El Estado como motor: más empleo público y menos gente buscando trabajo, las causas de la baja en el índice de desocupación

En los últimos dos años el Estado nacional incorporó a casi 300.000 trabajadores

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Varias personas hacen fila para aplicar a opciones de trabajo en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni/Archivo

El desempleo alcanzó en el cuarto trimestre de 2021 el 7%, un cifra que se ubica en el nivel más bajo de los últimos años. La explicación para que esa estadística del Indec conocida en los últimos días haya ofrecido esa foto favorable pasan por dos razones menos auspiciosas: el crecimiento del empleo se concentró en el sector público y, como un efecto adverso que dejó la pandemia, muchos que perdieron su empleo ya no salieron a buscar otro.

A lo largo de los últimos dos años, entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo período del 2021, “hubo algo de creación de empleo privado pero en una medida menor que el aumento de la población. Por eso, la tasa de empleo privado da apenas en baja, de 35,1% pasó a 35. Esto indica que la creación de empleo público fue el verdadero motor del empleo”, señaló Matías Surt, economista jefe de la consultora Invecq.

En el mismo período bajo análisis, que prácticamente se ajusta a la gestión de Alberto Fernández, la cantidad total de ocupados creció un 3,3%. Pero ese crecimiento se compone de una suba del 1,5% en los empleos privados, un porcentaje menor al 2% que creció la población, y al mismo tiempo hubo una suba del 9,1% en el empleo público. En cantidad de trabajadores, eso implica que en esos dos años se registraron 297.000 nuevos empleados públicos, explicó Surt.

“Para explicar la baja en el índice de desocupación, se dan dos fenómenos. El primero es la creación de empleo, concentrada en el sector público. El segundo factor hay que buscarlo en la tasa de actividad, que todavía no volvió a su nivel previo a la pandemia. Hay menos gente ofreciendo sus servicios en el mercado de trabajo que dos años atrás, hay menos gente buscando trabajo”, señaló.

De ese modo, todavía hay una porción de la población que salió del mercado laboral durante esos dos años y todavía no regresó. Si esas personas estuvieran buscando trabajo pero no lo consiguen, contarían como desempleadas. Pero al no estar buscando trabajo, salen de la estadística de desempleo y son contabilizados como “inactivos”.

En el mismo sentido, un informe de LCG puntualizó que, además de la caída en el índice de desocupación, “también se observó un disminución en la subocupación demandante de empleo (-1,7 pp anual, a 8,6%) y de la subocupación no demandante (-1,3 pp anual, a 3,5%)”.

A su vez, para la consultora es esperable que “la oferta laboral siga creciendo sobre todo en un contexto de inflación en ascenso y salarios corriendo otro año más a un paso más lento. La necesidad de los hogares de sumar ingresos extras implicará un aumento de la población económicamente activa”.

Ganadores y perdedores

Otro efecto claro en el mundo del empleo de los últimos años es que el trabajo en relación de dependencia va cediendo espacio frente al cuentapropismo. En 2017, el 75% de los ocupados eran asalariados, una cifra que hoy cayó a 72%. Como contrapartida, el porcentaje de trabajadores autónomos subió del 21% al 23%.

“Al ver la evolución sectorial del empleo, hay dos sectores que quedaron relegados y no pudieron recuperarse: uno es hotelería y gastronomía y el otro el servicio doméstico. Ambos están caracterizados por una participación femenina muy alta, lo que genera un problema adicional en materia de composición del empleo”, apuntó Surt.

En el primer caso, según los cálculos de Invecq, hay un 14% menos de trabajadores que en 2019, lo que implica 110.000 personas ocupadas menos. En el caso del empleo doméstico todavía hay un 25% menos de trabajadores que antes de la pandemia: a fines de 2019 había 1,5 millón de personas que hacían tareas en casas particulares mientras que hoy hay 400.000 menos.

Esos empleos no recuperados en los últimos dos años se diluyen en la estadística de desempleo por la compensación que generó el empleo estatal y también algunos sectores privados que tuvieron mayor recuperación. Tras la dura recesión de 2020, el crecimiento de 2021 no fue homogéneo para todos los sectores económicos, en sintonía con las restricciones sanitarias.

Desde LCG advierten que aún cuando la recuperación económica de 2021 es evidente y mayor a la prevista, el año en curso será diferente: “Las perspectivas para 2022 hacen difícil pensar en que las tasas de crecimiento se mantengan más allá de la recuperación. Así, no debería esperarse en adelante un marcado crecimiento del empleo. Sin una recuperación del empleo que pueda absorber una oferta laboral creciente, no somos optimistas respecto a un sendero prologando de baja del desempleo, y hasta proyectamos registros cercanos de dos dígitos hacia fines de 2022″.

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