En agosto de 2022, una mujer de 65 años ingresó en el Hopital Nord Franche-Comté, en el condado francés, por un cuadro de dolor abdominal y vómitos. Los médicos detectaron un hematoma renal espontáneo, que motivó su ingreso y posterior cirugía. Al día siguiente de la operación, como parte del control hospitalario, le realizaron un análisis de sangre. Esa extracción, ordenada con normalidad, derivó en un nuevo hematoma, esta vez en el pliegue del codo derecho. Poco después, la paciente empezó a notar entumecimiento, dolor y dificultades para usar el brazo.
Lo que para muchos podría parecer un simple “moretón” fue mucho más. El hematoma siguió expandiéndose, provocó compresión vascular y nerviosa, y derivó en una invalidez permanente del brazo. Un mes después fue reingresada, pero los daños ya eran evidentes. Con el tiempo, la mujer tuvo que adaptarse. Necesitó ayuda en su casa para realizar las tareas cotidianas, como vestirse, cambió su vehículo por uno automático y modificó su hogar con una ducha a ras de suelo.
Ahora, el Tribunal Administrativo de Besançon ha determinado que hubo una “falta culposa” en la atención médica. El diagnóstico y tratamiento demostraron ser tardíos y el hospital ha sido condenado a indemnizar a la víctima con unos 240.000 euros más intereses.
Donar sangre: un pilar en la medicina moderna
Donar sangre es una herramienta vital para los sistemas sanitarios. Cada donación puede salvar vidas: transfusiones en intervenciones quirúrgicas, partos complicados, tratamientos de enfermedades hematológicas o trasplantes dependen de ello. Además, la separación de componentes sanguíneos (glóbulos rojos, plasma, plaquetas) permite que una sola donación ayude a varios pacientes.
Por eso, las campañas de donación suelen organizarse en hospitales, centros de salud, asociaciones, incluso en empresas o universidades. A veces se ofrece a los donantes un refrigerio, un bocadillo o una pausa tras la extracción: no como pago, sino como pequeño reconocimiento y para ayudar con la recuperación inmediata (hidratarse, vigilar reacciones, descansar). Ese gesto refuerza el carácter altruista de la donación.
Un gesto con riesgos reales: la donación no está exenta de complicaciones
Aunque la donación de sangre es ampliamente segura, no está exenta de riesgos, por mínimos que parezcan. Estudios sobre donaciones muestran que los efectos adversos más frecuentes incluyen mareos, síncopes (especialmente tras la extracción) y hematomas.
En concreto, las complicaciones en el brazo pueden ocurrir en hasta un 30% de las donaciones. Sin embargo, la mayoría de ellas son leves y transitorias: moretones, molestias, dolor moderado.
Pero también existen riesgos, aunque muy poco frecuentes, más graves: punción arterial en vez de venosa, daño nervioso, hematomas profundos que comprimen estructuras y, en casos extremos, problemas funcionales duraderos o incluso necesidad de hospitalización.
Donación altruista: solidaridad con conciencia y responsabilidad
La gran mayoría de los sistemas de donación coinciden en que la donación altruista y voluntaria (no remunerada) es la más segura y recomendada. El pequeño tentempié o bebida que se ofrece tras la donación es un gesto simbólico: sirve para reponer líquidos, dar un breve descanso al donante, y detectar posibles reacciones iniciales.
Este gesto refuerza la dimensión solidaria del gesto. Donar sangre no por necesidad o recompensa económica, sino por convicción y ayuda a quienes la necesitan. Pero al mismo tiempo exige responsabilidad y profesionalidad por parte de los centros: selección adecuada del donante, técnicas de punción cuidadosas, seguimiento post‑donación y protocolos claros por si hubiera una complicación.