Sequía, recesión mundial y la demanda china: las claves para un mercado de granos que abre un año lleno de incertidumbre

En 2023 los precios de la soja y los cereales se verán afectados por la falta de agua en el país, una abundante cosecha brasileña y los riesgos de una mayor recesión por altas tasas de interés, entre otros factores

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Proyectan que para el presente año serán varios los factores que incidirán en los precios de la soja y los cereales.  (REUTERS/Jorge Adorno)
Proyectan que para el presente año serán varios los factores que incidirán en los precios de la soja y los cereales. (REUTERS/Jorge Adorno)

El mercado internacional y local de granos no tendrá un 2023 calmo. Habrá alta dosis de incertidumbre, aunque no se espera, por el momento, cimbronazos tales como el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, ni un rebrote pandémico. No obstante, la feroz sequía en Argentina, una superproducción en Brasil, la posible recesión económica mundial y la demanda china serán los principales factores que jugarán a la hora de definir los precios de los commodities agrícolas.

Hoy los valores de los granos se mantienen en niveles históricamente altos, pero en el caso de los cereales ya no reportan los incrementos que se registraron durante 2022, con la invasión rusa. Así, el contrato de más próximo vencimiento de la soja en el mercado de Chicago se ubica en torno a los USD 545 la tonelada, mientras que el maíz en USD 257 y el trigo en 273 dólares.

Para la soja, el cultivo de mayor importancia del país, se prevé un escenario signado por factores bajistas

Según un informe realizado por el equipo de Análisis de Mercados de la consultora FyO para Infobae, existen una serie de factores bajistas y alcistas que determinarán el porvenir en materia de precios para la soja, el maíz y el trigo, en el cual nuestro país tendrá un rol preponderante en el plano internacional producto de la fuerte sequía que lo afecta, como así también en el mercado doméstico.

Como fundamentos generales para los principales tres cultivos, el climático tendrá un lugar central, sobre todo por el fenómeno de La Niña, causante de las mermas en las precipitaciones sobre nuestro país. Según estudios, este evento estaría disipándose en el mediano plazo. “Los modelos climáticos IRI hablan de una probabilidad de año neutral a partir del trimestre febrero-marzo-abril que supera el 80%”, destacaron desde FyO.

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A esto hay que sumarle un factor bajista, como lo es la incertidumbre en el mercado en base a qué política monetaria y de tasa de interés adoptará Estados Unidos durante este año, como así también uno que todavía representa una incógnita, como lo es China, el mayor demandante de granos del mundo, teniendo en cuenta las medidas que podría adoptar ante eventuales rebrotes de Covid y por las tensiones crecientes con Taiwán.

Soja, maíz y trigo

Para la soja, el cultivo de mayor importancia del país, se prevé un escenario signado por factores bajistas hasta el momento, a excepción de la sequía y las mermas productivas que se proyectan para nuestro país, lo que provocó que los fondos especulativos mantengan una posición comprada de contratos de harina récord hasta el momento.

No obstante, una producción histórica de 150 millones de toneladas en Brasil, China comprando mercadería a un menor nivel que en los meses anteriores y existencias mundiales de aceite de palma abundantes, que arrastran consigo al precio del aceite, son los factores que podrían empujar los precios del poroto a la baja.

Como sucede con la soja, uno de los pocos factores alcistas con los que cuenta el mercado mundial de maíz es la sequía en Argentina y en otras partes de Sudamérica, ya que prevalecen los fundamentos bajistas como una presencia muy fuerte del cereal brasileño en detrimento del estadounidense, exportaciones ucranianas que a pesar de la guerra no cuentan con mayores problemas a través del corredor seguro en el Mar Negro y una mayor disponibilidad del grano amarillo norteamericano por menor demanda de biocombustibles.

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Ahora bien, en el mercado local también se acumulan datos o previsiones bajistas de la mano de una normalización del clima durante el primer trimestre del año, la posibilidad de que la exportación posponga los embarques para el año que viene y una menor capacidad de pago por parte de los exportadores.

