Temporada de huracanes: ¿Cómo se mide su intensidad?

El viento es uno de lo factores qué influyen en la potencia de estos fenómenos naturales, además de la velocidad de traslación y dirección de desplazamiento

Compartir
Compartir articulo
El viento es uno de lo factores qué influyen en la potencia de estos fenómenos naturales, además de la velocidad de traslación y dirección de desplazamiento
El viento es uno de lo factores qué influyen en la potencia de estos fenómenos naturales, además de la velocidad de traslación y dirección de desplazamiento

Los huracanes son poderosos fenómenos naturales que pueden causar estragos en las áreas que atraviesan. Para evaluar su intensidad y anticipar sus efectos, los científicos utilizan diversas herramientas y comprobado.

Una de las principales formas de medir la intensidad de los huracanes es a través de la escala Saffir-Simpson, la cual se basa en la velocidad de los vientos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la categoría de un huracán no siempre está directamente relacionada con los daños que puede ocasionar.

¿Qué es la escala Saffir-Simpson?

La escala Saffir-Simpson es una herramienta fundamental para medir la intensidad de los huracanes y evaluar su potencial destructivo. La clasificación es de cinco categorías en función de la velocidad de sus vientos, numeradas del 1 al 5, según la velocidad máxima de los vientos sostenidos.

Este tipo de medición fue desarrollado en 1969 por el ingeniero estructural Herbert Saffir y Robert Simpson, director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Se ha convertido en una referencia estándar para medir y clasificar la intensidad de los huracanes.

Los huracanes son sistemas dinámicos y pueden cambiar rápidamente en términos de forma, tamaño, intensidad, velocidad de traslación y dirección de desplazamiento.
Los huracanes son sistemas dinámicos y pueden cambiar rápidamente en términos de forma, tamaño, intensidad, velocidad de traslación y dirección de desplazamiento.

Los expertos se inspiraron en la escala sismológica de Richter -que mide terremotos-, por lo que Saffir tomó en cuenta la velocidad del viento, los efectos del oleaje y las inundaciones para establecer las categorías de peligrosidad, junto con dos etapas previas que corresponden a la formación inicial del huracán: perturbaciones tropicales y depresiones tropicales.

¿Cuáles son las categorías?

Cada categoría representa diferentes niveles de peligrosidad y potencial destructivo. Aunque hay que resaltar que la intensidad de un huracán no se limita sólo a la velocidad de sus vientos. Otro aspecto relevante es el tamaño de la zona afectada por los vientos huracanados.

  • Categoría 1: Vientos de 119 a 153 km/h. Son considerados de baja intensidad. Aunque sus vientos pueden causar daños menores en infraestructuras y vegetación, generalmente no representan una amenaza significativa para la vida humana. Aunque pueden generar marejadas ciclónicas y fuertes lluvias, lo que puede dar lugar a inundaciones en zonas costeras y áreas bajas.
  • Categoría 2: Vientos de 154 a 177 km/h. Representan un riesgo moderado. Sus vientos pueden causar daños significativos en estructuras, árboles y tendidos eléctricos. Además, las marejadas ciclónicas asociadas pueden provocar inundaciones en zonas costeras.
  • Categoría 3: Vientos de 178 a 208 km/h. Estos fenómenos pueden generar daños extensos. Las estructuras de construcción pueden sufrir daños considerables debido al oleaje ya la fuerza del viento. Además, los árboles y arbustos grandes pueden ser derribados, y las inundaciones pueden extenderse varias horas antes de la llegada del huracán.
  • Categoría 4: Vientos de 209 a 251 km/h. Representa un nivel de intensidad extraordinaria. El poder destructivo de estos huracanes es impactante, con la capacidad de causar daños generalizados y catastróficos.
  • Categoría 5: Vientos superiores a 250 km/h. Son los más destructivos y pueden causar daños totales en construcciones ubicadas a hasta 500 metros de la costa y provocar fallas en el suministro de electricidad.
La escala Saffir-Simpson es una herramienta fundamental para medir la intensidad de los huracanes y evaluar su potencial destructivo. La clasificación es de cinco categorías en función de la velocidad de sus vientos, numeradas del 1 al 5, según la velocidad máxima de los vientos sostenidos. (Reuters)
La escala Saffir-Simpson es una herramienta fundamental para medir la intensidad de los huracanes y evaluar su potencial destructivo. La clasificación es de cinco categorías en función de la velocidad de sus vientos, numeradas del 1 al 5, según la velocidad máxima de los vientos sostenidos. (Reuters)

Los huracanes son sistemas dinámicos y pueden cambiar rápidamente en términos de forma, tamaño, intensidad, velocidad de traslación y dirección de desplazamiento. Estos cambios hacen que sea aún más desafiante medir y predecir su intensidad con precisión.

La velocidad y la trayectoria de un huracán dependen de interacciones complejas entre la atmósfera y el mar. Típicamente, un huracán se desplaza a una velocidad de 24 a 32 kilómetros por hora, pero esta velocidad puede variar según las condiciones atmosféricas y oceánicas.

Ejemplos documentados de huracanes devastadores

En el pasado destacan la importancia de medir correctamente la intensidad de estos fenómenos. Uno de los casos más impactantes es el del Huracán María en 2017, con categoría 5 que golpeó duro a Puerto Rico y otras islas del Caribe.

Sus vientos destructivos y las intensas lluvias causaron una amplia devastación en la infraestructura, dejando a millones de personas sin electricidad y suministro de agua potable. Se estima que dejó alrededor de dos mil 975 muertes directas e indirectas y daños económicos por más de 90 mil millones de dólares.

Escombros de casas y autos arrastrados son las consecuencias de una huaracán categoría 3. (AP Foto/Rebecca Blackwell, Archivo)
Escombros de casas y autos arrastrados son las consecuencias de una huaracán categoría 3. (AP Foto/Rebecca Blackwell, Archivo)

El Huracán Wilma, en 2005, fue uno de los más intensos y destructivos registrados en el océano Atlántico, principalmente a los estados de Quintana Roo y Yucatán. Fue categoría 5 y se mantuvo durante 63 horas, y Se estima que ocasionando pérdidas económicas significativas en la actividad turística y comercial de la región.

El Huracán Arthur, que golpeó la costa este de Estados Unidos en 2014, fue categoría 1 y no causó daños importantes, sólo dejó fuertes lluvias y vientos que llevaron a la evacuación de algunas áreas costeras. Lo mismo que el Huracán Ingrid, en 2013, que afectó los estados de Tamaulipas y Veracruz.

El Huracán Delta, que azotó el Golfo de México en 2020, es un ejemplo de un huracán de categoría 2. Este fenómeno causando daños significativos en infraestructuras y dejó a millas de personas sin electricidad en varias regiones afectadas.