La primera médica presidencial: el día que Kennedy nombró a una mujer para que lo ayudara a enfrentar el dolor

El 26 de enero de 1961, designó a Janet Travell como médica de la Casa Blanca. Fue la primera mujer de la historia en ocupar ese cargo. Hacía años que venía aplicándole un tratamiento para aliviar los sufrimientos que le causaban sus dolores musculares. Durante su gestión, ella debió enfrentarse con otro de los médicos preferidos de Kennedy, a quien todos conocían como “Doctor Feelgood”, por las drogas que usaba

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El 26 de enero de 1961, Janet Travell se convirtió en la primera mujer médica que iba a ocuparse de la salud del presidente de los Estados Unidos, John Kennedy
El 26 de enero de 1961, Janet Travell se convirtió en la primera mujer médica que iba a ocuparse de la salud del presidente de los Estados Unidos, John Kennedy

Cuando el 26 de enero de 1961, Janet Travell fue nombrada médica de la Casa Blanca sabía que su principal tarea sería lidiar con el dolor. Hacía menos de una semana que John Fitzgerald Kennedy había asumido como presidente de los Estados Unidos y en los medios de comunicación la noticia se centró en un hecho histórico: la doctora Travell, de 59 años, era la primera mujer en ocupar ese cargo, hasta entonces ejercido sin ninguna excepción por hombres, en muchas ocasiones médicos militares.

Aunque fue menos relevante a nivel informativo, el dato clave era sin embargo otro: la especialidad de Travell eran los tratamientos paliativos del dolor, para los que utilizaba una droga bastante controvertida llamada procaína.

Durante la campaña presidencial de 1960, la presencia física del senador Kennedy, candidato demócrata, joven y héroe de guerra, había brillado por la energía que transmitía frente a un Richard Nixon, la esperanza republicana, que contrastaba su rostro ojeroso y su actitud corporal algo agobiada.

La foto del momento podía leerse así: la imagen de un fuerte ganador que opacaba de manera casi aplastante a la de un perdedor.

Janet Travell junto al presidente Kennedy en una producción para la revista LIFE (Foto: Life)
Janet Travell junto al presidente Kennedy en una producción para la revista LIFE (Foto: Life)

Lo que pocos sabían, porque era un secreto guardado bajo siete llaves por el entorno del candidato, era que Kennedy vivía atenazado por los dolores. Producto de las intervenciones a las que debió someterse por sus heridas de guerra, sufría fuertes espasmos en la parte inferior de la espalda que irradiaban a su pierna izquierda, lo cual en ocasiones hasta le causaba graves dificultades para caminar.

Si durante todo ese año de campaña eso no se notó y se vio a un Kennedy erguido, sonriente y de buen semblante, se debió en gran parte al tratamiento de la doctora Travell, una médica prácticamente una desconocida hasta su nombramiento en la Casa Blanca.

La médica del dolor

Cuando se instaló en Washington para acompañar al flamante presidente, Janet Travell tenía una larga experiencia en el tratamiento del dolor, aunque sus métodos eran cuestionados por parte de la comunidad médica estadounidense que se dedicaba al tema.

Nacida en Nueva York el 17 de diciembre de 1901, provenía de una familia de médicos. Su padre lo era y una de sus tías, llamada Janet como ella, también. Se recibió de médica a los 25 años en la Universidad de Cornell.

Al principio pensó en dedicarse a la cardiología, pero fue su propio cuerpo el que la llevó hacia otro rumbo. Sufría de dolores en el hombro y en el brazo. Haciendo clínica en sí misma descubrió lo que llamó “punto gatillo”.

“Mientras estaba en la escuela de medicina y luego como interna en el Hospital de Nueva York, tuve un hombro doloroso. Me examinaron y no apareció nada. No podía acostarme cómodamente sobre mi lado derecho, y mientras hurgaba por encima del omóplato, puse mi dedo en un lugar que podía alcanzar. Me dolía mucho y lo presioné y sentí que reproducía el dolor en mi brazo. Bueno, era un punto gatillo en el músculo infraespinoso y comenzamos a estudiarlo. No coincidía con ningún patrón de dolor conocido de raíz nerviosa o distribución segmentaria ni con el de ningún nervio periférico; era un patrón independiente”, contó en una entrevista.

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Nacida en Nueva York el 17 de diciembre de 1901, provenía de una familia de médicos. Su padre lo era y una de sus tías, llamada Janet como ella, también. Se recibió de médica a los 25 años en la Universidad de Cornell (Bettmann Archive)
Nacida en Nueva York el 17 de diciembre de 1901, provenía de una familia de médicos. Su padre lo era y una de sus tías, llamada Janet como ella, también. Se recibió de médica a los 25 años en la Universidad de Cornell (Bettmann Archive)

Buscando una solución, empezó a tratarse con inyecciones locales de procaína, un fármaco que bloquea la conducción nerviosa, previniendo el inicio y la propagación del impulso nervioso que causa el dolor. Le dio resultado.

