
La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) prevista para 2026 se perfila como uno de los momentos más relevantes para el futuro económico de la región y, en particular, para la capacidad de México de consolidarse como un destino atractivo para la inversión extranjera.
Aunque el proceso ha generado debate e incertidumbre, la expectativa predominante entre gobiernos, empresarios y especialistas apunta a una renovación del acuerdo con ajustes moderados, más que a una ruptura del marco comercial.
Un año clave para la certidumbre comercial
El calendario del T-MEC establece que entre enero y julio de 2026 los tres países deberán realizar una revisión formal del tratado.
Este mecanismo no implica la caducidad automática del acuerdo, sino una evaluación de su funcionamiento que podría derivar en su extensión por otros 16 años.

Especialistas han reiterado que el tratado mantiene vigencia hasta 2036 y que la revisión es un ejercicio de seguimiento técnico, no una renegociación integral.
En este contexto, la presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado una postura optimista sobre el proceso.
Durante conferencias recientes, afirmó que la economía mexicana se mantendrá sólida y que las señales preliminares desde Estados Unidos son favorables.
“Soy muy positiva, muy optimista en relación a esta revisión… Vamos por buen camino”, señaló al destacar que el T-MEC ha sido reconocido como un instrumento exitoso para la región.
Nearshoring e inversión: las oportunidades para México
Uno de los principales beneficios asociados a una revisión favorable del T-MEC es el impulso al nearshoring, es decir, la relocalización de empresas hacia México para aprovechar su cercanía con Estados Unidos y Canadá.

Analistas y organismos empresariales coinciden en que, una vez que se reduzca la incertidumbre, la inversión privada podría reactivarse con mayor fuerza a partir del segundo semestre de 2026.
México cuenta con varias ventajas estructurales que fortalecen su posición:
- Integración profunda en las cadenas de suministro de América del Norte.
- Experiencia exportadora y capacidad manufacturera, especialmente en sectores como el automotriz.
- Potencial logístico y de infraestructura, apoyado en planes de desarrollo internos.
- Participación activa del sector privado en consultas técnicas y mesas de trabajo.
De acuerdo con estimaciones del sector empresarial, el país podría superar los 700 mil millones de dólares en exportaciones en 2026, lo que refuerza su papel como socio estratégico en la región.
Desafíos regulatorios y temas sensibles
Pese al respaldo general al tratado, el proceso de revisión enfrenta desafíos relevantes.

El sector energético es uno de los puntos más sensibles, ya que inversionistas y socios comerciales han insistido en la necesidad de reglas claras, políticas predecibles y un suministro competitivo.
A ello se suman debates sobre reglas de origen, particularmente en la industria automotriz, así como temas emergentes relacionados con la digitalización, la protección de datos y la ciberseguridad.
Otro factor de presión es la política comercial de Estados Unidos, donde el uso de aranceles ha sido señalado como una herramienta recurrente de negociación.
Además, el tema de China ha ganado peso en las discusiones, lo que obliga a México a equilibrar su relación con ese país sin afectar su integración con América del Norte.
Escenarios posibles hacia 2026
Respecto a los resultados del 2025, se plantean distintos escenarios para el resultado de la revisión.

El más optimista contempla una extensión del tratado con ajustes menores, lo que reduciría la incertidumbre y consolidaría el nearshoring.
Un escenario conservador, considerado el más probable, prevé una renegociación limitada, enfocada en preservar la integración trilateral.
El escenario de ruptura o colapso es visto como poco probable, aunque no exento de tensiones retóricas y políticas.
Kenneth Smith Ramos, exjefe negociador del T-MEC, ha subrayado que “no estamos ante un proceso simbólico, sino ante una revisión técnica y políticamente sensible”, aunque con un alto nivel de respaldo al acuerdo.
Para México, el reto será llegar con una postura sólida, coordinada con el sector privado y enfocada en ofrecer certidumbre.
En suma, 2026 será un año decisivo para el T-MEC y para la atracción de inversión extranjera en México.
Si el país logra atender los desafíos regulatorios y capitalizar sus ventajas competitivas, la revisión del tratado puede convertirse en una oportunidad para fortalecer su crecimiento económico y su papel estratégico en la región.
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