Caso Nisman: la urgencia de poderes independientes

Diego Dlugovitzky

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Alberto Nisman
Alberto Nisman

La muerte nos desnuda, nos deja solos, expuestos, más cuando la muerte se produce de manera inesperada y más aún cuando es resultado de un homicidio. Nos desnuda porque la muerte nos hace mostrar a todos nuestra verdadera cara.

El asesinato de Alberto Nisman provocó eso, que las caretas se cayeran definitivamente. Así quedó demostrado al ponerse al frente de la investigación de la muerte del fiscal a la doctora Viviana Fein, quien como fiscal se esforzó por encontrar un suicidio, aun cuando todas las pruebas y los indicios la hacían tropezar con un homicidio. Un Poder Judicial que se hizo cargo, junto a miembros de las fuerzas de seguridad, de la escena del crimen e hicieron lo necesario para que todas o casi todas las pruebas que allí podrían recolectarse se desperdicien.

Pisotearon el baño donde todavía yacía inerte el fiscal, del mismo modo que los días previos y posteriores a su muerte se ocuparon de hacer lo mismo con su nombre. La denuncia realizada por el responsable de la UFI AMIA calaba hondo y pretendieron ganar en los medios lo que sabían que perderían tarde o temprano en la Justicia.

Pero ningún crimen es perfecto. Por eso hoy, con otro fiscal y otros jueces, la verdad intenta salir a la luz. Las detenciones de personajes como Fernando Esteche, Jorge Khalil, Luis D'Elía y Héctor Timerman nos acercan a la verdad. Esa verdad que pretendió enterrar el juez Daniel Rafecas, quien en dos minutos y medio se negó a investigar la denuncia que le costara la vida a Alberto Nisman. Esa verdad que asoma detrás de negocios espurios e impunidad garantizada.

Tres años han pasado para que la figura del fiscal Alberto Nisman, sus investigaciones y sus denuncias sean reivindicadas. ¿Es para festejar? Sin dudas que no.

Nuestro país requiere de manera urgente y sin lugar a hesitación que los poderes del Estado sean realmente independientes y autónomos. En ese punto, la función del Poder Judicial es determinante, ya que actúa o debería actuar como el fiel de la balanza, siendo el equilibrio entre los otros poderes y los derechos de los ciudadanos. Una Justicia que actúa de acuerdo con los vientos de la política no es justicia.

Han transformado a la Justicia en una cuestión de fe. Para valorar a un juez, una sentencia o una actuación judicial, apelamos a la fe: "Creo que es correcto" o "creo que no lo es".

Cuando logremos la verdadera autonomía e independencia de la Justicia, podremos construir una verdadera república, donde ser valiente no cueste tan caro, donde ser delincuente no cueste tan barato. Se lo debemos a Alberto Nisman, nos lo debemos como sociedad y se lo debemos a nuestros hijos.

El autor es abogado, presidente del Consejo Federal de DAIA.