa y matar a mansalva?