Interpretaciones, clasificaciones y tecnología: la mirada práctica del trabajo aduanero

Joel Cavezzali, despachante de aduana, detalla las tareas que definen su labor diaria, las consultas más habituales y los criterios técnicos que requiere operar en un contexto abierto y digitalizado

Joel Cavezzali es despachante de aduana (Foto: Movant Connection)

Al referirse a su manera de encarar cada operación, Joel comenta que “lo central es el análisis técnico, no el tipo de mercadería”. En esta entrevista, explica cómo clasifica productos, cuáles son las consultas más recurrentes, qué tecnologías utiliza y qué desafíos enfrenta el trabajo aduanero en un contexto más ágil pero aún lleno de particularidades normativas.

¿Cuáles son las tareas diarias de un despachante?

Cuando alguien consulta si puede traer un producto, hay que pedir una ficha técnica, fotos, catálogos y toda la descripción posible. Con esa información se comienza la clasificación: encontrar la posición arancelaria correcta.

A partir de ahí se determinan los derechos de importación, tasas, gravámenes e intervenciones de terceros organismos, como seguridad eléctrica o controles sanitarios. Esa información permite que el importador o exportador conozca el costeo total y pueda tomar decisiones reales.

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¿Cuál es la diferencia operativa entre un despachante de aduana y un agente que integra la estructura aduanera?

Es una confusión bastante habitual. Cuando explico que soy despachante de aduana, muchos creen que formo parte del organismo, pero no es así. En mi caso, soy un profesional independiente que trabaja con importadores y exportadores, y actúo como nexo operativo con la autoridad aduanera.

La función es ayudar a importar o exportar mediante asesoramiento, clasificación, presentación de documentos y acompañamiento técnico. Incluso viví situaciones donde me decían “vos sos quien no deja entrar las cosas”. Ese malentendido demuestra lo poco que se conoce sobre la tarea real.

¿Qué particularidades tiene operar con rubros variados?

En mi caso, no me especializo en un solo tipo de producto, porque el análisis parte siempre de la clasificación. Una vez definida la posición arancelaria, se pueden ver gravámenes, requisitos y si interviene algún organismo.

Hay mercaderías simples y otras más complejas. Por ejemplo, una máquina láser para depilación requiere un proceso de registro ante organismos que puede llevar varios meses. No significa que no pueda importarse: solo implica un trámite más largo.

Trabajo con cargas muy diferentes: placas de video, maquinaria agrícola, tornillos, herrajes, insumos electrónicos, productos alimenticios y más. Para mí, lo central es el análisis técnico, no el tipo de mercadería.

¿Cómo ves el contexto actual del comercio exterior?

Hoy veo un escenario más ágil para importar y exportar. Tuvimos épocas donde era muy complicado operar por las barreras existentes: declaraciones anticipadas, licencias, análisis de capacidad financiera y otros controles que podían frenar por completo una operación.

En esos momentos, si al importador no le aprobaban una autorización, directamente no podía traer nada y hasta corría riesgo de cerrar. Hoy varias de esas trabas ya no existen, y eso facilita la actividad.

Aun así, sigue habiendo desafíos: por ejemplo, ciertos pagos al exterior ya no están habilitados de la misma forma y requieren nuevas metodologías. Desde normativa bancaria hasta documentación específica, acompañar ese proceso es parte de mi trabajo.

¿Cuáles son las consultas más frecuentes que recibís en el día a día?

La pregunta número uno es: “¿Cuánto me queda esto puesto en Argentina?”. Quieren una cifra inmediata, pero dar un número exacto sin clasificar la mercadería es mentir. Cada producto tiene una posición distinta y paga entre 0% y 35%, según el caso.

También llegan consultas sobre si se necesita un contenedor completo para importar. No siempre: depende de la negociación con el proveedor. Algunos venden por contenedor, otros permiten carga suelta. Lo importante es explicar opciones y que el usuario decida.

Pedir fotos, descripciones y catálogos puede parecer pesado, pero sin eso no se puede clasificar ni trabajar de forma profesional.

Para Joel, "cuando alguien consulta si puede traer un producto, hay que pedir una ficha técnica, fotos, catálogos y toda la descripción posible" (Foto: Shutterstock)

¿Cómo ves el rol de la tecnología en el sector?

La inteligencia artificial ayuda, pero no reemplaza el análisis técnico. Para algunas mercaderías simples puede acercar una orientación, pero para productos con múltiples componentes o procesos industriales es insuficiente.

Además, el despachante firma el despacho y es responsable solidario. No puedo presentarme ante un verificador y decir que clasifiqué una mercadería con una IA. No es serio.

Uso muchas herramientas digitales, pero también trabajo con nomencladores, notas explicativas y criterios técnicos. La tecnología acelera, pero la responsabilidad profesional sigue siendo nuestra.

¿Cómo imaginás el futuro del comercio exterior y al despachante?

Desde los años noventa se habla de digitalización total, y si bien hubo avances —plataformas, presentaciones online, carga de datos— todavía hay procesos que requieren documentación física.

Creo que vamos hacia un esquema más digital y ágil, pero aún hay mucho por mejorar: sistemas, trámites, turnos, tiempos de control y reducción de canales rojos innecesarios. Cuando una empresa importa siempre lo mismo y aun así recibe controles físicos constantes, se encarece toda la operación y eso termina impactando en el consumidor.

La digitalización va a seguir, pero llevará tiempo. Lo importante es que cada cambio esté acompañado de criterio técnico y de procesos claros.

¿Qué pasa con los envíos retenidos de compras online?

Hoy muchos particulares compran por plataformas y superan montos o traen productos con intervenciones. Ahí es cuando reciben el aviso de “envío retenido”.

Puede ser porque supera ciertos valores, porque requiere controles sanitarios o porque necesita certificados específicos. En esos casos hay que intervenir para liberar la carga, y si no es posible, se gestiona la devolución a origen.

También acompaño a quienes necesitan registrarse como importadores para avanzar con la operación.

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