En 1942, junto con sus colegas Seymour H. Rinzler, y Myron, publicó el trabajo “Dolor y discapacidad del hombro y el brazo: tratamiento por infiltración intramuscular con clorhidrato de procaína”.

Allí explicaban que cuando un paciente se quejaba de dolor en el hombro y el brazo con o sin limitación de movimiento y sin estar relacionado con un traumatismo severo, los médicos pensaban en las articulaciones, tendones o nervios de la zona en lugar de los músculos de la cintura escapular como la causa principal. Así, se les diagnosticaba de artritis, bursitis subacromial, neuritis braquial o radiculitis. Por eso los tratamientos solían fallar, ya que no se buscaba a verdadera causa del dolor.

La doctora de Kennedy

Dolor era lo que John Fitzgerald Kennedy sentía casi todas las horas de su vida desde que fue herido en la Segunda Guerra Mundial. El senador también padecía de Mal de Addison, un trastorno endocrino causado por la liberación insuficiente de hormonas por las glándulas suprarrenales.

John Fitzgerald Kennedy sentía en casi todas las horas de su vida un dolor terrible en la espalda, desde que fue herido en la Segunda Guerra Mundial
John Fitzgerald Kennedy sentía en casi todas las horas de su vida un dolor terrible en la espalda, desde que fue herido en la Segunda Guerra Mundial

La salud de un político con ambiciones –y Kennedy lo era desde finales de la década de los ‘40– es un tema delicado. Es una regla no escrita que jamás puede mostrarse débil o enfermizo, y mucho menos flaquear por el dolor.

Por eso, desde sus primeros pasos de su carrera, al comienzo como representante y más tarde como senador, tanto él como su entorno ocultaron los males que sufría. Pero ocultar es una cosa y no padecerlos es otra. Y el dolor de Kennedy crecía día tras día.

El futuro presidente de los Estados Unidos y Janet Travell se vieron las caras pro primera vez en abril de 1955, por recomendación del cirujano ortopédico de Kennedy, Preston Wade.

Cuando conoció a Kennedy y pudo revisarlo, la doctora Travell Travell comenzó a inyectarle dosis bajas de procaína en los “puntos gatillo” de los músculos lumbares, con resultados alentadores para los terribles dolores que sufría (Bettmann Archive)
Cuando conoció a Kennedy y pudo revisarlo, la doctora Travell Travell comenzó a inyectarle dosis bajas de procaína en los “puntos gatillo” de los músculos lumbares, con resultados alentadores para los terribles dolores que sufría (Bettmann Archive)

Luego de revisarlo, Travell comenzó a inyectarle dosis bajas de procaína en los “puntos gatillo” de los músculos lumbares, con resultados alentadores. También ordenó que le hicieran más alto el talón del zapato izquierdo ya que sus piernas tenían diferente longitud y le diseñó una mecedora donde los puntos de apoyo del cuerpo le permitieran descansar sin sentir dolor.

Kennedy estaba encantado con los beneficios del tratamiento de Travell, que se prolongó durante los cinco años siguientes. Por lo tanto, cuando resultó electo Presidente y se trasladó a la Casa Blanca, la doctora Janet fue con él.

Así, el 26 de enero de 1961, Janet Travell se convirtió en la primera médica mujer de un presidente de los Estados Unidos.

El “Doctor Feelgood”

La intensidad de la agenda de un presidente –más si lo es de los Estados Unidos – pone a prueba su resistencia física y su salud. En el caso de Kennedy, tanta actividad resultó ser combustible para acrecentar sus dolores.

Janet Travell no se despegaba de él y continuaba con su tratamiento de inyecciones de procaína en los puntos gatillo de los músculos, pero hacía falta más.

Max Jacobson, mucho más conocido por su apodo entre los artistas de Hollywood como “Doctor Feelgood” (algo así como “Doctor Sentirse bien”), era un experto en el uso de las anfetaminas y llegó al lado de Kennedy
Max Jacobson, mucho más conocido por su apodo entre los artistas de Hollywood como “Doctor Feelgood” (algo así como “Doctor Sentirse bien”), era un experto en el uso de las anfetaminas y llegó al lado de Kennedy

Entonces entró en escena otro médico, de nombre Max Jacobson, pero mucho más conocido por su apodo entre los artistas de Hollywood, “Doctor Feelgood” (algo así como “Doctor Sentirse bien”), un experto en el uso de las anfetaminas.

“Sus brebajes contenían vitaminas, esteroides, placenta animal, médula ósea y una poderosa cucharada de anfetaminas, la droga conocida en la calle como ‘velocidad’. Inyectó estos cócteles en cientos de pacientes, incluidos algunos de los cantantes, actores y autores más famosos de Estados Unidos. Sus disparos los hicieron volar, enrojecidos por la energía, el éxtasis y la suprema confianza en sí mismos, al menos por un tiempo”, relata Peter Carlson, editor de American History en un artículo que lleva el sugestivo título de “Cómo el Doctor Feelgood llevó a John Fitzgerald Kennedy al borde del desastre nuclear”.

