Por qué nos cuesta cambiar

Lo interesante es que una vez que se conforma un hábito, desaparece de la conciencia. El cerebro se hace cargo y el proceso se automatiza y nunca llega a desaparecer

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(Foto: cortesía)
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Todos en algún momento de nuestra vida, le hemos dicho a alguien que cambiara su forma de ser, su manera de pensar o la manera que tiene de actuar. Que fuera o hiciera las cosas de manera distinta. Y sin duda todos nosotros hemos recibido las mismas recomendaciones, una y otra vez, por parte de los demás. Pedimos que los otros cambien casi tantas veces como nosotros se lo solicitamos a ellos.

A simple vista parece fácil producir un cambio tanto en nuestra forma de pensar, como en la forma que tenemos de sentir y de actuar. Pero cambiar no es fácil, sobre todo cuando esa forma de pensar, sentir o actuar se ha convertido en un hábito. Cuando eso sucede, resulta costoso (emocionalmente hablando) generar un cambio que requiere lo mejor de nosotros para poder lograrlo.

Se ha comprobado científicamente que el cerebro siempre busca la forma de ahorrar esfuerzos y para eso se la pasa buscando y detectando las rutinas que hacemos. Una vez que las identifica, las convierte en hábitos, de esa manera no solo ahorra energía, sino que, además descansa. Por una parte eso nos favorece, porque nos libera de estar atentos a muchas de las acciones que hacemos a diario, como caminar, conducir un auto, pelar una naranja, ducharnos, vestirnos y un sinfín de acciones que hacemos de manera automática. De esa forma, el cerebro se ocupa de repetirlas y nosotros podemos ocupar nuestra mente en otras cuestiones.

Lo interesante es que una vez que se conforma un hábito, desaparece de la conciencia. El cerebro se hace cargo y el proceso se automatiza y nunca llega a desaparecer. Queda grabado en las estructuras de nuestro cerebro, lo cual es una gran ventaja o desventaja para nosotros, dependiendo del hábito que hayamos adquirido.

El problema se presenta cuando los hábitos que tenemos no son buenos. Para cambiar un hábito tenemos que comenzar a poner la atención en la rutina que estamos ejecutando de manera inconsciente.

El proceso de cambio de un hábito lleva entre un mes a dos meses de trabajo. Para ser exactos entre 21 y 66 días, dependiendo del compromiso, la persistencia y el interés que uno le ponga. La formación de un nuevo hábito, no implica la desaparición del anterior. Todos los hábitos, sean buenos o malos quedan en nuestro cerebro. Eso explica porque podemos subirnos y salir andando en bicicleta después de muchos años de no hacerlo. Podemos reactivar un viejo habito sin inconvenientes- No se erradican, sino que se sustituyen por otros, hasta utilizar el anterior de nuevo.

Cambiar implica un trabajo constante. Una vez que realizamos el esfuerzo, el cerebro detectará nuestra nueva rutina y se encargará de reproducirla y nosotros de disfrutar el resultado. Podemos cambiar cuantas veces lo creamos necesario, podemos mejorar y crear hábitos nuevos sin dejar de tener presente que el proceso de cambio de un hábito implica tiempo de trabajo, persistencia y esfuerzo.

Recuerde: necesita mínimo de 21 días de trabajo duro y constante para lograr un cambio duradero. Después su cerebro hará el resto, repetirá la nueva rutina sin cansarse y sin cuestionarlo.

*Psicóloga y escritora

Lo aquí publicado es responsabilidad del autor y no representa la postura editorial de este medio