Iba a cambiarlo por una bicicleta y descubrió que tenía el auto más ganador del TC: la increíble recuperación del Ford de Juan Gálvez

La cupecita vencedora de nueve títulos y 56 carreras estuvo perdida por más de 30 años y la restauró un fanático. El secreto para comprobar que era el original y dónde puede verse hoy el mítico coche

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José Celestino de la Cruz y Raúl Cottet (José Celestino de la Cruz)
José Celestino de la Cruz y Raúl Cottet (José Celestino de la Cruz)

Las leyendas en el automovilismo las escribieron sus pilotos, pero poco se sabe del destino de las máquinas que los ídolos usaron para alcanzar la gloria. Por eso es interesante conocer el paradero de esas joyas que hicieron historia. En el Turismo Carretera, el coche más laureado fue el de Juan Gálvez por sus nueve campeonatos. El Ford ‘39 del recordado corredor porteño, ese lo llevó a consagrarse en la categoría más popular de la Argentina con sus 56 triunfos (el más ganador de la categoría), se perdió por más de tres décadas y la pasión de un fanático permitió recuperarlo.

La cupecita con la que Juancito brilló en el TC y finalizó tercero en la mítica Buenos Aires-Caracas, fue también con la que perdió la vida en su trágico accidente del 3 de marzo de 1963 en Olavarría. Días previos a que Gálvez falleciera el auto ya estaba vendido a David Cetra, un piloto de la época. Éste lo arregló para correr y tuvo dos accidentes. En el primero el auto sufrió serios daños y sólo el casco se salvó, por lo cual, Cetra le compró la “Pistera” al fallecido Raúl Cottet, histórico acompañante de Gálvez. Ése coche era una cupecita que Juan usaba cuando corría en autódromos. Entonces, con varios elementos de ese auto, restauró el casco original.

En el otro choque Cetra no tuvo la misma fortuna y perdió la vida. Su viuda le vendió el casco del auto a Juan Carlos Silvestro, otro piloto de los años sesenta, quien lo corrió en zonales cuyanos y se deshizo de la cupecita a la que luego se le perdió el rastro. Hasta que a finales de la década del noventa aparecieron en escena dos hermanos mendocinos, José Celestino y Alfredo de la Cruz, quienes rescataron el coche. El primero de ellos le contó la historia a Infobae.

Así se encontró el auto. Nótese en el inferior del baúl el gancho que fue la primera prueba de su autenticidad (José Celestino de la Cruz)
Así se encontró el auto. Nótese en el inferior del baúl el gancho que fue la primera prueba de su autenticidad (José Celestino de la Cruz)

“Héctor Milanesio, un comerciante de Mendoza, le vendió el auto al dueño de una compañía de transporte. Por aquella época lo vi en una agencia de autos en la calle San Martín. En 1998 fui a correr las Mil Millas en Bariloche. Cuando volví quise comprarme aquella cupecita ya que me habían llegado rumores de que esa era la de Juan Gálvez. El coche cayó en un zonal cuyano en los setenta. Lo encontramos de color azul”, cuenta José, de 73 años.

“Al comienzo, como no sabía si era el verdadero, el auto estaba hecho pelota y quedó arrumbado en una bodega. En un momento me pregunté para qué lo teníamos y estuve a punto de cambiarlo por una bicicleta, pero justo llegamos a la verdad. Fue en 2002 cuando confirmamos que era el original. Vimos una foto en el número 65 de la revista Automundo en la que se le veía el gancho trasero. Raúl Cottet y Carlos Silvestro también confirmaron que era el verdadero y estaba el gancho. El auto tenía los cinturones, que Juan no los usaba. Eran de avión, no como los que se usan ahora”, revela sobre la veracidad de la cupecita.

Luego tomó otro recaudo para corroborar la autenticidad del vehículo: “El mismo Silvestre chequeó que el auto fuera verdadero. También tengo los papeles de la transferencia de la viuda de Setra a Silvestro”.

Una imagen del auto ya en manos de los hermanos mendocinos (José Celestino de la Cruz)
Una imagen del auto ya en manos de los hermanos mendocinos (José Celestino de la Cruz)

Sobre los trabajos para que el coche volviera a lucir como en sus mejores años, relata que “comenzamos la restauración, que duró seis meses. Un chapista amigo, Víctor Cruz, hizo el laburo. Le hicimos motor nuevo con un múltiple original de tres carburadores. Cuando estuvo completamente terminado la primera noche lo saqué a dar una vuelta y me puse a llorar”.

