Steve Garvey vive un improbable ascenso décadas después de su apogeo en el béisbol

Reportajes Especiales - News

Compartir
Compartir articulo
infobae

SACRAMENTO, California -- Meses después de que Steve Garvey se unió a la carrera por el escaño en el Senado que antes ocupaba Dianne Feinstein, los votantes de California apenas tenían una vaga idea de que él era un candidato. El exbeisbolista de Grandes Ligas, un republicano con pocas posibilidades en un estado profundamente demócrata, parecía estar cortejando a decenas de millones de californianos en modo furtivo: poca prensa, posturas vagas, sin anuncios de qué hablar.

Hasta que intervino el representante Adam Schiff.

El martes, después de un bombardeo de anuncios de campaña que en esencia permitieron que Schiff eligiera a su oponente en las elecciones generales, los votantes en las primarias de California catapultaron a Garvey, de 75 años, a una segunda vuelta en noviembre por un preciado escaño en el Senado para representar al estado más poblado de la nación. Garvey se enfrentará a Schiff, de 63 años, un demócrata del área de Los Ángeles que ha recaudado más de 30 millones de dólares y ha sido el favorito durante meses.

Schiff es un congresista de doce periodos que lideró la acusación en el primer juicio político contra el expresidente Donald Trump. Garvey es un bateador con un promedio de .294, 272 cuadrangulares y 1308 carreras impulsadas durante una carrera de diecinueve temporadas con los Dodgers de Los Ángeles y los Padres de San Diego en las décadas de 1970 y 1980.

Garvey, conocido en su apogeo deportivo como un modelo de la pulcritud, ha aprovechado su reputación desde entonces para aparecer en infomerciales, dar discursos motivacionales y grabar saludos de Cameo por 149 dólares. Desde hace tiempo ha expresado su deseo por postularse a un cargo público, a pesar del obstáculo que representan algunos problemas matrimoniales, financieros y legales de su pasado que fueron muy publicitados.

Garvey llegó tarde a la carrera por el Senado cuando anunció su candidatura en octubre, mucho después de que Schiff había empezado a hacer campaña y a conseguir el apoyo del aparato tradicional demócrata del estado, incluido el respaldo de Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes. Para ese entonces, la creencia popular era que las primarias enfrentarían a Schiff con otra demócrata --la representante Katie Porter o la representante Barbara Lee-- en las elecciones generales de noviembre para ocupar el cargo que Feinstein ocupó durante más de 30 años.

En California, los demócratas registrados superan 2 a 1 a los republicanos registrados y los votantes no han elegido a un republicano en unas elecciones estatales desde que Arnold Schwarzenegger fue reelegido gobernador en 2006. Sin embargo, los líderes del Partido Republicano estaban ansiosos por presentar a un candidato conocido en el primer lugar de la boleta, para movilizar a la minoría conservadora del estado y ayudar en algunas votaciones competitivas para puestos de menor relevancia.

Mientras tanto, Schiff se enfrentaba a la posibilidad de una formidable oponente demócrata en las elecciones generales, si Porter superaba las primarias "abiertas" apartidistas de California, en las que los dos candidatos más votados avanzan a las elecciones generales independientemente del partido. Para la campaña de Schiff, Garvey era alguien que podía consolidar el apoyo de suficientes republicanos como para desbancar a Porter del segundo puesto en las primarias.

Por lo tanto, Schiff y sus aliados --entre ellos sindicatos, tribus nativas estadounidenses y ejecutivos del sector tecnológico-- lanzaron decenas de millones de dólares en anuncios que presentaban a Garvey como la opción conservadora y un acólito del expresidente Donald Trump. Los anuncios eran una manera de señalar a los votantes republicanos del estado --casi todos ellos conservadores-- que Garvey era su candidato.

