¿Quién es el dueño de mi dinero?

En los últimos años, los bancos dieron un vuelco sustancial, no sólo analizaron el origen de los fondos para abrir cuentas y recibir dinero nuevo, sino que además empezaron a pedir justificaciones insólitas para quien deseaba hacer un retiro de sus ahorros

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Riqueza: "Las riquezas no consisten tanto en la posesión de los bienes como en el uso que de ellos se hace", Demócrito. Esta frase se puede utilizar de muchas formas, pero viene bien para entender por qué los bancos internacionales han ayudado al éxito de todas las amnistías que se han ido presentado en los últimos años.

Pensémoslo de esta forma: el dueño de la riqueza, en este caso, el dinero, hace un depósito en un banco y sólo obtiene un papel, o extracto bancario o resumen electrónico. En él se le indicará que tiene en su cuenta una cantidad determinada en pesos, dólares, euros o la moneda que use. Es decir, un papel le informa que posee otros papelitos (de colores, que varían según el país) depositados en su cuenta.

Todo el sistema, a las claras, se basa en la confianza: si uno no creyera en el sistema, debería retirar en forma urgente los fondos depositados, ya que se siente en peligro o en riesgo. La libre disponibilidad de esos fondos es clave para que el sistema funcione. En los últimos años, los bancos dieron un vuelco sustancial, no sólo analizaron el origen de los fondos para abrir cuentas y recibir dinero nuevo —con la burocracia y las demoras que eso provoca—, sino que además empezaron a pedir justificaciones insólitas para quien deseaba hacer un retiro de sus ahorros.

Un amigo me cuenta las peripecias que pasó cuando tuvo que hacer un viaje al sudeste asiático y decidió armar todo el viaje de negocios con una agencia de allá, local y pagarlo desde su cuenta internacional. Cuando envió el pedido de la transferencia, le llegó una primera respuesta: "¿Para qué quiere hacer ese giro?". Mi amigo explicó el motivo. A los dos días le pidieron la confirmación del itinerario y la lista de pasajeros. Mi amigo, ya más cansado, les mandó todo. A los tres días le pidieron también si podía remitirles la factura ("invoice") de la transacción. Mi amigo, ya fastidiado, volvió a realizar el envío. Lo más gracioso fue que luego de un par de días lo llamaron nuevamente y le dijeron: "¡Felicitaciones, su pedido ha sido aprobado!". Mi amigo enloqueció: se dio cuenta de que recién ahí le habían aprobado un retiro de su dinero.

¿La plata que había ahorrado con su trabajo y esfuerzo no era de libre disponibilidad? ¿Era el banco quien decidía si podía usar o no su dinero? Recordemos: no estaba pidiendo un préstamo, simplemente pretendía hacer uso de sus ahorros.

Esta situación llevó a muchos ahorristas que viven en países donde la presión fiscal, las leyes y la inseguridad jurídica y física son muy complejas a entrar en la amnistía fiscal. No les importa si pagan el 10%, 15% o 20%, hay quienes prefieren volver a sentirse dueños de sus ahorros. Muchos bancos, que han maltratado a sus clientes en los últimos años, van a salir a buscarlos nuevamente, en la medida en que la necesidad de subsistir le dé más fuerza al área comercial que a la de compliance.

Las preguntas son: ¿querrán volver los ahorristas a esos bancos? ¿Qué opciones habrá en el futuro? El mundo está cambiando a una velocidad nunca antes vista y el sector financiero no se quedará atrás.

A prepararse, porque la banca tradicional va a enfrentar grandes desafíos.