Una inspiración para trabajar por una Argentina mejor

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Dante Caputo fue un gran político, de los buenos, de los necesarios, de los distintos. Su relevancia en la política argentina y sus mayores aportes tienen que ver con su encuentro con otro gran político, otro distinto, Raúl Alfonsín.

Se dice que fue un intelectual volcado a la política, creo que no, creo que tanto él como sus amigos Jorge Roulet y Jorge Sábato -con quienes se acercó al radicalismo cuando Raúl Alfonsín trabajaba por liderarlo- fueron argentinos preocupados por su país, estudiosos de sus problemas, con una fuerte vocación por comprometerse a trabajar por él, eso los hacía políticos.

Estamos tan acostumbrados a una política de menor densidad y volumen que cuando la habita una persona con formación, estudiosa, culta, con principios y valores fuertemente sostenidos y moderado en su expresión, nos parece que es ajeno a ella.

No puedo decir que se sintiera radical, para mí lo era. El era y se sentía alfonsinista, vio en Alfonsín lo mejor de la política y, mientras el radicalismo expresó una posición socialdemócrata, se sintió radical; cuando sus liderazgos adquirieron otros perfiles buscó en el Socialismo Popular el partido desde donde expresar su vocación política.

Se ha dicho y se dirá que fue un gran Canciller, que condujo un enorme cambio en la política exterior, que nos llevó al acuerdo de paz con Chile, que contribuyó a la inserción de la nueva democracia Argentina al mundo y colaboró con el proceso de democratización de América Latina; por supuesto que todo eso es cierto, quiero agregar algo más que por haberlo vivido y considerarlo importante y actual debo destacar.

Dante Caputo era un demócrata convencido de que la transformación de la Argentina tendría como protagonista a un pueblo que fuera capaz de entender sus problemas y proponerse un cambio. Hacía por eso de la argumentación política, de la precisión en los diagnósticos y de la difusión de las propuestas un centro de su actividad política.

Se destacó como pocos en el arte de argumentar.

No solo fue Canciller de Alfonsín, fue un estrecho colaborador en la comunicación política del Presidente. En los frecuentes diálogos entre Alfonsín y Caputo estaba siempre presente como avanzar en los problemas que se enfrentaban y la forma de comunicarlo, cómo transmitir a los argentinos la visión del gobierno, como lograr en el consenso y en el apoyo popular a las propuestas el poder necesario para lograr los cambios.

Lo despido con el mayor de los respetos y reconocimiento y también con la esperanza que esta inmensa valoración que se observa cuando nos deja, sirva de inspiración y ejemplo para todos los que desde distintos lados trabajamos por una Argentina mejor, más capaz de producir y distribuir riqueza, mejor integrada al mundo.

El autor es diputado nacional por la UCR.