Gálvez y su hermano Oscar (cinco veces campeón de TC) fueron ídolos y sus leyendas trascendieron las fronteras. En Ford Motor Company se enteraron y se pusieron en contacto con los hermanos De la Cruz. “Querían comprarlo para mostrarlo en su museo de Estados Unidos, pero les dijimos que no (no reveló el dinero ofrecido)”, cuenta. Luego un coleccionista peruano se contactó por el mismo motivo, pero tampoco prosperó la conversación.

“La foto emblemática de Juan con el auto es del parque cerrado del Gran Premio del año 1962, cuando él empieza a correr con los colores de Atma, cuyos autos eran azules y rojos (como La Galera de los hermanos Emiliozzi). Fue en Boulogne Sur Mer, donde estaba el Ejército. Me pasé toda la tarde mirando los autos desde el alambrado. Era un chico, qué me iba a imaginar poder manejar algún día ese auto. Fue revivir mi niñez porque era el coche de mi ídolo, ese que siempre vi en la ruta y nosotros logramos rescatarlo. Todos los años con ese auto fue una sensación maravillosa”, concluye.

El motor del Ford '39 de Juan Gálvez (Prensa ACTC)
El motor del Ford '39 de Juan Gálvez (Prensa ACTC)

Los hermanos De la Cruz le vendieron auto a Ricardo Gálvez, uno de los hijos de Juan, que luego se lo cedió Hugo Mazzacane, presidente de la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC). “Lo que quedó del auto original lo tiene Hugo Mazzacane en el Autódromo Roberto Mouras. Hay dos autos iguales ahí. Una copia a la que le lograron encontrar repuestos para armarlo y me lo prestaron para un Gran Premio Histórico del ACA hace unos años e hicimos unos seis mil kilómetros para el Norte y fue muy emocionante. Lo hice con la réplica. El auto original lo tienen en el museo del autódromo. El coche lo encontraron unos mendocinos, los hermanos De la Cruz, y lo restauraron a su manera. No tiene todas las cosas originales, pero el chasis es el original así que la base del coche es la verdadera”.

Los Gálvez fueron abanderados de una época en la que los pilotos eran también los mecánicos y preparadores de sus autos. En 13 temporadas, Juan, con esa cupecita, ganó nueve títulos de TC: 1949, 1950, 1951, 1952, 1955, 1956, 1957, 1958 y 1960. Lo escolta Guillermo Ortelli con 7 estrellas y Juan María Traverso, con 6. Además, también lidera la tabla de ganadores con 56 victorias, seis más que Roberto José Mouras y diez por encima del Flaco Traverso. Entre ellas están 16 Grandes Premios, las carreras que varios días. Además, venció en 109 etapas.

La foto a la que hizo mención José Celestino de la Cruz, que aquel día siendo un niño observó el auto de cerca (Crédito: Archivo CORSA)
La foto a la que hizo mención José Celestino de la Cruz, que aquel día siendo un niño observó el auto de cerca (Crédito: Archivo CORSA)

Su emblemática cupecita hoy descansa en el museo de la categoría en el Autódromo Roberto José Mouras de La Plata, que está abierto los fines de semana de carrera en el escenario, cuya actividad es casi ininterrumpida. Con el valor de la entrada se puede acceder también a la galería histórica con más de 70 autos originales, muchos de ellos en funcionamiento, ya que suelen llevarse a muestras itinerantes.

Este Ford ‘39 marcó una era del TC en aquellos primeros años en los que los corredores eran héroes que recorrían miles de kilómetros en cada Gran Premio y llegaron a recorrer toda Argentina y casi toda Sudamérica. La recuperación del auto de Juan Gálvez es un túnel del tiempo que permite conocer cómo era el automovilismo de otra época y con el valor agregado de ser el más ganador de la popular categoría.

La cupecita saliendo de los boxes del Autódromo Roberto Mouras de La Plata, donde se puede ver casi todos los fines de semana (Prensa ACTC)
La cupecita saliendo de los boxes del Autódromo Roberto Mouras de La Plata, donde se puede ver casi todos los fines de semana (Prensa ACTC)

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