¿Ganar a cualquier precio? Viveza 4k

Mauro Galiana

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"El fútbol te enseña la cara más dulce a veces y la más amarga otras. Ante todo somos compañeros. Pronta recuperación, Salah. El futuro te espera", publicó Sergio Ramos en su cuenta oficial de Twitter. Un buen gesto de Ramos luego de ganar la Champions. Difícilmente haya querido provocar semejante lesión que hasta hizo dudar la participación del crac egipcio en el mundial que se avecina. Lo que sí queda claro es que quiso detenerlo, pero ¿a cualquier precio?

Esta pregunta retoma fuerza luego de que, durante una conferencia de prensa, el defensor de la selección rusa, Ilya Kutepov, expresara unas polémicas declaraciones al ser consultado por el jugador egipcio y el uruguayo Luis Suárez, dos rivales a los que deberá enfrentarse durante la fase de grupos.

"¿Si le tengo miedo a Suárez? Obviamente no. Si es necesario, puedo morderlo yo mismo", manifestó en referencia al mordisco que el jugador de Uruguay le realizó a un defensor italiano en el Mundial del 2014. Y, más tarde, sobre el crac de la Selección de Egipto sentenció: "Sergio Ramos nos mostró cómo detenerlo".

Hay actuaciones que seguramente serían condenadas como inadecuadas en otros ámbitos, pero en el fútbol parece que están permitidas. Todo, mientras el árbitro y hoy el VAR no se den cuenta.

En el 2010, en una nota publicada en The Guardian, Peter Singer se preguntaba por qué se tolera el engaño en el fútbol. Y la escribía poco después de que el ex futbolista inglés Frank Lampard rematara contra el arco alemán haciendo ingresar la pelota sin que el árbitro ni el juez de línea se percataran del gol. Después del partido, el arquero de Alemania, Manuel Neuer, explicó sus acciones: "Me di cuenta de que la pelota había pasado la línea y creo que la velocidad con la que actué engañó al árbitro pensando que no había atravesado". Singer decía que Neuer había hecho trampa y, lo más grave, se jactaba de ello. Por eso se quedaba con la impresión de que la única regla respetada en el fútbol es ganar a cualquier precio.

Para muchos, y especialmente para los argentinos, el más famoso de estos incidentes fue el gol de Diego contra Inglaterra en el Mundial del 86: "Un poco con la cabeza de Maradona y un poco con la mano de Dios". Cómo me cuesta juzgar a aquel Diego futbolista con la admiración que siento por sus habilidades en la cancha, que consagró a la selección argentina como campeona del mundo, unos cuantos años después de la Guerra de Malvinas. El recuerdo del festejo con mi viejo y mi abuelo, que ya no está, todavía permanece intacto en mi cabeza.

¿Tan difícil resulta despegarse del ganar como sea?

El VAR podría aclarar notablemente las controvertidas decisiones de arbitraje. "Pero si bien eso reducirá la oportunidad de hacer trampa, no la eliminará y realmente no es el objetivo. No deberíamos poner excusas para hacer trampa intencionalmente en el deporte. De una manera importante, es mucho peor que hacer trampa en la vida privada. Cuando lo que haces sea visto por millones, revisado en infinitas repeticiones de video y diseccionado en programas deportivos de televisión, es especialmente importante hacer lo correcto", afirmaba Singer en aquel artículo.

Qué habría pasado si Maradona hubiera advertido al árbitro tunecino que su gol había sido hecho con la mano. ¿Qué difícil, no? Pienso que hubiera sido un héroe igual y quizá aún más admirado.

Seguramente habrá otras jugadas controvertidas que requerirán de una viveza más agudizada para eludir el ojo de las cámaras en 4k. Pero hacer las cosas como corresponde será, en realidad, una gran oportunidad de quedar como héroes ante el mundo y esta vez por "jugar bien".

El autor es profesor de Antropología y Ética, y director del Programa Vida Universitaria de la Universidad Austral.