Raquel Jiménez, psicóloga, explica cómo ayudar a una persona con depresión: “Tu presencia ya es un alivio”

Evitar juicios y ofrecer apoyo cotidiano resulta clave para acompañar el proceso de recuperación

La psicóloga Raquel Jiménez habla sobre la depresión (Composición Infobae)

La psicóloga Raquel Jiménez ha puesto en debate el modo en que familiares y amigos suelen acompañar a quienes padecen depresión, fenómeno que afecta a millones de personas y que muchas veces se vive bajo el signo de la incomprensión.

Desde su cuenta de TikTok, Jiménez resalta que el mayor apoyo hacia quienes sufren este trastorno radica en una presencia genuina y sin juicios. Según la especialista, la experiencia de la depresión implica más que un estado de ánimo bajo, ya que suele estar marcada por una intensa sensación de soledad, incluso en compañía de seres queridos.

La psicóloga remarca la brecha entre la buena intención de ayudar y la verdadera comprensión de lo que enfrenta la persona deprimida. “No me digas: ‘Anímate’. No puedo”, subraya Jiménez, exponiendo la distancia entre el consejo bienintencionado y el verdadero alivio para quien no logra salir de su malestar.

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No hay fórmulas instantáneas

Advierte que los consejos simples o las soluciones rápidas suelen ser contraproducentes. “No intentes darme soluciones rápidas, porque no tengo fuerzas para aplicarlas”, sostiene. Frases de ese tipo, aunque surgen del deseo de ayudar, pueden reforzar el aislamiento y la incomprensión. La profesional enfatiza que la depresión no se resuelve con fórmulas instantáneas ni mensajes motivadores, sino por medio de una presencia empática y constante.

Otro eje que destaca Jiménez es la dimensión física de la depresión. Para la psicóloga, ignorar lo que ocurre en el cuerpo perjudica tanto la visión externa como el propio proceso de recuperación. “No me digas que todo está en mi cabeza. Mi cuerpo también lo sufre”, advierte. Los síntomas físicos, como la fatiga o el dolor, son parte de un cuadro que va más allá de lo emocional.

Representación de la depresión (iStock)

La mirada profesional también se detiene en conductas visibles, como permanecer acostado o sin actividad, que a menudo se malinterpretan. “No me juzgues por estar tumbada. Tal vez levantarme sea mi mayor logro del día”, indica.

Por esto, subraya la importancia de no comparar ni juzgar. Recomienda practicar la escucha activa, sin expectativas, ni presión. “Escúchame sin juzgar, sin comparar, sin minimizar lo que siento. Quédate a mi lado, aunque no hable, aunque no haga nada. Tu presencia ya es un alivio”, afirma la especialista.

Gestos básicos

En el entorno de la persona con depresión, abundan los mensajes que buscan animar al recordar aspectos positivos de la vida. Sin embargo, la psicóloga señala que esa estrategia puede no resultar útil. “No me recuerdes todo lo bueno que tengo. Lo veo, pero no puedo sentirlo”, explica.

Resalta, en cambio, la eficacia de gestos básicos: “Ayúdame con lo básico: una comida, un paseo corto... Recuérdame que no estoy sola”. Considera que el valor del acompañamiento diario reside en prescindir de presiones para “mejorar”.

La experta insiste en distinguir el acompañamiento de cualquier intento por forzar la salida del malestar. “No intentes sacarme a la fuerza, porque lo único que necesito es que me acompañes en mi oscuridad”. Para Jiménez, la recuperación exige paciencia y validación constante, reafirmando que la identidad de una persona no se agota en la depresión. “Recuérdame con paciencia que esto no me define, que soy más que mi depresión”, pide.

Una campaña muestra el laberinto que atraviesan las personas con trastorno depresivo mayor. (Europa Press)

El mensaje que sobresale de la intervención de Raquel Jiménez es el llamado a la empatía y a observar a los demás con cuidado. Detrás de una sonrisa puede ocultarse una batalla silenciosa. “Detrás de cada sonrisa, de cada ‘estoy bien’, puede haber una persona librando una oscura batalla.

Nadie está exento de tener una depresión. La diferencia está en acompañar con empatía y compasión”, concluye la psicóloga, y sostiene que, en muchos casos, el apoyo cotidiano y el afecto sin condiciones resultan tan reparadores como cualquier palabra.

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