Por último, el el caso del trigo las malas condiciones climáticas en Norteamérica, combinada con la inestabilidad en Europa del Este podría complicar la oferta del cereal, aunque una producción récord de Rusia estimada en 110 millones de toneladas, sumado a que se espera una caída en la demanda africana del grano compensan la tendencia al alza en los valores.

Recesión

Por su parte, el responsable del Departamento de Análisis de Mercados de la corredora Grassi, Ariel Tejera, entiende que el devenir del mercado estará marcado por dos cuestiones principales: la posibilidad de que se concrete un proceso de recesión económica mundial y, por otro lado, si las mejoras productivas en Brasil y Paraguay podrán compensar las mermas esperadas en la cosecha argentina.

En cuanto al primer punto, Tejera subrayó que hay que “tener en cuenta que todas las proyecciones apuntan a un mundo aletargado en términos de crecimiento, en 2023″ y que “el fantasma de la inflación aún recorre las principales economías”, por lo que “se espera que se mantenga firmeza en materia de política monetaria por un tiempo más”, cuestión que “puede pesar sobre el dinamismo de la demanda de commodities, en general”.

En lo que hace al mercado de granos estrictamente, en el corto plazo Tejera prevé que el centro de la atención esté focalizado en la oferta, sobre todo, en la evolución de las condiciones climáticas de Argentina, mientras que por el lado de la oferta, también gana relevancia la campaña brasileña, donde se proyecta un volumen histórico de producción de soja, a lo que se suma Paraguay, con recuperación de cosecha, respecto a lo que fue la última campaña.

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Es por esto que Tejera plantea el interrogante sobre si estos dos países podrán suplir la falta de producción que podría arrojar Argentina. “Es probable que el contexto productivo de Argentina opere como factor de respaldo a precios, pero no hay que dejar de ponderar el aluvión de producción de Brasil y Paraguay”, explicó. Por otra parte, más adelante la atención del mercado girará hacia la realidad productiva norteamericana y sus planes de siembra. En este aspecto, marcó que de momento, los precios a cosecha “se muestran ligeramente favorables a la siembra de maíz, en términos históricos”, aunque comenzaron a sonar alarmas respecto a un aumento en los costos de producción que podría hacer caer los márgenes.

Mercado local

Para la consultora AZ Group, las mermas productivas que se esperan en Argentina de soja y maíz tensiona el mercado local y puede traer consigo buenos precios. Respecto al cereal, la ínfima siembra de los planteos tempranos y el lento avance de la implantación en los lotes de segunda hacen prever que no se alcancen las 53 millones de toneladas esperadas.

Esto, sumado a que se espera una producción mundial de 30 millones de toneladas menos que el año pasado, lleva a que “los valores del maíz disponible y para la época de cosecha sean los más altos en los últimos años. A mediados de semana, para la posición abril se ofrecían USD 260 la tonelada en el Matba-Rofex, y para julio, USD 233.

Por el lado de la soja, la situación actual productiva de nuestro país hace poco probable que la oferta sudamericana llegue a los valores que se esperaban hace algunos meses, lo cual mantienen firmes las cotizaciones en el mercado de Chicago en USD 457 la tonelada, mientras que en el Matba-Rofex para la posición mayo se ofertaba USD 405 la tonelada.

La sequía impacta en la actual campaña local de soja
La sequía impacta en la actual campaña local de soja

Sin embargo, el análisis realizado por el analista de la consultora, Carlos Pouiller, destaca que “este valor que se ofrece para la época de cosecha cotiza por encima de la paridad teórica de acuerdo la cotización FAS; es decir, tiene un premio que los exportadores o industriales están dispuestos a pagar para asegurarse la escasa mercadería que habrá disponible tras la cosecha, que seguramente se ubicará por debajo de las 43 millones de toneladas”.

Teniendo en cuenta este panorama, en el cual se combinan buenos precios con una fuerte incertidumbre productiva , “la estrategia general que debe llevar a cabo el productor incluye un bajo compromiso de entrega física de mercadería, pero apuntando a un buen nivel de coberturas flexibles que permitan mantenerse dolarizados fijando pisos de precios, que en este momento resultan muy atractivos, pero con reacción a la suba a efectos de no perder incrementos adicionales que pudieran darse”, concluyó Pouiller.

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