El legado de Enos: a 62 años del primer chimpancé que recorrió la órbita terrestre

El fallecimiento del animal pasó casi desapercibido y de acuerdo con historiadores, se desconoce el paradero de su cuerpo

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Enos recibió un entrenamiento de 1250 horas en la base de la Fuerza Aérea de Holloman. (Dominio público/Wikicommons)
Enos recibió un entrenamiento de 1250 horas en la base de la Fuerza Aérea de Holloman. (Dominio público/Wikicommons)

Enos fue un chimpancé que tuvo un importante papel durante la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que remonta sus inicios a 1957, tras el lanzamiento soviético del Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia.

El 12 de abril de 1961, la URSS mandó al espacio a Yuri Gagarin, cosmonauta que se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio exterior dentro de la cápsula Vostok 1, esto implicó una ventaja abismal en la carrera, mientras que Estados Unidos sólo había gestionado vuelos suborbitales.

Para no quedarse atrás, los estadounidenses planearon la misión Mercury-Atlas 5, en la que enviaron al chimpancé Enos a la órbita terrestre. La Oficina de Asuntos Públicos de la NASA lanzó un comunicado de prensa en el que declararon que los hombres a cargo del Proyecto Mercury insistieron en el lanzamiento de un chimpancé a la órbita terrestre, dicha misión sirvió como una verificación preliminar “necesaria” antes de arriesgar a un astronauta humano.

El riguroso entrenamiento de Enos

Ham, el predecesor de Enos, fue el primer gran simio en ser lanzado al espacio. (Dominio público/Wikicommons)
Ham, el predecesor de Enos, fue el primer gran simio en ser lanzado al espacio. (Dominio público/Wikicommons)

El 31 de enero de 1961, Ham (antecesor de Enos) realizó un vuelo suborbital en la misión Mercury-Redstone 2. El chimpancé fue entrenado bajo la dirección del neurocientífico Joseph V. Brady en el Laboratorio de Campo Aeromédico de la Base de la Fuerza Aérea Holloman para realizar tareas simples y cronometradas en respuesta a luces y sonidos eléctricos. El animal aprendió a empujar una palanca luego de ver una luz azul intermitente.

Después de que Ham concluyó con éxito su entrenamiento, Enos fue sometido a un curso más riguroso en el que fue expuesto a ingravidez y fuerzas G más altas por largos periodos. El primate aprendió a seguir órdenes durante el vuelo y tuvo preparación psicomotora para responder en diferentes situaciones.

A Enos le enseñaron las maniobras que debía realizar durante el vuelo mediante un sistema de recompensa-castigo, es decir, que era recompensado cuando realizaba la acción correcta y recibió descargas eléctricas en las plantas de los pies cuando se equivocaba.

Una hazaña histórica para la humanidad

Enos voló al espacio y el 29 de noviembre de 1961 completó su primera órbita en 1 hora y 28 minutos. (Dominio público/Wikicommons)
Enos voló al espacio y el 29 de noviembre de 1961 completó su primera órbita en 1 hora y 28 minutos. (Dominio público/Wikicommons)

Luego de su riguroso entrenamiento, Enos fue lanzado al espacio el 29 de noviembre de 1961 a bordo de un prototipo de la nave Mercury, una vez en órbita, debido a fallos operacionales al interior de la cápsula, el sistema de recompensa se invirtió, dándole a Enos choques eléctricos por cada maniobra acertada.

El animal resistió los choques eléctricos y realizó las acciones de vuelo que su entrenamiento le enseñó que eran correctas. A pesar de la crisis, el vuelo duró una hora y 28 minutos, fue todo un éxito. El primate ascendió dos veces y aterrizó vivo en ambas.

La hazaña del chimpancé sirvió para que el 20 de febrero de 1962, John Glenn se convirtiera en el primer estadounidense en orbitar la Tierra después de los vuelos espaciales suborbitales de Alan Shepard y Gus Grissom.

El 4 de noviembre de 1962, Enos falleció a causa de disentería relacionada con la shigelosis, una bacteria resistente a los antibióticos conocidos en ese entonces.

Los restos de Ham, quien vivió hasta 1983, fueron enterrados en el Museo de Historia Espacial de Nuevo México, pero no hubo tal honor para Enos, y lo que pasó con sus restos permanece “incompleto”, declaró Jordan Bimm, historiador espacial de la Universidad de Chicago y miembro del Museo Nacional del Aire y el Espacio de Guggenheim a la revista científica Inverse.