Una obra teatral sobre las posibilidades de la inmortalidad y la ficción

El Espacio Callejón reestrena “Valeria Radioactiva”, de Javier Daulte. En la pieza, una famosa creadora de culebrones cae gravemente enferma mientras pergeña su más ambicioso proyecto, ‘El Inmortal’, lo que llevará a sus productores a tratar de vaciarla de ideas

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Por  Javier Daulte

Valeria Radioactiva
Valeria Radioactiva

Hace un tiempo leí en un diario una nota que informaba que en no sé qué laboratorio de no sé de qué universidad de no sé qué país se había descubierto la enzima que produce el envejecimiento de las células. Es el tipo de noticias que aparecen muy chiquitas en secciones que apenas miramos. Y también es el tipo de noticias que me apasionan. Hice una rápida deducción: si se aisló tal enzima, esta puede alterarse genéticamente y es sólo cuestión de tiempo que se logre anular su efecto y en consecuencia evitar que las células envejezcan. De ahí a la inmortalidad habrá un solo paso.

Pensé en aquel momento que eso sería materia prima para alguna nueva obra.

Fue en el marco del colectivo TEATRO LÍQUIDO (integrado por Héctor Díaz, Silvia Gómez Giusto, María Marull, Paula Marull y yo) que retomé aquella inquietud y pude escribir Valeria Radioactiva, pieza que ensayé y estrené el año pasado en el Espacio Callejón.

¿Qué es ser inmortales? ¿De qué nos serviría? La pregunta es tan provocativa como ociosa. Todos tendríamos mucho para decir al respecto.

Javier Daulte
Javier Daulte

En Valeria… se ensayan algunas de estas respuestas, tal como ya se ha hecho en innumerables ficciones, desde el famoso cuento de Borges hasta Highlander. Y en todas ellas pareciera que la siempre temida muerte puede entenderse como un regalo. Aún así anhelamos la inmortalidad. De la misma manera que anhelamos la ficción. ¿Pero qué tiene que ver una cosa con la otra? Creo que es en la ficción en donde la inmortalidad se vuelve realmente efectiva. Como dice el personaje de Valeria en un momento: "No existir; esa es una buena fórmula para la inmortalidad". La existencia es gris y angustiosa, y empleamos toda nuestra vida intentando darle un sentido. En cambio en la ficción, la existencia (la de los personajes) tiene sentido siempre porque se lo da el autor.

Valeria es una creadora de ficciones. De hecho es una famosa escritora de culebrones. Pero mientras está elaborando el más ambicioso de sus proyectos, El Inmortal, cae gravemente enferma.

La obra, dividida en tres partes, escenifica en la segunda, la trama de El Inmortal para la que los actores se desdoblan. ¿Ese otro yo se vuelve, por efecto de la ficción, inmortal?

Mi metodología de trabajo cuando escribo teatro consiste, entre otras cosas, en saber quiénes serán los actores que compondrán el elenco antes de que la obra esté terminada. Esto afecta de manera notable la escritura. Fue a María Onetto a quien llamé teniendo redactada algo así como la mitad de la pieza. Necesitaba saber si ella quería ser Valeria. Su calidad interpretativa, el compromiso con el trabajo que le conozco y la amistad que nos une, la volvían la actriz ideal para el papel. Y su consentimiento me alentó a continuar con la escritura a sabiendas del rendimiento escénico al que podía aspirar. De la misma manera fue que llamé a Héctor Díaz, otro querido amigo y compañero de ruta, que podía darle a Horacio / Cardozo la carnadura que necesitaba.

Trabajar con actores a los que no sólo admiro, sino que además cuento entre mis afectos más cercanos y con una larga historia en común, le da un sentido añadido a mi trabajo como artista.

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Porque hacer teatro no es solamente un trabajo en equipo para darle forma a una ficción determinada. Es también la inversión de una porción de nuestras vidas. Y ya hace un tiempo que esto tiene para mí un importantísimo valor.

Valeria, promediando la historia, le dice a su colaborador Percy (Jorge Gentile), de quien está secretamente enamorada: "Yo inventé mundos donde poder amarte". Hay en esa frase más verdad de lo que quizá quisiera confesar.

Una vez, un amigo me dijo algo que no supe entender hasta mucho tiempo después: "Para dirigir a actores hay que amarlos". Se trata, la más de las veces, de un amor artificial, funcional, como el amor de transferencia en el psicoanálisis; pero absolutamente necesario.

Yo invento mundos donde amar a los actores. En algunos casos, como el de María y Héctor (o el de mi hijo Agustín que también es parte del elenco de Valeria Radioactiva), se trata de un amor que preexiste desde hace mucho tiempo en mi vida. En otros, se trata de amigos más recientes (Daniela Pantano, Jorge Gentile), o de afectos más nuevos (Maida Andrenacci, Inés Palombo).

Pero no se trata de un acto altruista. Ni es un amor paternalista. No es que intento ser "amoroso". Se trata de otra cosa.

He repetido en muchas ocasiones que los actores me interesan más que los personajes. También he dicho muchas veces que una creación es tal si al atravesarla terminamos convertidos en alguien diferente al que fuimos.+

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Sumergirse en una creación tiene más de revulsivo que de amable. Es sin duda una experiencia de goce; pero lo sabemos: el goce auténtico es perturbador. Y la satisfacción que produce es inaprehensible.

No hace mucho empecé a comprender en qué consiste realmente el arte del actor. Los actores y actrices suelen ser catalogados de intérpretes. Ejecutan una partitura que está fuera de ellos. Sin embargo existe un arte del actor que dista enormemente del limitado concepto de intérprete.

Lo comprendí en mis experiencias de dirección con Darío Grandinetti, con Alfredo Alcón, con Claudia Lapacó, entre muchos otros.

El personaje es algo que está quieto, por decirlo de alguna manera. Es algo que todas las noches se repite de manera casi idéntica. Es, también y por esa misma razón, eterno. El actor / la actriz, en cambio, es algo móvil. Su vida varía permanentemente. A veces esas variaciones son mínimas. Otras, son enormes. En Argentina los actores y las actrices tienen la extraña suerte de muchas veces convivir con un personaje durante muchas y largas temporadas. He visto actores y actrices interpretando sus personajes durante dos, tres y más años. Y también he visto que en el trascurso de esos largos periodos, esos actores y actrices pasaron por situaciones vitales extremas: el nacimiento de un hijo, la muerte de un hermano o de un padre, un divorcio, etc. Que en la vida se produzcan tan drásticos movimiento mientras por la noche en el escenario se transitan emociones idénticas a las de ayer, a las de hace un mes o a las de hace dos años, lleva a esas personas que conocemos como actores y actrices a tener una percepción del mundo muy diferente a la del resto de nosotros. Hay más filosofía en esa experiencia que en muchos libros que pretenden enseñarnos tantísimas cosas. Y al mismo tiempo nunca oí a las actrices y a los actores hablar de este asunto. Es una verdad filosófica que no se expresa sino a través de sus vidas artísticas.

Creo que en el cruce (en la tensión) entre lo eterno del personaje (texto) y lo efímero de nuestras vidas se produce un chispazo.

A ese chispazo me gustaría llamarlo inmortalidad.

*Valeria Radioactiva
Espacio Callejón, Humahuaca 3759, CABA
Funciones: Martes 20.30 hs
Localidades: $ 350 entrada general y $ 290 estudiantes y jubilados

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