España es uno de los países con mayor porcentaje de población universitaria de Europa. Sin embargo, esa fortaleza educativa está mostrando un lado menos positivo. La doctora en Ciencias Económicas y Empresariales Leticia Poole, profesora en la Universidad Europea de Valencia, ha advertido recientemente que el país vive una situación de “sobrecapacitación”.
Según la experta, España “se ha convertido en una nación donde la gente está preparada para lo que el mercado no necesita”. En otras palabras, el sistema educativo continúa formando miles de titulados superiores que luego no encuentran empleo en su especialidad, mientras faltan trabajadores cualificados en oficios técnicos y sectores manuales esenciales para la economía.
Los datos respaldan la afirmación de Poole. Cerca del 41% de los españoles entre 25 y 64 años tienen estudios universitarios. En el grupo más joven, entre 25 y 34 años, la cifra se acerca al 50%, según Eurostat. Sin embargo, el 36% de los universitarios trabajan en empleos por debajo de su cualificación, situando a España entre los países más sobrecualificados de la Unión Europea, junto con Grecia.
La mayoría de estos graduados, especialmente en carreras como Derecho, Humanidades o Administración de Empresas, acaban desempeñando trabajos en hostelería, atención al cliente o ventas, donde no se requiere formación universitaria.
“Gana más el instalador del aire que el ingeniero”
“Hoy en día gana más el instalador del aire acondicionado que el ingeniero que trabaja en la misma empresa, porque no hay instaladores”, explica Poole.
La falta de mano de obra en los oficios tradicionales , como fontanería, electricidad, mecánica o carpintería, es ya una realidad. Cada vez hay menos jóvenes interesados en formarse en estos campos, lo que ha disparado los salarios en muchos de ellos.
“No es que la gente esté demasiado preparada, es que está preparada para lo que el mercado no necesita”, insiste la economista. Para ella, el problema no es el exceso de educación, sino una educación alejada de las necesidades reales del país.
Poole señala también que esta distorsión tiene raíces culturales. Durante décadas, las familias españolas han asociado el éxito con la universidad, rechazando los ciclos formativos.
“El éxito se asoció con tener carrera, y los oficios técnicos se consideraron de segunda”, explica. Sin embargo, los datos actuales desmontan ese prejuicio: hasta un 70% de las ofertas laborales actuales se dirigen a personas con Formación Profesional, no con estudios universitarios.
Para revertir la tendencia, Poole reclama una reforma educativa y un cambio de mentalidad social. “Los ciclos formativos deben dejar de verse como una alternativa menor y ocupar el lugar que merecen dentro del sistema laboral”, afirma.
Un cambio de mentalidad urgente
El mensaje de Leticia Poole va más allá de una simple crítica: es una llamada de atención sobre un modelo educativo que produce más titulados de los que el mercado necesita.
Si no se valora la formación técnica y profesional, España seguirá generando una generación de jóvenes muy formados pero sin empleos, mientras crece la escasez de profesionales en los oficios que sostienen la vida cotidiana. Como resume la economista: “Estamos fabricando perfiles que el mercado no pide”.