La maniobra funcionó. En una carrera con casi dos docenas de candidatos en total, los tres experimentados demócratas se repartieron la mayoría de los votos de la izquierda entre ellos, mientras que básicamente Garvey se quedó con los votos de la derecha. Porter quedó en tercer lugar general, lo que la dejó fuera de la carrera; Lee quedó en un distante cuarto lugar.

"Schiff ejecutó una estrategia perfecta", opinó Rob Stutzman, un estratega político republicano de California. "Aprovechó su gran fondo de reserva para elevarse a la segunda vuelta en noviembre contra un oponente que no puede competir".

Stutzman reconoció que las matemáticas de registro del partido por sí solas hacen que las posibilidades de victoria de Garvey en noviembre sean muy pequeñas. Además, Stutzman señaló que la dependencia de Garvey en puntos de discusión esenciales ha alimentado las dudas sobre su preparación para el cargo.

"Pero tiene una magnífica oportunidad de demostrarles a los escépticos y a los detractores que están equivocados: salir, comprometerse y adoptar una plataforma temática con especificidad", comentó Stutzman.

Garvey, consciente del riesgo, ha reducido sus propuestas políticas a grandes rasgos. Sobre la gente que vive en situación de calle, ha afirmado que planea "averiguar qué funciona y qué no, para lo cual auditará el dinero que se ha gastado en esta crisis". Sobre el Medio Oriente, ha señalado que está a favor de Israel "ayer, hoy y mañana".

Ha comentado que no aprueba el aborto, pero que no apoyaría una prohibición nacional, porque "los californianos han hablado". No apoya ningún nuevo aumento al salario mínimo.

Su disponibilidad para los medios de comunicación ha sido controlada y racionada a detalle, con entrevistas limitadas casi en exclusiva con las televisoras locales y los medios conservadores aliados. Apareció en tres debates y fue el único candidato que se fue sin hablar con los reporteros. Durante el primer debate televisado en enero con Schiff y los otros principales aspirantes al Senado, los moderadores se sintieron tan frustrados por la falta de discurso político de Garvey que, en cierto momento, uno de ellos le preguntó a propósito por qué se postulaba, pues tenía posturas rudimentarias.

Garvey respondió que "la política para mí es una postura, he tomado posturas firmes" y luego recitó una lista de consignas conservadoras, como "retomemos la energía", "cerremos la frontera" y "financiemos la policía". Más tarde, cuando Schiff, Lee y Porter le exigieron saber si iba a votar por Trump para presidente este año, como había hecho en las dos últimas elecciones, Garvey intentó zafarse y no quiso responder.

"Hasta ahora ha estado en modo inocuo", opinó Stutzman, quien fue uno de los principales asesores de Schwarzenegger durante la campaña de 2003. Stutzman señaló que, si Garvey espera que lo tomen en serio, tendrá que ir más allá de los californianos conservadores sin alienarlos y "demostrar que comprende los problemas".

"Hay mucha especificidad en asuntos como la historia de la OTAN y las obligaciones del tratado", comentó. "En la inmigración. En la política exterior".

En la noche de las primarias, Garvey no celebró mucho junto con sus partidarios en un complejo turístico cerca de su rancho en Palm Desert, la "Casa de Garvey", y su discurso transmitido en vivo estuvo lleno de analogías al béisbol y nostalgia.

"Bienvenidos al regreso de California", le gritó a la multitud en el JW Marriott Desert Springs Resort & Spa de Palm Springs, un préstamo de uno de los antiguos eslóganes de Schwarzenegger. "Lo que están sintiendo esta noche es lo que se siente batear el cuadrangular que cierra el partido".

Steve Garvey, exbeisbolista de las Grandes Ligas, y su esposa, Candace, se van de su fiesta en la noche electoral del Supermartes en Palm Desert, California, el 5 de marzo de 2024. (Kyle Grillot/The New York Times)

El representante Adam Schiff, demócrata de California habla en su fiesta en la noche electoral del supermartes en Los Ángeles, el 5 de marzo de 2024. (Jenna Schoenefeld/The New York Times)