Los casos graves de COVID-19 siguen creciendo en Israel y Naftali Bennett no descartó un confinamiento estricto

El primer ministro advirtió que si los números de vacunación no aumentan, el país podría enfrentarse a otro bloqueo durante la temporada alta de vacaciones, que comienza con las celebraciones de Año Nuevo judío, el 6 de septiembre

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Miembros del personal médico dialogan en una sala del hospital Beilinson en Petah Tikva (REUTERS/Ammar Awad)
Miembros del personal médico dialogan en una sala del hospital Beilinson en Petah Tikva (REUTERS/Ammar Awad)

La pandemia de COVID-19 repuntó en Israel en los últimos días y el dato de enfermos graves ya se situó este jueves por encima de los 600, en un contexto en el que el Gobierno de Naftali Bennett quiere evitar a toda costa un nuevo confinamiento por los efectivos económico que llevaría aparejados.

Israel volvió en la última semana a datos de enero. El Ministerio de Sanidad informó este jueves de 7.856 nuevos positivos, mientras que 603 pacientes permanecen en estado grave, con 106 pacientes que requieren de ventilación asistida.

Las autoridades israelíes endurecieron en estas últimas semanas las medidas contra la pandemia, por ejemplo generalizando el “pasaporte COVID” para acceder a numerosos lugares.

El primer ministro Naftali Bennett instó a los ciudadanos a vacunarse, advirtiendo el estado judío podría enfrentarse a un bloqueo “destructivo” durante la temporada alta de vacaciones, que comienza con las celebraciones de Año Nuevo el 6 de septiembre.

El Ejecutivo no oculta que un nuevo confinamiento acarrearía graves problemas económicos, en la medida en que estima que los anteriores habrían supuesto pérdidas que rondan los 200.000 millones de shéquels (unos 53.000 millones de euros).

“Un confinamiento es el último recurso, solo cuando se ha agotado el resto de opciones”, advirtió el primer ministro. Por eso, agregó, “hemos optado por el difícil, adoptar decenas de medias”.

El primer ministro israelí Naftali Bennett durante una conferencia de prensa en Jerusalén (Abir Sultan via REUTERS)
El primer ministro israelí Naftali Bennett durante una conferencia de prensa en Jerusalén (Abir Sultan via REUTERS)

Las medidas del gobierno, que entraron en vigor el miércoles, requieren certificados de vacunación o pruebas negativas de coronavirus para ingresar a una variedad de espacios públicos, incluidos restaurantes y bares, lugares culturales y deportivos, hoteles y gimnasios.

Lo mismo se aplica a los fieles que deseen entrar en sinagogas, mezquitas o iglesias con más de 50 asistentes.

La capacidad de las tiendas, los centros comerciales y los parques industriales también se ha limitado a una persona por cada siete metros cuadrados (75 pies cuadrados).

Israel fue uno de los países que más rápido avanzó en la campaña de vacunación, aunque se ha estancado y el 58 por ciento de la población tiene las dos dosis.

En las últimas semanas, el estado ha comenzado a administrar vacunas de refuerzo a los israelíes de 50 años o más, al tiempo que insta a la vacunación de niños de tan solo 12 años.

Aproximadamente un millón de israelíes no han sido vacunados, aunque son elegibles.

“Las vacunas funcionan”, dijo Bennett, al instar a los ciudadanos a inmunizarse. “Es un hecho científico. Salvan vidas”.

(Con información de AFP y Europa Press)

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