En mayo de 1961, Jacobson fue convocado a la Casa Blanca. Unos días antes Kennedy se había lesionado la espalda en una ceremonia de plantación de árboles en Canadá. Había hecho un mal movimiento con la pala y sus dolores se acrecentaron de manera notable, a pesar de recibir varias inyecciones de procaína por día suministradas por la doctor Travell.

Además, el Presidente estaba recibiendo corticoides para combatir el Mal de Addison, que le provocaban efectos secundarios de ansiedad, irritabilidad e insomnio.

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La reunión de John Kennedy con Nikita Krushchev en junio de 1961 en Viena (Corbis via Getty Images)
La reunión de John Kennedy con Nikita Krushchev en junio de 1961 en Viena (Corbis via Getty Images)

Faltaba una semana para que Kennedy se reuniera con el el líder soviético Nikita Krushchev en el clima caliente de la crisis de los misiles.

“No quiero encontrarme con Jruschov como un lisiado”, les dijo Kennedy a Travell y Jacobson. Con la anuencia de la médica presidencial, Jacobson le inyectó su famosa pócima, explicándole que era “no solo para aliviar su malestar local, sino para proporcionarle fuerza adicional para lidiar con el estrés”.

Una cumbre fallida

Al rato, el presidente se sintió mucho mejor, eufórico. Días después, Travell y Jacobson y sus inyecciones se subieron al Air Force 1 para acompañar a Kennedy a la cumbre.

La reunión entre Kennedy y Krushchev, que debía abrir una esperanza de paz, terminó en clima de guerra. En el viaje de regreso, columnista de The New York Times James Reston le preguntó al Presidente:

-¿Fue muy duro?

-La cosa más dura de mi vida. Simplemente me golpeó muchísimo, le respondió Kennedy.

Janet Travell siguió siendo la máxima encargada de cuidar la salud de Kennedy hasta el asesinato del Presidente en Dallas, el 22 de noviembre de 1963. Su sucesor, Lyndon b. Johnson, la confirmó en el puesto, que conservó hasta 1965 (Casa Blanca)
Janet Travell siguió siendo la máxima encargada de cuidar la salud de Kennedy hasta el asesinato del Presidente en Dallas, el 22 de noviembre de 1963. Su sucesor, Lyndon b. Johnson, la confirmó en el puesto, que conservó hasta 1965 (Casa Blanca)

Entre los asesores del Presidente se sospechó que las inyecciones de Jacobson no habían favorecido el desempeño frente a Nikita Krushchev.

Así lo pensó Robert Dallek, historiador y biógrafo de Kennedy. “No podemos descartar el impacto de los productos químicos de Travell y Jacobson. A medida que avanzaba el día y una inyección que Jacobson le había dado justo antes de conocer a Krushchev a primera hora de la tarde desapareció, Kennedy pudo haber perdido la ventaja emocional y física inicialmente proporcionada por el disparo (de la droga)”.

El doctor Feelgood terminó asustando a los otros médicos del Presidente, empezando por la propia Janet Travell.

En noviembre de 1961, a instancias de Travell, el doctor Eugene Cohen, que trataba a Kennedy por la enfermedad de Addison, le escribió una carta al Presidente: “No se le puede permitir recibir terapia de médicos irresponsables como M.J., quienes, mediante formas de inyecciones estimulantes, ofrecen ayuda temporal a personas neuróticas o mentalmente enfermas... Esta terapia condiciona las necesidades de uno casi como un narcótico, [y] no es para individuos responsables que en cualquier fracción de segundo pueden tener que decidir el destino del universo”, le advirtió.

Janet Travell junto a sus hijas, Virginia y Janet. La médica murió el 1° de agosto de 1997, a los 96 años. Todavía seguía investigando los efectos de la procaína y los puntos gatillo de los músculos (Foto: janettravellmd.com)
Janet Travell junto a sus hijas, Virginia y Janet. La médica murió el 1° de agosto de 1997, a los 96 años. Todavía seguía investigando los efectos de la procaína y los puntos gatillo de los músculos (Foto: janettravellmd.com)

A pesar de la oposición de Travell y el resto del plantel médico de la Casa Blanca, el primer mandatario siguió viendo a Jacobson a escondidas. Desarrollaron un código para mantener las visitas en secreto: cuando el Presidente quería ver a Jacobson, un miembro del personal de la Casa Blanca llamaba al consultorio del médico y dejaba un mensaje de “la señora Dunn”.

La médica jefe de la Casa Blanca demostró tener sobradas razones para desconfiar del Doctor Feelgood. En 1975, el Estado de Nueva York le suspendió la matrícula por mal ejercicio de la medicina.

Janet Travell siguió siendo la máxima encargada de cuidar la salud de Kennedy hasta el asesinato del Presidente en Dallas, el 22 de noviembre de 1963. Su sucesor, Lyndon b. Johnson, la confirmó en el puesto, que conservó hasta 1965.

Murió el 1° de agosto de 1997, a los 96 años. Todavía seguía investigando los efectos de la procaína y los puntos gatillo de los músculos.

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