Las Navidades están a la vuelta de la esquina, y con ellas llegan las casas decoradas con luces y adornos, las reuniones familiares y las tradicionales cestas navideñas. Sin embargo, este año lo que más llama la atención no es el contenido, sino el coste tan alto de los productos. Y es que los precios de buena parte de los alimentos básicos para un menú de Navidad, desde el marisco hasta los dulces más clásicos, no ha parado de crecer en los últimos años. En este 2025, el espíritu navideño se mantiene, pero el ticket se dispara.
Según el último análisis de la consultora Raisin, los alimentos típicos de Navidad se han encarecido notablemente entre 2020 y 2025. Y no son aumentos anecdóticos, sino que en algunos casos llegan a superar el 100% frente al precio de hace cinco años. El estudio confirma que la cigala cruda congelada es el alimento que más ha aumentado su precio, con una subida del 173% en cinco años. Después se sitúan el bacalao, que se ha incrementado un 122%, y el turrón de chocolate, cuyo precio por kilo está un 121% por encima del de 2020.
En total, el informe compara los precios por kilo de 16 de los productos más típicos en los menús navideños españoles. El abanico abarca desde carnes, pescados, mariscos, y una selección de dulces navideños tradicionales como el mazapán. De los alimentos analizados, tres de cada cuatro han subido más de un 40% desde 2020. Entre ellos, destacan el solomillo de vacuno, que encarece su precio un 90%; la pierna de cordero, que asciende un 74%; y la gamba blanca cocida, que aumenta un 61%.
Los precios navideños se disparan y presionan el presupuesto familiar
Aunque las cifras podrían hacer pensar que es un fenómeno que solo ha afectado a algunos alimentos gourmet, el estudio muestra que se ha sufrido un aumento generalizado. El encarecimiento de los precios afecta a prácticamente todas las categorías, con el marisco y el pescado como los segmentos donde las subidas son más pronunciadas. Una evolución que Raisin atribuye al aumento de los costes energéticos, logísticos y de producción acumulados en los últimos años.
Los productos elaborados y los dulces típicos tampoco se libran. El turrón, el mazapán y otros postres navideños han absorbido toda la presión inflacionaria de materias primas como el azúcar, los frutos secos o el cacao, y también han incrementado sus precios. Y el impacto de este encarecimiento ya se nota en los hogares, sobre todo después de varios años arrastrando incrementos generalizados en la cesta de la compra.
Para muchas familias, el sobrecoste se concentra justo en el tramo de final de año, donde el consumo alimentario alcanza uno de sus picos más altos, añadiéndole el gasto en regalos y la tan conocida cuesta de enero. La presión sobre el presupuesto navideño es, por tanto, el doble. Además, a los altos costes hay que sumarle una demanda que tradicionalmente no quiere renunciar a su alimento favorito para las comidas y cenas navideñas, lo que puede encarecer los precios aún más.
Marta Pinedo, directora de Raisin España, resume en un comunicado esta situación, explicando que “la evolución reciente de los precios está teniendo un efecto claro en los presupuestos familiares”. “Aunque la intensidad de las subidas varía por categoría, el impacto acumulado es considerable y se percibe con más fuerza en momentos de mayor consumo, como la Navidad”, señala. Además, añade que “el análisis muestra incrementos consistentes en prácticamente todos los productos estudiados, lo que implica que muchas familias tendrán que valorar alternativas o modificar en parte sus compras respecto a años anteriores”.
Los menús navideños se adaptan a unos precios cada vez más altos
A pesar de estos aumentos, la tradición suele pesar más que el precio. Una encuesta realizada por la plataforma entre más de 1.000 consumidores confirma que los hábitos culinarios se mantienen relativamente firmes. Un 68% de los encuestados asegura que incluirá marisco en su menú navideño, mientras que el 58% optará por jamón y el 43% servirá pescado. El cordero también ocupa un lugar destacado, con un 38% de personas que lo eligen, seguido de la ternera (28%). Solo un 6% afirma que optará por recetas vegetarianas o veganas.
Este encarecimiento de los alimentos forma parte de una tendencia más amplia que afecta a otros productos esenciales de la cesta de la compra, y que se mantiene, en mayor o menor medida, desde hace varios años. El aumento de los costes energéticos, las tensiones en las cadenas globales de suministro y la propia dinámica inflacionaria han ido acumulándose hasta encarecer la mayoría de los alimentos que forman parte de la dieta cotidiana. En el caso de la Navidad, su efecto se amplifica porque afecta a productos con un alto valor añadido y de consumo puntual.
El resultado es un escenario en el que la celebración sigue adelante, pero apretándose el cinturón. Algunas familias reorganizan sus menús, otras reducen cantidades o buscan alternativas más económicas dentro de las mismas categorías. La tradición gastronómica navideña sigue viva, aunque convive con una realidad económica que obliga a repensar con qué alimentos llenamos las cestas y las mesas festivas. Esta temporada navideña llega, una vez más, marcada por el espíritu de celebración, pero también por los precios que no paran de subir.