Tras haberse dado a conocer el caso de la reciente cancelación de la publicación del libro “La costa nostra” de la periodista Laura Ardila Arrieta por parte de la editorial Planeta, el asunto ha sido tema de discusión en la prensa local y hoy se le ha añadido un ingrediente extra: la renuncia del director literario de Planeta en Colombia, Juan David Correa, después de casi seis años en la filial colombiana del grupo editorial.
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La cancelación de “La costa nostra”
Durante dos años, Laura Ardila Arrieta trabajó arduamente en la investigación y escritura de su libro sobre la familia Char. Después de firmar un contrato con la editorial Planeta y haber dejado el libro listo en todas sus etapas, cuando este estaba a punto de irse a imprenta, la editorial decidió cancelar la publicación del libro, alegando temor a una posible demanda.
Esta cancelación repentina dejó a Ardila en la incertidumbre y planteó serias dudas sobre la libertad de expresión en la industria editorial. La periodista cuestionó si la editorial había recibido alguna presión externa para censurar su investigación y si esta decisión afectaría a otros colegas periodistas interesados en cubrir temas relacionados con el poder.
La renuncia de Juan David Correa
Como director literario de Planeta en Colombia, Juan David Correa ha sido un actor clave en la toma de decisiones editoriales durante cinco años y medio. Sin embargo, la cancelación de “La costa nostra” y las implicaciones que tuvo en la labor de Correa llevaron a su renuncia.
En una carta dirigida a sus colegas, el editor expresó su preocupación por la cancelación de una investigación periodística seria y sólida, la cual consideraba una pérdida para la sociedad en general.
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Correa señaló que la decisión de cancelar el libro afectó su legitimidad como editor y planteó interrogantes sobre la libertad de expresión en la industria editorial. Resaltó la importancia de respaldar y promover conversaciones sobre temas como el racismo, el género, la historia del país, el ensayo sociológico, la investigación periodística y el pensamiento crítico. Su renuncia, en última instancia, se basó en su compromiso personal de asegurar que los valores plurales, incluyentes y democráticos fueran coherentes con su labor profesional.
El desafío de la libertad de expresión
La cancelación de “La costa nostra” y la renuncia de Juan David Correa plantean un desafío para la libertad de expresión en la industria editorial colombiana. En un contexto donde la diversidad de voces y perspectivas es fundamental para el enriquecimiento del debate público, es preocupante ver cómo una investigación periodística relevante se ve frustrada por temores infundados.
La cancelación de un libro por miedo a posibles demandas puede generar un efecto dominó que inhiba a otros autores y periodistas de abordar temas controvertidos o de interés público. Esto pone en riesgo la pluralidad de ideas y la capacidad de la sociedad para acceder a información relevante y crítica.
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La renuncia de Juan David Correa, aunque lamentable, es un recordatorio de la importancia de defender los valores democráticos y la independencia editorial. Su partida destaca la necesidad de contar con editores respaldados por la libertad y la confianza para tomar decisiones que fomenten un diálogo abierto y constructivo en la sociedad.
Este caso subraya la importancia de proteger y promover la libertad de expresión en la industria editorial. Es fundamental garantizar que los editores y escritores tengan la capacidad de abordar temas relevantes y controvertidos sin temor a represalias o censura.
La sociedad se beneficia de la diversidad de voces y perspectivas, y la cancelación de un libro, como en este caso, es una pérdida para el acceso a información crítica y para el debate público en general. Es responsabilidad de las editoriales y de todos los actores involucrados en el mundo editorial velar por la libertad de expresión y proteger la integridad de los proyectos periodísticos y literarios que desafían el status quo.
Lo aquí ocurrido debe servir como un llamado de atención para fortalecer los mecanismos de protección de la libertad de expresión en la industria editorial y garantizar que las investigaciones periodísticas rigurosas y valiosas puedan ver la luz, sin temor a represalias ni censura. Solo así podremos fomentar una sociedad informada, crítica y abierta al diálogo y al debate constructivo.
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