Entre levantones y balaceras: cómo operaba la célula de los Chapitos en CDMX

Parte de las Fuerzas Especiales Ratón fueron detectadas al sur de la capital del país, desde donde pretendían asentarse en el mercado del narcomenudeo

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La célula de los Chapitos en la Ciudad de México fue establecida en los últimos dos años, pero la captura de sus integrantes al sur de la capital derivó del reclutamiento forzado para integrar sus filas, incluidos levantones a plena luz del día.

Tras el arresto de 14 miembros de la organización criminal y luego de una intensa balacera contra policías, se han revelado detalles de las operaciones de la facción, cuyas intenciones son pelear la plaza para la venta de drogas.

Informes filtrados por las autoridades señalan que algunos de los sinaloenses arribaron a la capital del país desde 2020 y visitaban Culiacán de manera constante. Desde el bastión del Cártel de Sinaloa se ha fijado un objetivo prioritario en uno de los principales mercados negros de narcomenudeo en México.

Las primeras declaraciones han mostrado el alcance de las incursiones, según relatos de los arrestados en una casa de seguridad de la alcaldía Tlalpan, sobre el kilómetro 28 de la carretera México-Cuernavaca.

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Como parte de su estrategia criminal, llegaron para alojarse en propiedades rentadas que pagaban en efectivo, al menos desde 2020. Lo mismo acudían a la Ciudad de México que al Estado de México, pero decidieron unificar una base en los límites con Morelos.

En las últimas dos semanas se logró ubicar a media docena de sinaloenses como parte de la supuesta célula de los Chapitos: Juan Razo, Jorge Flores, Jesús Sauceda, Eduardo Gil, Eliobardo Castro y Jesús Salazar.

Sin embargo, aún no se ha definido si entre ellos está el enlace con el Cártel de Sinaloa o si él logró darse a la fuga tras la balacera de este 12 de julio, donde fueron heridos cuatro agentes, uno de ellos que aún se debate entre la vida y la muerte, debido al estado de gravedad que le generaron los impactos.

Omar García Harfuch, jefe de la policía capitalina, ha reconocido que la célula al sur de la Ciudad de México se había identificado semanas atrás, tras labores de inteligencia, por reportes en redes sociales sobre la presencia de hombres armados en el área.

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Una de las claves de seguimiento fue el secuestro de una víctima, supuestamente identificada como narcomenudista local. La privación ilegal de la libertad fue registrada en calles de Topilejo, según captó un ciudadano desde el interior de su auto a la distancia.

Los civiles encapuchados con armas de grueso calibre obligaron a subir a un hombre a una camioneta tipo panel blanca, mientras otro que portaba una mochila estaba tirado en el piso, protegiéndose. Entre zapes y empujones lograron su cometido.

Supuestamente, en ese momento fingían ser policías, pero la única identificación que probablemente portaban eran las placas de las Fuerzas Especiales Ratón, célula atribuida a la escolta personal de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.

En plena calle, con tranquilidad de no ser molestados, consideraban que la zona era parte de sus bastiones, pues antes de abordar la unidad, uno de los atacantes lanzó disparos al aire. Portando equipo táctico, los supuestos sicarios se alejaron y el automotor fue monitoreado por cámaras de videovigilancia.

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Así fue como personal de inteligencia de la policía capitalina ubicó la oficina del Cártel de Sinaloa. En imágenes difundidas por televisión se muestra que detrás del automóvil blanco iba un sedán del mismo color, que actuaba en custodia.

Cuando se suscitó la balacera en un restaurante abandonado este martes reciente, dos de los atacantes huyeron al bosque, donde quisieron resguardarse. Después se halló el arsenal en su poder, consecuente de un poderoso cártel como el que opera en la entidad del norte del país.

Ahí también se localizaron los autos usados para sus fechorías. No eran secuestradores, pues pretendían conformar su empresa inicial con quienes ya conocían el terreno. Una de las habitaciones del inmueble fue usada para embalar pequeñas dosis de narcóticos que luego serían vendidas.

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