¿Son Irán y Hezbollah enemigos de Colombia?

El régimen persa no es una simple nación democrática buscando relacionarse comercial y diplomáticamente. El terrorismo es parte de su política exterior

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El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, pronuncia un discurso televisado
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, pronuncia un discurso televisado

A finales de junio, autoridades colombianas neutralizaron un posible intento de asesinato planeado por el régimen iraní en Bogotá, que tenía como objetivo matar a dos empresarios israelíes en Colombia. El complot que se comenzó a desvelar desde abril involucraba un operador iraní, Rahmat Asadi, quien presuntamente reclutó a dos colombianos para llevar a cabo la operación.

Afortunadamente, el intento de asesinato se pudo frustrar, pero quedó en evidencia el largo brazo del terror iraní que alcanza hasta Colombia.

La rápida acción colombiana en este caso tiene aún más sentido tras el desmantelamiento por parte de Israel de una serie de intentos de asesinato similares en al menos, tres países de África, en contra del empresarios y turistas israelíes. Esto hace parte de una campaña de asesinatos en el extranjero, liderado por las Fuerzas Qods, las fuerzas élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, quienes tratan de vengar la muerte de Mohsen Fakhrizadeh, jefe del programa nuclear iraní, asesinado en diciembre de 2020. Esta es solo una de las múltiples operaciones internacionales que, de manera encubierta, Irán lleva a cabo regularmente.

Para muchos colombianos este contexto se pierde cuando se discute sobre Irán y su relación con el país. Muchos piensan que Irán es, simplemente, otra nación democrática buscando relacionarse comercial y diplomáticamente con Colombia. Sin embargo, Irán no es una democracia representativa y el terrorismo es parte de su política exterior.

Lección aprendida en América Latina desde 1994, tras la brutal carrobomba a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, el cual mató 84 personas. Entre las muchas cosas que los oficiales de inteligencia argentinos descubrieron mientras investigaban el ataque a la AMIA fue cómo Irán usaba su embajada para establecer una red comercial de frigoríficos con doble uso, que utilizaban como mecanismo para dar financiación a Hezbollah, y llevar a cabo el ataque del terrorismo islámico más grande en la historia de América Latina.

Pensándolo bien. En vez de disfrutar una relación comercial preferencial con uno de los mejores exportadores de carne de res en el mundo, Irán decidió abusar de esa relación a su favor y fueron los argentinos quienes pagaron el precio de los errores de su gobierno al no calcular la naturaleza e intención de Irán en la década de los 90s.

El ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires en 1994 asesinó a 84 personas
El ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires en 1994 asesinó a 84 personas

Hoy en día, Irán es mucho más global, mucho más vil y tiene muchas más armas a su disposición, entre esas, una de la más potente es la desinformación.

Desde enero de 2020, Teherán configuró una campaña global de desinformación, para quitarse la imagen como principal patrocinador estatal del terrorismo en el mundo, mediante el uso de la imagen del General Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Qods, como un símbolo. La muerte de Soleimani fue un gran desafío para Irán, al que respondió con fuerza, y desinformación. Tomó acciones tales como ponerle su nombre a un misil balístico “Misil Mártir Hajj Qassem” en Irán. Después en diciembre de 2020 fue publicado un libro en español llamado “Mi Tío Soleimani”, este fue lanzado junto con un nuevo centro cultural apoyado por Irán en Bogotá llamado ONG Shahid Soleimani, el nombre que Irán le dio al ataque de represalia contra objetivos americanos en Irak, en venganza del asesinato de su líder terrorista por parte de Estados Unidos.

Un iraní sostiene una foto del general Qassem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de élite, abatido en un ataque aéreo en el aeropuerto de Bagdad en enero de 2020.
Un iraní sostiene una foto del general Qassem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de élite, abatido en un ataque aéreo en el aeropuerto de Bagdad en enero de 2020.

Esencialmente, la nueva ONG apoyada por Irán en Bogotá está insertando el símbolo de un terrorista como un pacifista en Colombia.

Aún así, algunos colombianos piensan que esto no es suficiente para considerar a Irán como un “enemigo” real. Después de todo el Estado Colombiano todavía afronta amenazas directas como son el ELN y las disidencias de las FARC, conocidos e históricos enemigos.

Vale la pena recordar que, dentro de los archivos recuperados en octubre de 2020 por el Ejército colombiano en el computador del comandante del ELN asesinado, alias Uriel, se revelaron audios diciendo que en Irán “están muy abiertos” a proveer al ELN con viajes todo pago para recibir entrenamiento. Posteriormente, el 29 de julio del 2021, el Ejército colombiano incautó otro computador, pero esta vez del líder de las disidencias de las FARC, alias Gentil Duarte, donde descubrieron comunicaciones del pasado diciembre, declarando que las disidencias habían establecido “relaciones diplomáticas” con Irán.

Las FARC y Hezbollah tienen una larga historia de colaboración, que data desde el atentado a la AMIA, en el que se comprobó que un colombiano llamado Salman Raouf Salman, actuaba como operador de Hezbollah, que trabajó con las FARC para contrabandear explosivos provenientes del Líbano hasta el área de la triple frontera para usarlos en el ataque en Argentina. Más recientemente, en mayo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a un nacional sirio-venezolano por trabajar para Hezbollah y establecer un esquema de cocaína por armas que, en 2014, presuntamente trajo un avión de carga lleno de lanzacohetes, fusiles AK-103, rifles de francotirador, provenientes del Líbano a Venezuela para ser entregadas a las FARC.

Para la mayoría de los latinoamericanos, Irán y Hezbollah son actores distantes que operan en una tierra extranjera, lejos de las amenazas internas en temas de crimen, inseguridad y corrupción. Pero es precisamente ahí donde está el desafío para los ciudadanos y el gobierno de Colombia: estudiar, explicar, y educar sobre el modus operandi de Irán y Hezbollah, esto es tan importante como frustrar las operaciones criminales de las Fuerza Qods para asesinar en Bogotá.

Irán no es un poder convencional, usan otra forma de diplomacia de los cañones. Si bien es cierto que Colombia ha tenido relaciones diplomáticas con Irán desde 1975, en el gobierno del Sha, las relaciones se congelaron inmediatamente después de la revolución iraní de 1979, que convirtió al país en un régimen teocrático como permanece hoy en día. Las relaciones no se retomaron hasta 1992, desde ahí Teherán ha tenido en el mejor de los casos una tibia relación con Bogotá.

Parte del proceso de evaluar si Irán y Hezbollah son enemigos de Colombia es aprender cómo operan estos actores en todo el mundo y luego educar al público sobre lo que han hecho y están haciendo en su país. Al hacerlo no se está creando un nuevo “enemigo” para Colombia, sino ayudando al país a estar más preparado y consciente de una de las mayores amenazas a la paz y la estabilidad en el mundo.

*Joseph M. Humire es experto en amenazas transnacionales, y director ejecutivo del Centro para una Sociedad Libre y Segura, un centro de estudios de seguridad nacional con sede en Washington D.C. También es coautor del libro La penetración estratégica de Irán en Latinoamérica (Iran’s Strategic Penetration of Latin America, Lexington Books, 2014).

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