El doctor Miguel Saldaña cuenta cuáles son las tres cirugías que no dejan cicatriz. Este cirujano, con más de 30 años de experiencia, divulga curiosidades del campo de la intervención quirúrgica través de su cuenta de Tiktok.
La blefaroplastia aparece como la primera de las operaciones que no cicatrizan de forma visible. En ella, hay que entrar por la zona de dentro del párpado para eliminar las bolsitas que se encuentra, precisamente, en los párpados inferiores. Esa vía de abordaje permite la ausencia posterior de cicatrices.
El segundo ejemplo es la rinoplastia cerrada. Esta debe ser realizada a través de los agujeros nasales para conseguir una operación correcta de la nariz. En este caso, las heridas se hallan en la mucosa, es decir, en los pelitos de la nariz. De este modo, no existe ninguna marca externa.
Para terminar, el doctor explica, como último ejemplo, la extirpación de las bolas de Bichat. Se trata de “pequeñas pelotitas de grasa que hay debajo de los pómulos”. La supresión de estas tiene un efecto directo sobre el aspecto del rostro. Se consigue mayor estrechez y estilización, además de potenciar los pómulos. El método de trabajo, en este caso, debe darse desde el interior de la boca, concretamente en la zona de los molares, así no hay cicatrices visibles.
Cicatrices postquirúrgicas
Según la Clínica Dermatológica Internacional, podemos encontrar distintas cicatrices que se agrupan en tres categorías principales. Estas pueden ser atróficas, hipertróficas y queloides. El primer tipo debe recibir un tratamiento distinto a las dos últimas.
Las cicatrices atróficas presentan un aspecto de hundimiento en la piel. Básicamente, consiste en el resultado de la pérdida de tejido en la zona de la incisión como consecuencia de la intervención quirúrgica.
En cuanto a la segunda categoría, las hipertróficas se vuelven firmes y sobreelevadas e, incluso, con un tono rojizo en la zona intervenida. Estas marcas, que aparecen entre las 4 y las 8 semanas, pueden provocar picor y malestar.
El último grupo de las queloides se caracteriza por abarcar una zona mayor a la operada. Su periodo de aparición puede alcanzar a los dos años después de la intervención. Además, su desarrollo suele tener lugar en zonas que han sufrido una fuerte tensión.
Tratamiento de cicatrices
El abordaje de las cicatrices postquirúrgicas varía en función de su tipo y gravedad. En las cicatrices atróficas, uno de los procedimientos más utilizados es el “microneedling” que consiste en realizar microperforaciones para estimular la producción de colágeno y mejorar su aspecto.
Las cicatrices hipertróficas y los queloides suelen responder mejor a productos de silicona, como parches o geles. Estos ayudan a mantener la hidratación y una temperatura adecuada en la zona tratada.
Resultan ser productos que se aplican cuando la herida ha “epitelizado” (un tejido ha sido regenerado por epitelio). En estos casos, los tratamientos con láser o la administración de fármacos intralesionales pueden complementar el proceso para reducir el volumen y mejorar la apariencia de la cicatriz.
Además, existen tratamientos complementarios que pueden contribuir a optimizar los resultados. En cualquier caso, los especialistas subrayan la importancia de una valoración individualizada para determinar la combinación terapéutica más adecuada según cada paciente y tipo de cicatriz.